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DiccionarioBíblico.Net

Letra M

Contenidos

MAACA

Nombre de dos mujeres y una región en el Antiguo Testamento.

  1. Región de Aram al sudoeste del monte Hermón, que se entregó a Jair, hijo de Manasés (Dt 3.14; Jos 12.5; 11, 13). En la conquista no se aniquilaron a los habitantes y por lo tanto vivían entre los israelitas. Se aliaron con los amonitas en contra de David (2 S 10.6–8; 1 Cr 19.6–9), pero fueron derrotados y quedaron como tributarios durante los reinados de David, Salomón y Jeroboam II.
  2. Esposa de David y madre de Absalón. Era hija de Talmai, rey de Gesur en Siria (2 S 3.3; 1 Cr 2).
  3. Esposa de Roboam y madre de Abiam, rey de Judá (1 R 15.2). En 1 R 15.10, 13 la madre de Asa también se llama Maaca, pero posiblemente se trataba más bien de la abuela de este. Asa privó a Maaca «de ser reina» por promover la idolatría (2 Cr 16).

Otras personas que llevaban este nombre, tanto hombres como mujeres, se mencionan en 1 Cr 2.48; 7.16; 8.29; 9.35; 11.43; 27.16.

MAASÍAS

(JEHOVÁ ES REFUGIO).

Nombre de varios hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Levita del segundo orden de sacerdotes durante el reinado de David (1 Cr 15.18, 20).
  2. Uno de los jefes de centenas que ayudó a Joiada a derrocar a la reina Atalía y a coronar a JOÁS como rey de Judá (2 Cr 23.1).
  3. Gobernador bajo el rey Uzías de Judá (2 Cr 11).
  4. Un hijo de la línea real de Judá (2 Cr 28.7). Maasías probablemente fue hijo de
  5. Gobernador de Jerusalén durante el reinado de Josías de Judá (2 Cr 8).
  6. Sacerdote que se divorció de su esposa pagana después del cautiverio (Esd 18).
  7. Otro sacerdote de la familia de Harim que se divorció de su esposa pagana (Esd 21).
  8. Sacerdote de la familia de Pasur que se divorció de su esposa pagana después del cautiverio (Esd 22).
  9. Un hijo de Pahat-moab (Esd 30).
  10. Padre de Azarías (Neh 23).
  11. Sacerdote que ayudó a Esdras a leer la Ley al pueblo (Neh 4).
  12. Uno de los levitas que explicó la Ley al pueblo después que Esdras la leyó (Neh 7). Quizás sea el mismo del No. 11.
  13. Cabeza de familia que firmó el pacto después de la cautividad (Neh 25).
  14. Hijo de Baruc descendiente de Fares (Neh 5).
  15. Hombre de la tribu de Benjamín, cuyos descendientes vivían en Jerusalén después de la cautividad (Neh 7).
  16. Sacerdote que participó en la dedicación de los muros de Jerusalén (Neh 42).
  17. Sacerdote y padre de Sofonías (Jer 21.1).
  18. Padre de Sedequías (Jer 21).
  19. Abuelo de Baruc (Jer 32.12), escriba de Jeremías.
  20. Guarda de la puerta durante el reinado de Joacim de Judá (Jer 4).

MACABEOS

(QUIZÁS DEL HEBREO, CABEZA DE MARTILLO).

Sobrenombre dado a la familia de los asmoneos que dirigieron el movimiento independentista judío durante los dos últimos siglos a.C.

LA REVUELTA DE MATATÍAS

Después de la muerte de ALEJANDRO MAGNO, su imperio se repartió entre sus generales. Palestina quedó entre la dinastía de los SELÉUCIDAS, cuya base estaba en Siria, y el de los TOLOMEOS, que reinaban en Egipto. Durante varios siglos, Egipto y Siria se disputaron el territorio de Judea, aunque por lo general fue Siria la que lo gobernó. Cuando uno de los seléucidas (ANTÍOCO) trató de imponer una cultura uniforme sobre todas sus posesiones, los judíos se rebelaron, pues se intentó destruir varios de los fundamentos de su religión. El jefe de esta rebelión fue el sacerdote

Matatías, padre de Judas Macabeo. Aquel mató a un oficial del rey y después huyó a las montañas con sus cinco hijos. Allí organizó la resistencia al poder de los seléucidas, y pronto reunió numerosos seguidores que periódicamente bajaban a los lugares poblados a matar a quienes apoyaban la política siria, destruir altares y circuncidar por la fuerza a quienes permanecían incircuncisos por temor a las autoridades.

JUDAS MACABEO

A Matatías, luego de su muerte, le sucedió su hijo Judas, hábil general que repetidamente derrotó a enemigos mucho más numerosos que sus propias fuerzas.

Gracias a varias dificultades que las autoridades de Siria tuvieron que enfrentar, la guerra civil, Judas logró cierta independencia para su país, recuperó y purificó el templo de Jerusalén  e hizo un pacto con el creciente poder de Roma. Pero por fin Siria logró derrotarlo y matarlo en 162 a.C. (CRONOLOGÍA DEL PERÍODO INTERTESTAMENTARIO).

JONATÁN MACABEO

Cuando murió Judas, le sucedió su hermano Jonatán. Al principio, parecía que la rebelión había terminado y que solo un puñado de fieles seguirían a Jonatán. Pero poco a poco este mostró su habilidad, no solo militar, sino política. En una nueva guerra civil que sacudió a Siria, usó sus fuerzas de tal modo que pronto los judíos volvieron a ser un sector respetado. En el año 142 a.C. lo capturaron y asesinaron mediante una artimaña.

SIMEÓN MACABEO

Simeón, sucesor y hermano de Jonatán y de Judas, se mostró tan hábil como ellos. Los judíos por fin tomaron las riendas de su propio destino y dieron a Simeón y a sus sucesores el gobierno hereditario de la región. Simeón organizó el país y pactó con Roma y con Esparta, a fin de garantizar su independencia frente a las ambiciones de los reyes de Siria. Con todo, los sirios invadieron sus territorios y los derrotaron, dándole muerte a él y a dos de sus hijos.

LOS ASMONEOS POSTERIORES

Juan Hircano, hijo de Simeón, logró escapar y por fin llegó a ser gobernador de Judea y sumo sacerdote, aunque bajo la tutela del rey de Siria. En ese momento comenzó a cambiar la tónica del movimiento, hasta ahora religioso, que los Macabeos dirigían. Si los judíos se habían rebelado era porque habían visto amenazada su religión y no por ambiciones políticas. Los líderes contaban con el apoyo de las clases bajas, cuya más preciada posesión era la fe de sus antepasados, mientras que muchos de los aristócratas estaban dispuestos a amoldarse a las nuevas tendencias helenistas.

Juan Hircano y sus sucesores se apartaron cada vez más de la tradición judía, y trataron de gobernar el país al estilo de otros reyes de la época; contaron para esto con la aristocracia ambiciosa. Juan Hircano cambió incluso los nombres judíos de sus hijos por nombres griegos, y sus sucesores se amoldaron cada vez más al helenismo. Se desató la persecución contra quienes insistían en regresar a la vieja fe por la que habían muerto los primeros Macabeos. Esto dio origen a dos partidos entre los judíos: los FARISEOS y los SADUCEOS. El primero insistía en la antigua fe, y sospechaba de las ambiciones políticas como una negación de esa fe; el último era más bien aristócrata y mucho menos estricto en cuanto a las innovaciones que paulatinamente se introducían en el judaísmo.

Pompeyo conquistó a Siria y Palestina (63 a.C.) y depuso al último rey de los Macabeos, Aristóbulo II, para llevarle cautivo a Roma. Sin embargo, Pompeyo y otras autoridades romanas respetaron en cierta medida la religión judía y la autoridad de los Macabeos. Por tanto, a los descendientes de los Macabeos se les concedieron los títulos de sumo sacerdote y etnarca (gobernador) hasta que en 40 a.C. Roma nombró a HERODES rey de Judea.

Aunque Herodes estaba casado con una descendiente de los Macabeos, y por tanto sus dos hijos pertenecían a ese ilustre linaje, él mismo le puso fin al matar primero a su mujer y luego a sus dos hijos.

MACEDA

Una de las principales ciudades de los cananeos, situada en la Sefela. Josué la tomó cuando emprendió su arrasadora campaña de conquista en Judá, de norte a sur. Después de derrotar una coalición de cinco reyes, Josué tomó a Maceda y mató a su rey (Jos 10.28, 29).

MACEDONIA

Tierra al norte de la península helénica (Acaya, Hch 19.21) que se extendía desde el mar Adriático hasta el Egeo. Sus habitantes primitivos no eran helénicos, pero con el tiempo llegaron allí inmigrantes griegos y romanos.

Macedonia no tuvo importancia histórica sino hasta el reinado de Felipe II (359–336 a.C.), quien logró establecer la supremacía macedonia sobre casi toda Grecia. Su hijo ALEJANDRO MAGNO (336–323) fundó un imperio que se extendió desde el Nilo en el sur hasta Macedonia en el norte, y hasta la India en el este. Macedonia no se menciona por nombre en el Antiguo Testamento pero se alude al Imperio Alejandrino en Dn 8.5–8. En 168 a.C. fue conquistada por los romanos y en 142 convertida en provincia romana. Así era el estado político de la tierra en el tiempo de Pablo.

Macedonia fue la primera tierra europea que Pablo evangelizó. Después de recibir la visión del «varón macedonio», Pablo visitó las ciudades macedonias de Neápolis, FILIPOS, ANFÍPOLIS, APOLONIA, TESALÓNICA y BEREA en su segundo viaje misionero (Hch 16.9–17.13) y volvió a visitar la región en el tercero (Hch 19.21s; 20.1–12; cf. 2 Co 2.13; 7.5; 1 Ti 1.3).

Entre los compañeros de Pablo había varios macedonios: Gayo, Sópater, Aristarco y Segundo (Hch 19.29; 20.4). En Macedonia se levantaron florecientes iglesias que después ayudaron liberalmente a los santos pobres en Jerusalén (Ro 15.26) y contribuyeron al sostenimiento de Pablo (Flp 4.15–18). El apóstol las ponía por ejemplo a las demás iglesias (2 Co 8.1–7).

MACPELA

Nombre del campo que compró Abraham para dar sepultura a los miembros de su familia. Era famoso por la cueva que poseía. Se encontraba en Hebrón o cerca de allí y originalmente perteneció al hitita Efrón. Este lo vendió a Abraham por cuatrocientos siclos de plata. La narración de la venta de la cueva de Macpela refleja varios aspectos de las leyes hititas que perdieron su vigencia antes de 1200 a.C., lo cual a su vez indica la antigüedad de la tradición conservada en Gn 23.

La venta se efectuó cuando Sara, la esposa de Abraham, murió, y por tanto ella fue la primera persona sepultada en la cueva de Macpela (Gn 23.19). Más tarde, también fueron sepultados allí Abraham, Rebeca, Isaac, Lea y Jacob (Gn 25.9; 50.13; cf. Hch 7.16).

Actualmente el lugar está rodeado de muros que se cree que Herodes erigió. La cueva ha sido sagrada para los judíos, cristianos y musulmanes.

MACTES

(MORTERO).

Sitio de Jerusalén donde, durante el reinado de Josías, los mercaderes hacían sus negocios (Sof 1.11). Se menciona en relación con el área llamada Mishne y la puerta llamada «del Pescado», por lo que se cree que se hallaba en la parte superior del valle del Tiropeón.

MACHO CABRÍO

Ver. AZAZEL.

MADAI

Pueblo descendiente de JAFET (Gn 10.2; 1 Cr 1.5), progenitor a su vez de los habitantes de MEDIA.

MADIANITAS

Pueblo establecido en la costa oriental del golfo de Aqaba, al nordeste del desierto de Arabia y al sur de las tierras de Moab y Edom. Según Éx 3.1, los dominios de los madianitas comprendían también la costa occidental del golfo de Aqaba.

Fue una raza trabajadora, rica y preponderante en el comercio (Nm 31; Jue 8; Is 60.6). Al parecer, fueron los primeros que domesticaron y usaron CAMELLOS. Su progenitor fue Madián, que en la genealogía hebrea es hijo de Abraham y Cetura (Gn 25.1, 2; 1 Cr 1.32). A los madianitas se les llamó también «ismaelitas» (Jue 8.22, 24; cf. Gn 37.25). Se referían a ellos como ismaelitas o como madianitas indistintamente (Gn 37.28). Sin embargo, algunos opinan que se trataba de dos pueblos distintos pero íntimamente asociados (Jue 7.12; 8.22, 24).

Los madianitas se hicieron idólatras y ejercieron una maléfica influencia sobre Israel. En ocasiones se aliaban con los moabitas o con los amalecitas con el propósito de destruir a Israel. Hubo batallas cruentas, asaltos a los campos ya cultivados de los hebreos e intentos de convertir a estos a los cultos idolátricos (Nm 22.4, 7; 25.1–6; 31.1–16).

Durante siete años los madianitas oprimieron a Israel, y fue tal la crueldad de aquellos que obligó a muchos hebreos a refugiarse en cuevas y cavernas (Jue 6.1, 2). Gedeón liberó a Israel en uno de estos períodos de opresión (Jue 6.7–8.35).

MADMANA

(ESTERCOLERO).

Nombre de un hombre y una ciudad en el Antiguo Testamento.

  1. Ciudad del sur de Judá, cerca de Siclag (Jos 15.20, 31) y al sur de Quiriat-sefer.
  2. Hijo de Saaf y nieto de Caleb, de la tribu de Judá (1 Cr 49).

MADRE

Apelativo que aparece en la Biblia no solo en su sentido propio y estricto, sino también en sentido amplio y metafórico. En un mismo parentesco se llama madre también a la abuela (1 R 15.10), probablemente a la suegra (Rt 1.11, 13; 2.2) o a alguna antecesora remota (Gn 3.20). Para la mujer hebrea la maternidad era tal bendición, felicidad y dignidad social (Gn 24.60; 30.1; 1 S 1.6ss; Sal 113.9), que la esterilidad se tenía como una desgracia.

En sentido figurado, el apelativo madre también se emplea para designar una ciudad principal en relación con las ciudades menores (2 S 20.19). Se llama madre a algunas comunidades o pueblos personificados en Sion (Is 50.1), Samaria (Os 4.5) y Babilonia (Jer 50.12). Jerusalén es la ciudad madre por excelencia (2 S 20.19). En el Nuevo Testamento Pablo llama a la Jerusalén espiritual «la madre de los cristianos» (Gl 4.26).

En Apocalipsis se denomina a Babilonia como la «madre de las prostitutas y de las abominaciones» (17.5). Metafóricamente se alude al sepulcro como la madre de los muertos (Job 1.21; 17.14).

A veces se alude al amor materno y se le asigna carácter proverbial, como símbolo de la generosidad. El amor que Dios tiene por su pueblo se le compara con el amor de la madre (Is 49.15; 66.13), aunque la figura no es frecuente. Dios consuela a los suyos como una madre (Is 66.13).

En el Nuevo Testamento la unión entre Jesús y los creyentes llega a ser tan íntima que el creyente es «madre y hermano y hermana» de Cristo (Mc 3.31, MARÍA). Sin embargo, para el creyente las exigencias de Cristo van mucho más allá del amor que el hijo siente hacia su madre (Mt 10.35; 19.29). Para ser digno de Él hay que amarle más que a los propios padres (Lc 14.26).

MAESTRO

En el Antiguo Testamento el término maestro puede referirse a menudo a un artesano, experto en su especialidad (por ejemplo, Éx 36.4; 2 Cr 2.7), pero en el Nuevo Testamento es un título que por lo general indica uno que enseña, o sea, un instructor. En tiempos del poscautiverio las ESCUELAS solían reunirse en las SINAGOGAS, y los maestros eran frecuentemente ESCRIBAS o «doctores de la Ley» (cf. Lc 2.42; Hch 5.34). Tanto los discípulos de JESUCRISTO como sus enemigos casi siempre le llamaban «Maestro» o «RABÍ», que significa lo mismo (por ejemplo, Mt 12.38; Mc 5.35; etc.). De ahí se considera como maestro uno que sirva de guía, inclusive Pablo llama la LEY el «ayo», o maestro, que conduce al conocimiento de Cristo (Gl 3.24).

MAGDALA

Magdala o la región de Magadán (Mt 15.39) se sitúa al borde del lago de Galilea, al norte de Tiberias y al sur de Capernaum. De allí era María, la mujer liberada de siete demonios, que luego formó parte del grupo de mujeres agradecidas que sirvieron a Jesús durante su ministerio itinerante en Galilea (Lc 8.1–3) y presenció la crucifixión (Mt 27.55.56; Mc 15.40; Jn 19.25). Ella fue testigo también de la resurrección (Lc 24.1–10; Jn 20.1–18) y la primera persona a la que se le apareció el Señor resucitado (MARÍA).

MAGIA

Término que aparece como tal solamente en Hechos 8.9 y Hechos 19.19. Bíblicamente, incluye toda ceremonia supersticiosa de magos, hechiceros, encantadores, astrólogos, adivinos, intérpretes de sueños, decidores de la buenaventura, echadores de suertes, etc., todo lo cual es propio de sistemas politeístas. Por tanto, toda forma de magia era absolutamente prohibida por la Ley y vigorosamente condenada por los profetas y apóstoles. Los que la practicaban sufrían la pena de muerte (Éx 22.18; Lv 19.26, 31; 20.2, 27).

A Israel se le amonestaba a abstenerse tanto de la magia como de toda abominación de las naciones paganas (Dt 18.9–11; cf. 2 R 17.17; 2 Cr 33.6). Las consultas a los encantadores eran tan abominables como el sacrificio de niños, y los magos eran considerados embusteros (Is 44.25; Jer 27.9, 10; Ez 22.28; Zac 10.2). Isaías condena a los idólatras de Israel llamándoles «hijos de la hechicera, generación adúltera y fornicaria» (57.3). Malaquías los tilda de la misma manera (3.5).

Los apóstoles condenaban la magia tan fuertemente como los profetas. Pablo coloca la hechicería en la lista de las obras de la carne, junto con el adulterio, los homicidios, etc. (Gl 5.17–21; cf. Hch 13.10). La Biblia asigna a los hechiceros el mismo destino que a los idólatras fornicarios y asesinos (Ap 9.21; 18.23; 21.8; 22.15).

MAGISTRADO

Jefe superior en el orden civil o ministro de justicia. En Daniel la palabra se refiere a oficiales del Imperio Neobabilónico (3.2s; 6.7). En Lc 12.11, 58 y Ro 13.3 magistrado es traducción de términos griegos que indican en forma general a los que ejercen el poder, es decir, «autoridades gobernantes» capaces incluso de dictaminar sobre la vida y la muerte. En Hechos 16.20, 22, 35, 36, 38 magistrado designa a los más altos jefes (strategói) de la ciudad de Filipos, llamados duumviri o praetores en latín, ya que Filipos era colonia romana. Lucas emplea aquí un vocablo griego aplicable tanto a los administradores de una ciudad como a generales y gobernadores de provincias.

MAGNIFICAT

Cántico que dirigió María al Señor después que recibió la salutación de su prima Elisabet, antes del nacimiento de Cristo (Lc 1.46–55). En latín el cántico comienza con la palabra Magnificat. El modelo de este poema lírico fueron salmos veterotestamentarios y tiene especial afinidad con el cántico de Ana (1 S 2.1–10). Como María, Ana fue una mujer piadosa que milagrosamente tuvo un hijo gracias a la intervención de Dios. Samuel, el hijo de Ana, ungió a David como rey de Israel (1 S 16).

El Hijo de María es el Rey davídico que no tendrá fin y reinará para siempre (Lc 1.32–33).

El Magnificat consta de dos secciones importantes. La primera que se encuentra (46– 49) es muy personal y exalta la benevolencia que tuvo Dios hacia ella al escogerla como madre del Mesías. La segunda (50–55) se relaciona con la actividad de Dios con la venida de Jesús y todo lo que esto representa. Estas dos secciones abarcan cuatro estrofas que describen lo siguiente:

  1. La gozosa alabanza y gratitud de María por la bendición
  2. El carácter y la misericordiosa disposición de Dios hacia todos los que lo
  3. La soberanía y el amor especial de Dios hacia los humildes en el
  4. La excepcional misericordia de Dios hacia

MAGO

Término con que más frecuentemente se designa en la RV a quienes practican el ocultismo (Gn 41.8, 24; Dt 18.11; Dn 1.20; 2.2, 10, 27; 4.7, 9; 5.7, 11; Mt 2.1, 7, 16; Hch 13.6, 8). Sin embargo, no se usa en forma técnica y consecuente, sino como traducción de diferentes palabras hebreas; por ejemplo, el vocablo traducido por mago en Gn 41 también aparece en Éx 7.11, 22; 8.7, 19 y 9.11, pero aquí se traduce por «sabios» o «hechiceros».

Originalmente los magos eran una tribu de Media que ejercía en la religión persa la función sacerdotal. Puesto que estos sacerdotes se interesaban en la astronomía y la astrología, los griegos llamaban magos a los ASTRÓLOGOS. En tiempos de Daniel, el nombre de mago se aplicaba a una tribu sacerdotal o bien a un grupo de sabios de los que Daniel llegó a ser jefe (Dn 4.9). La habilidad de Daniel procedía de Dios aunque los paganos le consideraban como mago.

La Biblia prohíbe toda práctica de MAGIA (Éx 22.18; Lv 19.26, 31; 20.6, 27). En el Nuevo Testamento mago se refiere tanto a los que tienen sabiduría especial (Mt 2), como a los hechiceros (Hch 8.9; 13.6, 8). Los magos de Mt 2 debieron ser naturales de algún país como Persia, Arabia o Babilonia donde habían vivido judíos desde hacía muchos siglos (cf. 2 R 17.6), y donde se conocería la profecía de la «estrella de Jacob» (Nm 24.17), que formaba parte de la esperanza mesiánica del siglo I (ESTRELLA DE BELÉN).

MAGOG

Ver. GOG.

MAGOR-MISABIB

(TERROR POR TODAS PARTES).

Nombre simbólico que dio el profeta Jeremías a Pasur, quien presidía en el templo (Jer 20.3).

Jeremías profetizó que a Pasur y su familia los llevarían cautivos a Babilonia (Jer 20.1–6).

MAHALAT

(EN HEBREO, ENFERMEDAD).

Nombre de dos mujeres y un término musical en el Antiguo Testamento.

  1. Palabra que aparece en los títulos de los Sal 53 y 88. Algunos conjeturan que se refiere al acompañamiento para el canto de estos salmos. Otros suponen que estos salmos se usaban en los rituales de purificación después de una enfermedad. Para otros, mahalat alude a la enfermedad espiritual que en ellos se
  2. Esposa de Esaú e hija de Ismael (Gn 28.9).
  3. Esposa y prima de Roboam, nieta de David (2 Cr 18).

MAHANAIM

(DOS CAMPAMENTOS).

Ciudad de GALAAD cuya ubicación es discutida. Probablemente se hallaba al norte del JABOC, arroyo que fue la línea limítrofe entre las tierras de Manasés y Gad (Jos 13.26–30). Aquí tuvo lugar el encuentro de Jacob con unos ángeles, antes de llegar a Peniel (Gn 32.1, 2).

Mahanaim fue designada ciudad levítica (Jos 21.38). Fue la capital israelita durante los dos años del reinado de Isboset (2 S 2.8, 12–29), refugio para David cuando Absalón usurpó el reino (2 S 12.24, 27; 19.32; 1 R 2.8), y luego cabecera de uno de los distritos del reino de Salomón (1 R 4.14).

MAHER-SALAL-HASBAZ

(EL DESPOJO SE APRESURA, LA PRESA DE PRECIPITA).

Nombre simbólico del segundo hijo del profeta Isaías (Is 8.1, 3) para anunciar la condenación de Damasco y Samaria y la destrucción de Siria e Israel, quienes habían formado una alianza militar contra Jerusalén (Is 7.1).

MALAQUÍAS

LIBRO DE MALAQUÍAS: (mi mensajero o mensajero de Jehová). Duodécimo último de los Profetas Menores, escrito para condenar la baja condición moral y religioso entre los judíos, condición que era parecida a las situaciones que Esdras y Nehemías atacaron.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

El libro se puede dividir en tres partes.

LA PRIMERA (1.1–5) es una reprensión a Israel por la falta de gratitud a Dios por haberlo escogido como pueblo (1.1–5; cf. Ro 9.13).

LA SEGUNDA PARTE (1.6–3.15) habla de contaminación religiosa en Israel. Se ha deshonrado el nombre de Dios con ofrendas inaceptables (1.6–9, 13, 14) y al conceptuar el culto como carga pesada (1.10–12).

Los que tienen mayor responsabilidad son los líderes espirituales (2.1, 7). La advertencia del castigo como resultado de estas condiciones es clara (2.2–9). Los matrimonios mixtos con los que no son judíos profanan el pacto con Dios, puesto que Israel es pueblo apartado (2.10–14). Dios aborrece la infidelidad conyugal que había llegado a ser común (2.15–17).

EN LA TERCERA PARTE el profeta presenta promesas a Israel (3.16–4.6). El profeta prevé las dos venidas del Mesías. Con relación a la primera, anuncia la venida del precursor Juan Bautista (3.1), y con relación a la segunda anuncia el juicio venidero (3.2–5). Luego hace un llamado al arrepentimiento y condena el robo que cometen los judíos al no dar los diezmos y ofrendas (3.6–12). Pero siempre hay un remanente de fieles y Dios los reconoce. Para ellos hay promesas especiales (3.13–4.3).

Al final, Malaquías anuncia que el profeta ELÍAS aparecerá «antes que venga el día de Jehová» y habrá un verdadero avivamiento (4.4–6). Según Mt 17.10–13, «Elías ya vino» (Juan  el Bautista).

MALAQUÍAS: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza.

  1. El privilegio de la nación 1–5
  2. La contaminación de la nación6—3.15
  3. Las promesas a la nación 16—4.6

AUTOR Y FECHA

La Biblia no consigna datos personales en cuanto al autor, ni siquiera en su propia profecía. Ni aun se puede asegurar con certeza que hubiera un profeta de este nombre, ya que «Malaquías» bien podría ser el título (3.1) del profeta, como lo indica la Septuaginta.

En cuanto a la fecha de la escritura de la profecía de Malaquías, el texto indica que el templo ya había sido reconstruido y se ofrecían sacrificios (1.7, 10; 3.1). Además, había un gobernador persa (1.8 TM). Así que Malaquías pudo haber escrito durante el tiempo en que Nehemías salió de Jerusalén y estuvo nuevamente con Artajerjes (Neh 13.6), cerca del 435 a.C. Sin embargo, es más común sugerir una fecha anterior a ESDRAS y Nehemías, como el 450 a.C.

MARCO HISTÓRICO

El libro de Malaquías está dirigido a la nación de Judá casi cien años después de su regreso del cautiverio en Babilonia. Al principio la gente había tenido entusiasmo en cuanto a la reconstrucción de Jerusalén y el templo y la restauración del culto. Pero ese entusiasmo había comenzado a desvanecerse. Empezaron a dudar del amor de Dios hacia el pueblo escogido. Este ya no vacilaba en sacrificar animales con defectos ni en retener sus diezmos y ofrendas. Malaquías es un llamado a una adoración genuina y sincera.

APORTE A LA TEOLOGÍA

La profecía de Malaquías se caracteriza por la manera vívida en que expresa el amor y el poder de Dios. Israel necesitaba que se le recordaran estas verdades en momentos como aquellos en que la duda generalizada había causado desánimo en cuanto a la expectativa de la llegada del Mesías.

OTROS PUNTOS IMPORTANTES

Malaquías nos deja con la impresión de que la historia no ha terminado, que la promesa de Dios se cumplirá un día. Es bien interesante que el Antiguo Testamento concluya con la profecía del Mesías y su mensajero, y que después de cuatrocientos largos años de silencio, el Nuevo Testamento comience con el cumplimiento de esa profecía.

MALCO

Siervo de Caifás, a quien Pedro le cortó la oreja derecha cuando arrestaron a Jesús en el huerto de Getsemaní (Jn 18.10, 26; cf. Mc 14.47). Solo Juan menciona el nombre del siervo, sin duda porque conocía la casa del sumo sacerdote (18.15). Si Malco representaba oficialmente a Caifás, el golpe dirigido a la oreja derecha tuvo por fin la incapacitación simbólica del pontífice (cf. Éx 29.20; Lv 8.23s). Solo el médico Lucas informa que Jesús sanó al herido (22.51).

MALDAD

Sinónimo de PECADO cuyo sentido más se asemeja al concepto de un mal radical, demoníaco e insensato arraigado en el corazón del hombre. Describe la corrupción general difundida a todo el género humano, en medio de la cual las excepciones son notables; por ejemplo, Noé y su familia durante la época del diluvio (Gn 6.5; cf. Is 1.4; 13.11; Mt 7.23; Stg 3.6, etc.).

En particular, «maldad» designa la perversidad especial de toda una nación, como en Gn 15.16; Is 1.4; Os 13.12; o bien señala una acción individual moralmente repugnante, como la sodomía (Gn 19.5ss), el incesto (Lv 18.17) o la simonía (Hch 8.22). En la mayoría de los casos señala cualquier TRANSGRESIÓN contra Dios o los hombres, pero siempre implica mala voluntad. En ese sentido se asemeja mucho al concepto de INIQUIDAD.

De acuerdo con la particularidad del pensar hebreo, el concepto de maldad puede referirse o a una disposición interna del hombre, o a las acciones que resultan de esta. Por extensión, significa asimismo el castigo que el pecado amerita (Dt 5.9; 2 S 14.9).

El salmista reconoce que, a pesar de su fe en Dios su redentor, el pecado habita en él todavía como poder efectivo. Por tanto, pide a Dios que lo lave cada vez más de su maldad (51.2), y recuerda que Dios le ha perdonado en el pasado (32.5).

Pablo tilda de «huestes espirituales de maldad» (Ef 6.12) a los poderes espirituales que se oponen maliciosa y metódicamente a Dios y al evangelio de su amor en Cristo. Exhorta a los corintios a dejar atrás la maldad y a celebrar el amor de Cristo (1 Co 5.8).

MALDICIÓN

En sentido oriental, «maldición» es la palabra o expresión que desea el mal para alguna persona u objeto. Se espera que la maldición suelte una fuerza negativa y maligna que actúe en contra de la felicidad y propicie el fracaso del maldecido. Incluso, los malos efectos pueden pasar a otros (Jos 6.26; 7.24s). A veces echar maldición era casi el oficio de algunas personas (Nm 22). Pero Dios puede tornar la maldición en BENDICIÓN (Nm 23; 24). Las maldiciones sirven como termómetro moral en el Antiguo Testamento (Dt 21.23; 27.16–26; 28.16–19).

Para anular las maldiciones humanas la víctima podía imprecar a su enemigo (Sal 9.18; 59.13ss; 109.6–20). Para evitar las maldiciones religiosas el único camino era obedecer «los mandamientos de Jehová» (Dt 11.26s).

En el Nuevo Testamento encontramos rasgos del espíritu veterotestamentario (Mc 11.12ss; Hch 5.1ss), pero en general el clima ha cambiado. La maldición se elimina con la bendición (Lc 6.28; Ro 12.14). La maldición de la Ley se ha deshecho con el sacrificio de Cristo (Gl 3.10–14). La última palabra del Antiguo Testamento es «maldición», pero el Nuevo Testamento se cierra con una bendición.

MALEDICENCIA

Acción de maldecir o hablar mal de una persona (Mc 7.22).

MALICIA

Vocablo bíblico empleado para calificar al carácter pecaminoso arraigado e inherente en los hombres (1 S 17.28; Job 22.5). Jesús reconoció la propensión de los FARISEOS a la malicia (Mt 22.18). Era ciertamente una especie de MALDAD con fines de engañar, y de hecho la malicia y el engaño son afines (1 P 2.1). En la literatura apostólica del Nuevo Testamento la malicia aparece casi siempre entre los pecados contra los cuales se exhorta a los creyentes (Col 3.8).

MALQUÍAS

(JEHOVÁ ES REY).

Nombre de varios hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Antepasado de Asaf cantor del santuario (1 Cr 40).
  2. Antepasado de Adaía (1 Cr 12).
  3. Sacerdote (1 Cr 9).
  4. Nombre de tres israelitas que se divorciaron de sus esposas paganas después de la cautividad (Esd 10.25, 31).
  5. Nombre de tres israelitas que ayudaron en la reconstrucción de los muros de Jerusalén (Neh 3.11, 14, 31).
  6. Ayudante de Esdras en la lectura de la Ley (Neh 4).
  7. Uno de los que firmó el pacto de guardar la Ley (Neh 3).
  8. Sacerdote (Neh 12.42). Quizás se trate de la misma persona del
  9. Padre de Pasur el que ayudó a arrestar a Jeremías (Jer 38.1). El rey Sedequías envió a Pasur hasta donde estaba Jeremías para que este consultara con Dios respecto a la situación militar con Nabucodonosor, rey de
  10. Dueño de la cisterna en que metieron a Jeremías (Jer 38.6), en tiempos de Sedequías, rey de Judá.

MALTA

(ÁRABE; EN GRIEGO, MELITE).

Isla situada en el centro del mar Mediterráneo unos 100 km al sur de Sicilia. Mide 29 km de largo y 13 de ancho. En la costa de esta isla naufragó el barco en que llevaban a Pablo prisionero (Hch 28.1), y aquí invernó antes de continuar rumbo a Roma vía Regio y Puteoli (28.11–13). La bahía tradicional donde Pablo naufragó se encuentra en la costa norte hacia el extremo noroeste de la isla.

Conserva hasta hoy el nombre de «Bahía de San Pablo».

En el siglo X a.C. ocuparon la isla los FENICIOS y, como consecuencia, por siglos la lengua de los isleños fue la púnica. En 218 a.C. los romanos dominaron a Malta y la incorporaron al Imperio; en la época paulina el «principal de la isla» era un tal PUBLIO.

Aunque llegaron a hablarse extensamente el griego y el latín en la isla, perduró el dialecto púnico y por tanto los habitantes recibieron la designación de BÁRBAROS (Hch 28.2, 4 RV 1909, NC).

Después de la caída del Imperio Occidental (476 d.C.), Malta pasó sucesivamente al dominio de árabes, normandos, Caballeros de Malta, Francia e Inglaterra. En 1964 se formó la nación independiente, pero miembro de la Comunidad Británica. Declarada república en diciembre de 1974, el Reino Unido retiró definitivamente su gran base aérea y naval en 1979. En 1990 Malta solicitó su ingreso en la Comunidad Europea. Es miembro de la O.N.U. y del Consejo de Europa.

MALUC

(CONSEJERO).

Nombre de seis hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Levita de la familia de Merari, antepasado de Etán el cantor (1 Cr 6.44).

2, 3. Un hijo de Bani (Esd 10.29) y uno de Harim (Esd 10.32) que se divorciaron de sus esposas paganas después de la cautividad.

4, 5. Un sacerdote (Neh 10.4) y uno de los líderes del pueblo (Neh 10.27) que firmaron el pacto, junto con Nehemías, de guardar la Ley.

  1. Sacerdote que volvió a Jerusalén después de la cautividad (Neh 12.1–2). También llamado Melicú (Neh 12.14).

MAMMÓN

(RIQUEZAS).

Palabra griega que significa riqueza (Mt 6.24; Lc 16.11, 13), especialmente la que se usa en oposición a Dios. Mammón es una transliteración de la palabra aramea mamon. La versión Reina-Valera de 1960 la traduce al castellano. En estos pasajes, Jesús dice que ninguno puede servir a dos señores (Dios y a las riquezas) a la vez. Y que las riquezas (mammón) no puede comprar la seguridad (véase la parábola de Jesús sobre el rico insensato en Lc 12.13–21). «Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? (Mt 16.26; Mc 8.36; Lc 9.35).

MAMRE

(FIRMEZA).

Nombre de un hombre y un lugar en el Antiguo Testamento.

  1. Príncipe amorreo, hermano de Escol y Aner (Gn 14.13, 24), posiblemente el propietario de los frondosos árboles bajo los que Abraham fijó su campamento (Gn 10–20). Se unió con Abraham en la lucha por rescatar a LOT, quien había sido secuestrado tras una cruenta batalla con cuatro reyes (Gn 14).
  2. Valle y ciudad cercanos a HEBRÓN, donde Abraham y sus descendientes plantaron sus tiendas. Allí, en un declive del valle, estaba la cueva de MACPELA que Abraham compró para sepulcro «a perpetuidad» para él y los suyos (Gn 23.17, 19; 9; 49.30). Fue en Mamre donde el Señor se le apareció a Abraham y le prometió un hijo de Sara (Gn 18.1, 10).

MANÁ

Nombre basado en la pregunta hecha por los israelitas en hebreo, ¿Man ju? («¿qué es esto?», Éx 16.15), cuando vieron por primera vez el «pan del cielo» (Éx 16.4) que Jehová les dio durante toda la peregrinación en el desierto (v. 35; cf. Jos 5.12). El salmista lo llama «trigo de los cielos» (Sal 78.24) y «pan de nobles» (v. 25) o, quizás, «pan de ángeles» (conforme a la LXX), porque la palabra hebrea aquí se basa en el verbo «volar». En señal de desprecio, los mismos israelitas llamaron al maná «pan liviano» (Nm 21.5). El apóstol Pablo lo llamó «alimento espiritual» (1 Co 10.3) por su origen divino y por su significado como tipo de Cristo. Jesús se identificó como «el verdadero pan del cielo el pan de vida» (Jn 6.25–69). También prometió  que «el que venciere» se alimentará de este «maná escondido», la misma vida espiritual del Redentor (cf. Ap 2.17).

La Biblia da la siguiente descripción del maná:

  1. Forma: «una cosa menuda, redonda, menuda como una escarcha sobre la tierra» (Éx 16.14);

«como semilla de culantro» (v. 31).

  1. Color: «blanco» (Éx 16.31); «como color de bedelio» (Nm 7).
  2. Sabor: «como de hojuelas con miel» (Éx 16.31); «como de aceite nuevo» (Nm 8).
  3. Características: criaba gusanos y hedía al guardarse para otro día (Éx 20). El hecho de que esto no sucedía con lo que se guardaba para el día de reposo señala un acto milagroso de Dios.
  4. Preparación: molido o mojado y luego cocido en caldera o servido en tortas (Nm 8).

Se ha tratado de identificar el maná con varias sustancias naturales que se observan hasta hoy en la península de Sinaí. Estas sustancias las excretan insectos que se alimentan de la savia del tamarisco: los carbohidratos de la savia se transforman en tres tipos de azúcar, que resultan en una materia dulce y pegajosa como miel.

Este producto se ha identificado con el maná de la Biblia a lo menos desde el tiempo de los monjes griegos del Sinaí, en los primeros siglos de nuestra época. Sin embargo, tal identificación es dudosa por varias razones:

  1. Pasa por alto el hecho de que estas sustancias no se conforman suficientemente a la descripción del maná de la
  2. No explica cómo tales procesos naturales pudieran brindar las enormes cantidades que se necesitaban para toda la multitud de los israelitas durante tantos años.
  1. No explica cómo un GOMER de estas sustancias podría sostener a un hombre por un día (Éx 16.16).
  2. Aun más importante, no toma en cuenta los factores milagrosos de la historia bíblica.

A toda luz, es preferible aceptar que el maná fue una provisión especial milagrosamente hecha para una necesidad particular. Las posibles semejanzas, sin embargo, no dejan de  indicar algo del elemento físico que Dios utilizó en la provisión milagrosa.

En memoria del milagro en el desierto, se guardó un gomer de maná en el arca del pacto (Éx 16.33; Heb 9.4), pero luego seguramente se perdió (cf. 1 R 8.9). Por esto, es dudoso el testimonio del historiador Josefo, según el cual todavía en la era romana seguía descendiendo maná en la península del Sinaí (Antigüedades III, 6.6).

MANAÉN

(EN HEBREO, CONSOLADOR).

Uno de los cinco profetas y maestros de la iglesia de Antioquía que participaron en la selección de Bernabé y Pablo para la obra misionera (Hch 13.1s). Había sido «criado junto» con HERODES Antipas, estando este desterrado, pero era persona muy diferente de este su «hermano de leche» (HA).

MANAHEM

(CONSOLADOR).

Hijo de Gadí y gobernador militar de Tirsa. Cuando Salum asesinó a Zacarías, Manahem lo mató y lo sucedió como el decimosexto rey de Israel (ca. 752–742). Con el saqueo cruel de la ciudad de Tifsa, Manahem consolidó su reinado (2 R 15.13–16), pero para evitar la invasión por los asirios bajo Pul (TIGLATPILESER) tuvo que pagar tributo. Los ricos del reino pagaban este impuesto que, no obstante, solo postergaba la anexión de Israel a Asiria.

Manahem siguió la mala conducta religiosa de Jeroboam. Oseas 7 describe las condiciones de su reino. Murió naturalmente y lo sucedió en el trono su hijo Pekaía (1 R 15.17–22). Fue el último de los reyes de Israel que fueron sucedidos por un hijo propio.

MANAHAT

(ÚLTIMA MORADA).

Nombre de una ciudad y un hombre en el Antiguo Testamento.

  1. Ciudad hasta hoy desconocida. Se cree que estuvo en las fronteras de Judá y Benjamín. Se habla de ella como el sitio al que transportaron a los benjamitas (1 Cr 6).
  2. Nombre de uno de los descendientes de Esaú (Gn 36.23; 1 Cr 40).

MANASÉS

(QUE OLVIDA O QUE HACE OLVIDAR).

  1. Hijo mayor de José con su esposa egipcia Asenat. Nació en Egipto cuando su padre ocupaba el puesto de primer ministro de la nación (Gn 41.45, 51). Su nombre quiere decir «hacer olvidar», lo cual probablemente signifique que JOSÉ, al dar este nombre a su hijo, quiso olvidar todos los sufrimientos del

Antes de su muerte, Jacob adoptó como hijos suyos a los hijos de José (Gn 48.5), por lo que Efraín y Manasés llegaron a ser cabezas de tribus, a la par de Judá y Benjamín (Jos 16.4, 5). Sin embargo, en la bendición impartida por Jacob, Manasés ocupó un puesto inferior a Efraín, su hermano menor (Gn 48.19). Esto disgustó a José, pero Jacob no quiso rectificar su acción (Gn 48.13–20).

  1. Tribu que después de la conquista de Palestina ocupó dos porciones de tierra. Una de ellas estaba en las ricas regiones de Galaad y Basán. La otra se extendía entre el Jordán y el Mediterráneo, y tenía a Efraín y a Dan al sur. Al norte limitaba con Aser, Zabulón e Isacar (Jos 16 y 17). Gedeón y Jair, jueces de Israel, pertenecían a la tribu de Manasés (Nm 26.29, 30; Jue 6.11; 3). Además, esta tribu dio muy valiosos soldados para los ejércitos de David (1 Cr 12.20–22, 37) y tomó parte activa en algunas reformas religiosas (2 Cr 15.9; 30.1, 10, 11, 18). Años después fue conducida al destierro (1 Cr 5.26).
  2. Rey de Judá, hijo y sucesor de Ezequías; su madre se llamó Hefzibá. Ascendió al trono cuando solo tenía doce años y reinó cincuenta y cinco. El reinado más largo en la historia de la nación de Judá, aunque puede muy bien haber sido que los diez primeros años hayan actuado como regente de su padre, ya que la CRONOLOGÍA lo sitúa como rey entre los años 687 y 642 C.

Se le señala en el relato bíblico como uno de los reyes más perversos en la historia, tanto de Israel como de Judá. Su largo reinado fue uno de idolatría y de abierta rebelión contra Jehová. Sacrificó en el fuego a su primogénito como ofrenda a los dioses y se dedicó a establecer y apoyar en Judá toda suerte de religiones paganas. En su tiempo hubo un verdadero sincretismo de religiones cananeas, asirias y babilónicas; se practicó el espiritismo, la adivinación y la astrología, con la religión nacional o jehovismo. Son especialmente notorios los altares  paganos que mandó a construir en los atrios del templo.

Su largo reinado se caracterizó especialmente por la tiranía y la crueldad. Pronto todo el país estuvo lleno de «lugares altos» en los que cada uno adoraba lo que bien le parecía.

Sin embargo, 2 Cr 33.11–17 nos habla de una invasión asiria a Judá, en la que llevaron a Manasés prisionero a Babilonia. Allá sufrió tan grande humillación, que se sintió movido a sincero arrepentimiento y oró a Jehová, quien lo liberó y lo hizo traer nuevamente como rey a su patria. Con todo, parece ser que este arrepentimiento le duró bien poco. Es posible que La oración de Manasés, obra apócrifa atribuida a este rey mientras estuvo en prisión, esté basada en la afirmación de este arrepentimiento por el cronista. El nombre de Manasés se menciona en las crónicas de varios reyes asirios. Por las obras de carácter militar a que se dedicó a su regreso de Babilonia, parece ser que planeaba una rebelión contra Asiria (2 R 21.1–18; 2 Cr 33.1–20).

MANDRÁGORAS

La mandrágora officinarum es una herbácea perenne, sin tallo, con muchas hojas grandes de color verde oscuro, flores fértiles agrupadas al centro de las hojas, y frutos en baya a manera de manzanas pequeñas y de olor penetrante. Se da en lugares yermos de la Palestina. Sus raíces, que semejan curiosas formas humanas, dieron origen a la creencia de que poseía cualidades afrodisíacas o que aseguraba la concepción (Gn 30.14–16; Cnt 7.13). En realidad la planta es narcótica, purgante y emética.

MANIFESTACIÓN

Ver. SEGUNDA VENIDA.

 

MANUSCRITO

Ver. TEXTO Y VERSIONES ANTIGUAS DEL AT.

MANO

Parte del cuerpo humano que comprende desde la muñeca hasta la extremidad de los dedos, cuyas funciones son esenciales para el bienestar físico (1 Co 12.21). Entre los israelitas era común el ambidextrismo, y se consideraba una ventaja para la pelea.

Hay referencias bíblicas a los zurdos (Jue 3.15–21; 20.15, 16) y a los mancos (Lc 14.13, 21). Cortar una mano era severo castigo (Dt 25.12). Lavarse las manos era una costumbre a la que se le daba mucha importancia higiénica y ritual (Lv 15.11; Mt 15.1ss; Mc 7.1–4; Lc 11.38) y se utilizaba también en sentido simbólico, como muestra de inocencia (Dt 21.6; Sal 26.6; Mt 27.24). La mano también se utilizaba como elemento de medida; el ancho de una mano equivalía aproximadamente a nueve centímetros (Éx 25.25; 1 R 7.26).

En sentido figurado la mano simboliza el poder (Jos 8.19; Jue 6.13; Jer 12.7). Por estar ubicadas en ambos lados del cuerpo, las manos son en ocasiones sinónimas de «lado» (Gn 13.9). «Echar mano» de alguien significa apoderarse de él (Lc 20.19; Jn 7.30, 44), «estar bajo la mano» de alguien es estar sometido (Jue 2.16, 18) y la expresión «obra de las manos» equivale a trabajo o esfuerzo agobiador (Gn 5.29; 31.42).

Con diversos gestos de las manos se indican deseos o expresan sentimientos; por ejemplo, poner la mano sobre la boca indica silencio (Job 21.5; Pr 30.32); llevarla sobre la cabeza es un signo de dolor (2 S 13.19; Jer 2.37); aplaudir es muestra de alegría (Sal 47.1); estrechar la mano es prueba de amistad (2 R 10.15; Gl 2.9). Como expresión espiritual, se elevan las manos para invocar y orar (Éx 17.11; Dt 32.40; 1 R 8.22ss; Sal 28.2; 141.2). La imposición de manos significa consagración y concesión de bendiciones (Gn 48.14; Nm 8.10; Mc 10.16; Hch 6.6; 19.6; 1 Ti 4.14; Heb 6.2).

En sentido antropomórfico, la Biblia se refiere frecuentemente a «la mano de Dios».

De ella se afirma que es poderosa cuando ayuda y beneficia (Dt 9.26; Jos 4.24; 1 P 5.6), que es pesada cuando castiga (Éx 7.4; Dt 2.15; 1 S 5.6); o que descansa sobre los hombres para comunicarles espíritu profético (2 R 3.15; Is 8.11; Ez 1.3).

MANOA

(DESCANSO).

Padre de SANSÓN, de la tribu de Dan. El ángel del Señor se le apareció para anunciarle el nacimiento de su hijo y que este sería NAZAREO, consagrado a Dios, para salvar a Israel de mano de los filisteos (Jue 13). Evidentemente Manoa era un hombre de oración y temeroso de Dios. Aunque infructuosamente, junto con su esposa se opuso al matrimonio de Sansón con una mujer de Timnat (Jue 14.1–4). Es probable que muriera antes que Sansón (Jue 16.31).

MANSEDUMBRE

En el Antiguo Testamento la mansedumbre se destaca como virtud de quienes sufren opresión, estrechez, acusación o privación. Llegó a significar la actitud de sumisión a Dios del hombre o del pueblo que está en tales circunstancias (Nm 12.1–3; Sal 34.2). El rey mesiánico se presenta en esta perspectiva (Sal 45.4; Zac 9.9; cf. Mt 21.5). Dios vindicará a los mansos (Sal 25.9; 37.11; 76.9; Is 11.4).

Jesús personifica la mansedumbre (Mt 11.29; 2 Co 10.1). En el Nuevo Testamento se mantiene la promesa veterotestamentaria para los mansos (Mt 5.5; cf. Sal 37.11), pero se subraya la disposición de aceptar a los demás con amor, y la búsqueda de la mansedumbre (1 Co 4.11; 2 Co 10.1; Ef 4.1; 1 Ti 6.11). Se debe dar testimonio de paz y longanimidad ante los de afuera (Tit 3.2; Stg 3.13; 1 P 3.15). Esta mansedumbre es imitación de Jesucristo y don de Dios; es fruto del Espíritu (Gl 5.23; 6.1), del amor (1 Co 4.21), de la elección (Col 3.12) y del llamado (Ef 4.1, 2).

MANTEQUILLA

Alimento hecho de leche batida. Abraham ofreció mantequilla y leche y el becerro recién cocinado a los tres visitantes celestiales (Gn 18.8). En algunas referencias, «mantequilla» se traduce «cuajada de vacas» (Dt 32.14 BJ), «manteca» (2 S 17.29 RV) y «crema» (Jue 5.25 RV).

La mantequilla se preparaba llenando de leche (sin desnatar) una piel de cabra y se batía hasta que la leche se espesara (Pr 30.33). La leche usada se extraía de camella, vaca, cabra u oveja. Luego se colocaba la piel entre dos palos y se presionaba de un lado al otro hasta que la mantequilla quedaba lista.

MANTO

En la Biblia las palabras manto y túnica se usan indistintamente. Era una especie de capa confeccionada con lino o algodón. Los profetas usaban mantos hechos de piel de oveja (Zac 13.4). En ocasiones el manto adquiría carácter simbólico y sagrado; por ejemplo, en las relaciones de Elías y Eliseo (1 R 19.19; 2 R 2.13, 14).

Cuando Jesús entró en Jerusalén, la multitud de los discípulos extendió sus mantos por donde Él pasaba (Lc 19.36). A los pocos días, en un gesto de burla, los soldados de Pilato le pusieron un manto de púrpura real (Jn 19.2, 5).

MANZANA

La manzana del Antiguo Testamento (en hebreo, tappuah) no es el fruto que hoy conocemos por ese nombre y que no se da bien en la Palestina. Se han sugerido otros frutos: la cidra, citrus médica; la naranja china, citrus sinensis; y el albaricoque, prunus armeniaca, todos ellos se han importado de Oriente en tiempos relativamente recientes. Sin embargo, la manzana se menciona en La leyenda de Aqht (121.II:11), lo cual la sitúa en Siria en el siglo XIV a.C., y se usa como nombre de algunas ciudades bíblicas (Jos 15.34, 53; 17.8). De ahí que se identifique preferiblemente con el membrillo, cydonia oblonga, que sí es oriundo de las tierras bíblicas.

Una tradición popular habla de la manzana del paraíso, pero el texto solo dice «árbol» y «fruto» (Gn 3.1–19). El error se basa en la identificación falsa del árbol del Cnt 8.5 con el del huerto del Edén.

La RV traduce el vocablo hebreo kaftor por manzana en Éx 25.33–36; 37.17–22. Se trata de un detalle decorativo del candelero del tabernáculo. Según parece, estas manzanas sostenían las flores que adornaban el candelero, pero se desconoce su forma exacta. (Josefo, Antigüedades III, vi.7).

MAÓN

Nombre de un hombre y una ciudad en el Antiguo Testamento.

  1. Descendiente de Caleb (1 Cr 2.45).
  2. Ciudad de la heredad de Judá (Jos 15.55), que se encontraba en la altiplanicie al oeste del mar Muerto y al sur de Hebrón. Fue en el «desierto de Maón» donde David se ocultó cuando huía de Saúl (1 S 23.24, 25). Nabal, el rico cuya mujer, Abigail, vino a ser esposa de David, vivía en Maón.

MAQUIR

(VENDIDO).

Nombre de dos hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Hijo mayor de Manasés (Gn 50.23; Jos 17.1), fundador de la familia de los maquiritas, quienes se establecieron en Galaad, la tierra que arrebataron a los amorreos (Nm 26.29;39, 40; Dt 3.15; Jos 13.31; 1 Cr 2.23).
  2. Hijo de Amiel, habitante de Lo-debar y jefe de los galaaditas. Protegió a Mefiboset, el hijo cojo de Jonatán, hasta que David lo tomó a su cuidado (2 S 9.4, 5). En Mahanaim abasteció a David y su ejército de todo lo necesario para soportar la persecución de Absalón (2 R 17.27– 29).

MAR

Término usado en la historia de la creación para referirse a todas las aguas y diferenciarlas de la tierra seca (Gn 1.10; 1.22). También se aplica a extensiones específicas de agua, tanto dulce como salada.

El principal mar de la Biblia es el Mediterráneo, llamado el «gran mar» (Jos 1.4), «mar occidental» (Dt 11.24) y «mar de los filisteos» (Éx 23.31). Otros mares mencionados son: el mar Muerto, llamado «mar oriental» (Ez 47.18), el «mar Salado» (Gn 14.3), el «mar del Arabá» (Dt 3.17); el mar Rojo, llamado «mar de las Cañas» (Éx 15.4 BJ) y «mar de Egipto» (Is 11.15); el mar de Galilea, llamado también «mar de Cineret» (Nm 34.11), «lago de Genesaret» (Lc 5.1) y «mar de Tiberias» (Jn 21.1).

Los hebreos no eran amantes del mar. Temían a sus profundidades (el «abismo»), si bien estas estaban bajo el control de Dios (Sal 104.6–9). El mar es inquieto como los impíos (Is 57.20), el hombre sin fe (Stg 1.6) y los falsos profetas (Jud 13). En él se esconde gran peligro (Jon 1.4; Mt 18.6). Del mar suben las terribles «cuatro bestias grandes» de Dn 7.3 y la «bestia» de Ap 13.1.

Por otro lado, con la abundancia del mar se ilustra el día glorioso en que «la tierra será llena del conocimiento de Jehová» (Is 11.9).

MAR DE BRONCE

Enorme recipiente para agua, fundido de bronce por Hiram de Tiro y colocado al sudeste del templo de Salomón (1 R 7.23–46; 2 Cr 4.1–16). Aquí los sacerdotes se lavaban para purificarse (2 Cr 4.6). Para su hechura Salomón usó el bronce que David había tomado como botín en la guerra contra el rey arameo Hadad-ezer (1 Cr 18.8).

Posiblemente tenía forma circular, con diez codos de diámetro y cinco de «altura» o profundidad (1 R 7.23). Estaba adornado con flores por fuera y descansaba sobre las ancas de doce bueyes de metal. Según 2 Cr 4.5 contenía ciento once mil litros de agua (tres mil batos). En 739 a.C., el rey ACAZ lo mutiló para pagar tributo a Tiglat-pileser, ordenando que cambiasen los bueyes de bronce por una base de piedra (2 R 16.17).

Finalmente, los caldeos lo despedazaron y llevaron el metal a Babilonia (2 R 25.13, 16).

MAR DE GALILEA

Lago en la tierra de GALILEA. En el Antiguo Testamento se llama CINERET (Nm 34.11; Jos 12.3), nombre derivado de la raíz hebrea kinnor (arpa), porque a los judíos antiguos les parecía que el lago tenía forma de arpa. En el Nuevo Testamento se dice mar de Galilea (Mt 4.18; 15.29; Jn 6.1, etc.), aunque también se llama lago de Genesaret (Lc 5.1), y mar de Tiberias (Jn 6.1; 21.1; así también en la literatura rabínica).

El mar de Galilea tiene 21 km de largo, de norte a sur, y una anchura que varía de 6 a 12 km. Yace a 208 m bajo el nivel del mar y su profundidad llega a 48 m. Debido a que el río Jordán fluye de norte a sur a través del lago, el agua de este es dulce y no salada como la del MAR MUERTO.

Al mar de Galilea lo circundan colinas y algunos despeñaderos (Mc 5.13), excepto donde el Jordán desemboca y donde vuelve a salir. Alrededor también hay llanuras, y debido a toda esta configuración del terreno colindante, se producen vendavales repentinos que descienden sobre el lago (cf. Mt 8.24; Mc 4.37ss).

El agua era dulce y abundaba en peces (PEZ), por lo que en tiempo de Cristo la pesca era ocupación lucrativa (Mc 1.16–20). En esa época había por las orillas ciudades prósperas (CAPERNAUM; BETSAIDA, etc.), en las que Jesús llevó a cabo gran parte de su ministerio público. El lago gozaba de una situación estratégica para el comercio del Oriente, puesto que por allí pasaban importantes rutas comerciales. Hoy, debido a los cambios que ha habido en el comercio, la región ha perdido su prominencia y la única ciudad influyente en sus riberas es TIBERIAS.

MAR GRANDE

Nombre con que se designa al mar Mediterráneo (Nm 34.6), además de «el mar» (Jos 16.3), «el gran mar donde se pone el sol», «el mar occidental» (Dt 11.24; 34.2; Jos 1.4) y «el mar de los filisteos» (Éx 23.31). Este mar, que forma el límite occidental de Palestina, ha sido testigo de la mayoría de las civilizaciones antiguas que han influido en el mundo moderno, con excepción de las que se desarrollaron en los valles del Tigris y el Éufrates.

Al mar Grande lo afectan poco las mareas, pero a menudo se agita por vientos violentos (Jon 1.4; Hch 27). Los vientos del sudeste y del sudoeste predominan en la primavera, y los del nordeste y noroeste durante el resto del año. Su agua es más caliente y salada que la del Atlántico.

En su orilla oriental las principales poblaciones mencionadas en las Escrituras eran Sidón, Tiro, Tolemaida, Cesarea y Jope. Solo una vez en su ministerio Jesús se acercó a este mar: cuando pasó por la región de Tiro y Sidón y efectuó el milagro de liberación en la hija de la mujer sirofenicia (Mc 7.24ss).

Durante su ministerio, PABLO navegó varias veces por el mar Grande. Fue en este mar donde naufragó mientras lo llevaban prisionero de Cesarea a Roma, pero salió con vida en la isla de MALTA (Hch 28.1). Del relato de este viaje aprendemos muchos detalles de la navegación practicada en aquella época, cuando no había brújulas ni mapas detallados.

MAR MUERTO

Nombre con que el mundo occidental designa al mar en donde desemboca el río Jordán. En el Antiguo Testamento se llama «mar Salado» (Gn 14.3), «mar del Arabá» (Dt 4.49) y «mar oriental» (Jl 2.20; Zac 14.8). Josefo lo denominó «lago asfáltico» por la cantidad de asfalto que se halla en su extremo sur. Los árabes lo denominan Bahr Lut («mar de Lot») por relación directa con este personaje (Gn 13.10, 11; 19.1–30).

El mar Muerto se halla en la parte más baja de la profunda depresión geológica que se extiende desde el pie del monte Hermón hasta el golfo de Aqaba. Tiene ca. 64 km de largo (de norte a sur) y su anchura varía entre 10 y 15. Queda a 22 km de Jerusalén y es visible desde el monte de los Olivos.

Sus afluentes principales son: por el norte, el Jordán, por el este el Zerka Main, el Arnón, el Kerak y el Zered; por el sur, el Kurahy; y por el oeste, algunas fuentes como Ain Fashka y Ain Gadi (1 S 23.29), y torrentes invernales como el Cedrón.

Alrededor del mar Muerto se hallan restos arqueológicos de sumo interés histórico; por ejemplo, al oeste, tres km al norte de Ain Fashka, se halla QUMRÁN; unos 16 km al sur de Ain Gadi, se levanta la inmensa roca en forma de mesa, llamada Masada, en la que HERODES el Grande construyó una fortaleza que más tarde fue el último punto de resistencia de los judíos en la guerra con los romanos (66–73 d.C.). Josefo describe vívidamente esta resistencia (Guerras VII. VIII. IX). Al lado este, situada un poco al norte del río Arnón, se hallaba la fortaleza de Maqueronte, también construida por Herodes. La entregó a su hijo, HERODES Antipas, quien mandó encarcelar y ejecutar aquí a Juan Bautista, según Josefo (Antigüedades XVIII, v. 2; cf. Mc 6.14–29).

En cuanto al discutido sitio de SODOMA Y GOMORRA, algunos creen que «el valle de Sidim», que «estaba lleno de pozos de asfalto» (Gn 14.3, 10), es terreno cubierto ahora por la parte sur del mar Muerto. En este valle se hallaban las «ciudades de la llanura» y entre ellas Sodoma y Gomorra (Gn 13.10; 19.24–29). Al extremo sudoeste del mar hay una montaña de sal que ahora se llama Jebel Usdum (monte de Sodoma). En una esquina de ella se halla un pilar de sal que los árabes llaman la «esposa de Lot». Josefo, describiendo esta área, dice: «La esposa  de Lot fue convertida en un pilar de sal, pues yo mismo lo he visto» (Antigüedades I. XI.4).

Hay algunos fenómenos notables en el mar Muerto. Su superficie está a ca. 400 m bajo el nivel del Mediterráneo y 1.100 bajo el nivel de Jerusalén. Su agua es clara y transparente, pero está densamente cargada de sal. Tiene un peso específico que excede al de cualquier otra agua conocida. Una cuarta parte de su peso consiste en sustancias minerales, y en total es cuatro veces más pesada que el agua del océano. Tan densa es el agua, que una persona no puede hundirse en ella. El clima del área alrededor del mar es semitropical debido a su bajo nivel.

El mar Muerto era el límite oriental del territorio asignado a Judá (Nm 34.12; Ez 47.18). En «los fuertes de En Gadi» se refugió David, huyendo de Saúl (1 S 23.29). Al sur del mar Muerto se hallaba el «valle de Sal», escenario sobre los edomitas (1 Cr 18.12; 2 R 14.7). Ezequiel profetiza la sanidad de las aguas del mar Muerto por un afluente de agua pura que nacerá en el templo, correrá por el arroyo de Cedrón y descenderá al mar (Ez 47.8).

MAR ROJO

Traducción del nombre griego (erythrá thalassán) del mar que cruzaron los israelitas cuando huyeron de Egipto (Éx 15.4). Es el nombre usado en la LXX y en el texto griego del Nuevo Testamento (Hch 7.36; Heb 11.29). El nombre hebreo es yam suf que quiere decir «mar de juncos» o «mar de cañas». El último es el nombre usado en la BJ. El nombre hebreo se debe a la abundancia de juncos en el extremo norte del brazo occidental del mar, como también en el delta del Nilo (Éx 2.3, 5).

El nombre griego es de origen incierto.

En su salida de Egipto los israelitas cruzaron el extremo norte del brazo occidental del mar Rojo, o sea, el golfo de Suez. La opinión más generalizada es que el suceso tuvo lugar en las cercanías de lo que ahora se llama «los lagos Amargos». Los argumentos aducidos para sostener esta opinión son:

  • la entrada al desierto de Sur, a donde llegaron los israelitas después de cruzar el mar, se encuentra precisamente por este lugar;
  • en esta región hay vientos recios como los descritos en el relato bíblico (Éx 21);
  • aquí abundan los juncos (suf) y estos son aludidos en el nombre hebreo dado al mar;
  • esta parte del mar limitaba con Gosén, donde habían vivido los israelitas;
  • si hubieran cruzado lo que comúnmente se llama el mar Rojo, no habrían tenido tiempo suficiente para hacer el recorrido que el texto

Esta explicación no disminuye el aspecto milagroso del acto divino a favor de Israel, ni tampoco quita la fuerza del juicio de Dios sobre los ejércitos de Faraón.

Hay indicaciones de que el término yam suf se refiere tanto al golfo de Aqaba como al de Suez. Dios ordenó que los israelitas fueran al desierto por el yam suf (Nm 14.25; Dt 1.40; 2.1); es decir, por la vía del golfo de Aqaba. Más tarde Israel fue por el camino de yam suf para «rodear la tierra de Edom» (Nm 21.4; Jue 11.16).

También se emplea yam suf para referirse al puerto de Ezión-geber en el golfo de Aqaba, donde SALOMÓN construyó y mantuvo su flota marítima con la colaboración de los fenicios (1 R 9.26; 10.22; 2 Cr 8.17). Los arqueólogos han descubierto en este lugar minas de cobre pertenecientes al período salomónico, con la refinería más grande hasta ahora descubierta en el Cercano Oriente.

MARA

(AMARGO).

Nombre de una mujer y un lugar en la Biblia.

  1. Nombre adoptado por Noemí, «porque en grande amargura me ha puesto el todopoderoso» (Rt 1.20).
  2. Nombre dado al primer oasis que hallaron los israelitas, después de cruzar el mar Rojo (Éx 15.22–26). Las aguas eran amargas, pero se endulzaron cuando Moisés echó en ellas un árbol que señaló Jehová.

El sitio de Mara se identifica generalmente con el actual «Ain Hawara», unos 75 km al norte de la moderna ciudad de Suez. Algunos lo han identificado con CADES, pero no hay adecuada razón para ello.

MARANATA

Forma compuesta de dos palabras arameas, que aparece solamente en 1 Co 16.22 y Didajé 10.6. Puede traducirse:

  • «¡Señor nuestro, ven!»;
  • «Nuestro Señor ha venido», o:
  • «Nuestro Señor está presente».

No obstante, los contextos en que se usa la palabra hacen improbable la segunda posibilidad.

Seguramente Maranata era una oración jaculatoria de esperanza y ánimo con que se pedía la pronta venida del Señor (cf. Ap 22.20) o una afirmación de su presencia en medio del culto. El uso del arameo indica que la expresión era familiar a la iglesia primitiva en Palestina.

MARCA

La Biblia prohíbe el tatuaje porque este se relaciona con prácticas idolátricas en las que los individuos se marcaban con la imagen del dios o del animal sagrado (Lv 19.28).

Algunas marcas del Antiguo Testamento son de un simbolismo difícil de comprender; por ejemplo, la de CAÍN (Gn 4.15), la de Is 44.5; 49.16 y la que con forma de cruz el profeta Ezequiel pone sobre la frente de los elegidos (9.4–6 BJ).

En el Nuevo Testamento las marcas de Jesús son las huellas dejadas en Pablo por los azotes, apedreamientos y lapidaciones (Gl 6.17); son marcas que contrastan con las de la circuncisión. La marcas de Ap 13.16s, puede entenderse a la luz del relato de 3 Macabeos (2.29) según el cual TOLOMEO Filopátor marcó con fuego a los judíos la hoja de hiedra del dios Dionisos, como señal de violencia idolátrica.

MARCOS

MARCOS: Judío de Jerusalén mencionado en Hechos, en las cartas de Pablo y 1 Pedro, e identificado tradicionalmente con el autor del segundo Evangelio (EVANGELIO DE MARCOS). Llevaba dos nombres: «Juan», nombre hebreo, y Marcos, sobrenombre romano (Hch 12.12, 25; 13.5, 13; 15.37, 39). Era hijo de una viuda rica llamada María, cuya casa era centro de reunió para los primeros cristianos en Jerusalén (Hch 12.12–17), pero no se sabe cuándo Marcos abrazó el cristianismo. Llevado a Antioquía por Bernabé y Pablo (12.25), Marcos los acompañó también en el primer viaje misionero en calidad de ayudante (13.5), encargado probablemente de los arreglos del viaje (comida, hospedaje, etc.). Por razones que se desconocen (¿disensiones en algunos puntos de vista?), se separó de Bernabé y Pablo y volvió solo a Jerusalén (13.13), lo cual dio lugar a una desavenencia entre Pablo y Bernabé cuando estaban a punto de salir para el segundo viaje (15.36–41).

El Marcos de Hechos y el que se menciona en Col 4.10; Flm 24 y 2 Ti 4.11 son una misma persona, como lo demuestra el hecho de que Pablo en Col 4.10 transmita a los colosenses el saludo de «Marcos, el primo de Bernabé». Este parentesco explica que Bernabé haya intervenido a favor de Marcos y lo haya acompañado a Chipre (Hch 15.39).

A pesar de las divergencias relatadas en Hch 15, Marcos debía haberse reconciliado ya con Pablo cuando este escribió a los colosenses, puesto que se encontraba a su lado. La petición de 2 Ti 4.11 confirma la utilidad de Marcos en el ministerio de Pablo.

En 1 P 5.13 leemos: «La iglesia que está en Babilonia y Marcos, mi hijo, os saludan». Si admitimos que se trata de un mismo Marcos y que el autor de 1 Pedro es Pedro o un secretario allegado a él, Marcos debe haber trabajado con este apóstol en Roma, además de colaborar con Pablo. Hechos 12.12 y Papías, quien lo llama «intérprete de Pedro», evidentemente confirman esto. La expresión «mi hijo» es una muestra del cariño que unían al apóstol y su discípulo. Se ha conjeturado que el joven que «huyó desnudo» (mencionado solo en Mc 14.51s), fue Marcos. Según la tradición, Marcos fue el fundador y el primer obispo de la iglesia de ALEJANDRÍA y, años después, los venecianos se apoderaron de sus restos y los llevaron a Venecia, ciudad que ahora lo tiene como su santo patrono.

EVANGELIO DE MARCOS: Segundo libro del Nuevo Testamento y el más antiguo de los cuatro Evangelios. El Evangelio de Marcos describe más a la persona de Jesús por lo que hace que por lo que dice. Se caracteriza por un estilo vívido y directo.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

El libro puede dividirse en dos secciones. En la primera sección el eje geográfico es Galilea, región que despreciaban los judíos por estar poblada en parte por gentiles. Allí es donde Jesús predica y hace milagros públicamente. Pero sus enseñanzas y actos siguen siendo incomprensibles aun para los discípulos. El período de la predicación en Galilea termina con la confesión de Pedro y la Transfiguración, donde se revelan la identidad de Jesús y el misterio de su destino.

En la segunda sección, Jesús va camino de Jerusalén, y cuando llega concentra allí su ministerio por varios días. La hostilidad contra Jesús culmina con su crucifixión en la capital misma de la religión judía.

MARCOS: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza

PRIMERA PARTE: La presentación del Siervo (1.1—2.12)

SEGUNDA PARTE: La oposición al Siervo (2.13—8.26)

TERCERA PARTE: La instrucción del Siervo (8.27—10.52)

CUARTA PARTE: El rechazo del Siervo (11.1—15.47)

QUINTA PARTE: La resurrección del Siervo (16.1–20)

AUTOR Y FECHA

Aunque el Evangelio es anónimo, a su autor se le llama MARCOS; y desde el siglo IV se le ha identificado con el Marcos mencionado en el Nuevo Testamento, que por cierto no era apóstol como Mateo o Juan. Varios cristianos antiguos se refieren a este Evangelio y a las circunstancias en que este fue escrito. El testimonio más antiguo (Papías, 110 d.C.) dice así:

«Marcos, quien fue intérprete de Pedro, escribió exactamente, aunque sin orden, todo lo que recordaba, tanto las palabras como las acciones del Señor». De este y otros documentos se desprenden varios datos que concuerdan con los estudios modernos. En una época cuando la tradición cristiana tendía a atribuir la redacción de los Evangelios a los apóstoles, es improbable que Marcos haya sido designado como autor sin razones históricas fehacientes.

Si bien Marcos no siguió a Jesús en su vida terrestre, como «intérprete de Pedro» pudo transcribir con fidelidad las enseñanzas del Maestro. Su dependencia de Pedro se recalcó tanto en la tradición eclesiástica que el segundo Evangelio llegó a considerarse una simple transcripción de las memorias de Pedro. La realidad es más compleja, como veremos.

Desde fecha muy temprana, el Evangelio recibió críticas por su falta de orden y por incompleto (posiblemente por los círculos en que se escribieron Mateo y Juan). Sufrió en particular la comparación con Mateo, ya que este Evangelio se atribuía a un apóstol, era más extenso y ordenado, y retrataba a Cristo en forma más comprensible y atractiva. De ahí el escaso interés de los comentaristas en Marcos hasta el siglo pasado.

Para determinar cuándo se redactó este Evangelio, existen varios testimonios antiguos. Los mejores (por ejemplo, Papías, allá por el 110 d.C. e Ireneo, allá por el 180) afirman que Marcos escribió después de la muerte de PEDRO, ocurrida entre 64–68 d.C.

Además, el discurso escatológico de Marcos 13 refleja probablemente una situación anterior a la destrucción de Jerusalén por los romanos en el 70 (Mc 13.14; cf. Lc 21.20). Así que podemos fechar la composición de Marcos entre el 65 y el 70 d.C. Otros lo datan diez años antes.

MARCO HISTÓRICO

La tradición antigua según la cual Marcos escribió en Italia se confirma por indicios como la traducción al latín de algunas expresiones griegas (12.42; 15.16) y la alusión al romano RUFO (15.21). No obstante, los latinismos (5.9; 6.27, 37, etc.) no constituyen un argumento decisivo ya que casi todos son palabras técnicas de uso común en todo el imperio. La rápida difusión y aceptación de un Evangelio bastante deslucido comparado con los otros, y sin patrocinio apostólico directo, se entendería mejor de haberse editado en una iglesia de gran prestigio como la de Roma.

Además, parece estar dirigido a un público de cristianos procedentes de otras tradiciones religiosas (y no del judaísmo) por la explicación de las palabras arameas (3.17; 5.41; 7.11, 34; 14.36; 15.22) y de ciertas costumbres judías (7.3, 4; 14.12; 15.42). Así que es muy probable que Roma haya sido el lugar de origen al menos en cuanto a la redacción final. Con todo, no se puede descartar la posibilidad de que una primera versión de este Evangelio (o parte de sus elementos) provenga de otro medio (como Palestina).

APORTE A LA TEOLOGÍA

El Evangelio de Marcos es una obra literaria original y obedece a un propósito determinado. Este propósito no es en primer término biográfico, aunque sí hubo curiosidad en la iglesia sobre la vida de Jesús, sino teológico. Se ha llegado a llamar el Evangelio de Marcos un tratado de capacitación para equipos misioneros. Marcos quiere edificar a la comunidad cristiana ofreciéndole una serie de enseñanzas puestas en el molde de un relato de la vida terrenal de Jesús. No siendo un historiador moderno, le interesa menos la precisión cronológica y geográfica de su relato que la significación que tiene. Para él, el pasado y el presente se confunden; el Jesús que predicaba y curaba a los enfermos en Palestina se identifica totalmente con el Señor resucitado que habla y actúa en la iglesia contemporánea de Marcos.

Un rasgo muy original del retrato de Jesús en Marcos es el llamado «secreto mesiánico». Jesús rehuye la publicidad y procura ocultar su identidad de Mesías o de Hijo de Dios (1.24s; 34, 44; 5.43; 7.36, etc.); prefiere enseñar privadamente a sus discípulos (4.10–12; 7.17–30, etc.), quienes, sin embargo, no entienden el verdadero sentido de sus dichos y milagros (6.52; 8.17). Algunos autores ven en el secreto mesiánico una invención de Marcos o de su comunidad, pero este aspecto del Evangelio tiene bases históricas.

Jesús impulsó el silencio para evitar un entusiasmo popular de tipo revolucionario, o porque la naturaleza misma de su misión se lo exigía. No quería discípulos que le siguieran únicamente por los milagros que Él hacía. Se puede aceptar perfectamente que el secreto mesiánico sea una formulación teológica de la comunidad primitiva y afirmar a la vez que se apoya en una realidad histórica. Jesús, al vincular la predicación de la inminencia del reino de Dios con su propia persona, dio a su vida un significado implícitamente mesiánico.

Con la sistematización del secreto, Marcos quiso destacar el carácter misterioso de Jesús, y especialmente de la necesidad de su pasión y muerte (cf. 10.45). Para él, ningún título ni ninguna confesión de fe abarcaba totalmente la significación de la vida, cruz y resurrección del Señor. Más importante aún que la creencia recta es la acción recta, el seguimiento de Jesús: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame» (8.34).

Esta tendencia anti dogmática y activista de Marcos se expresa también en su concepción de la iglesia y en el entusiasmo misionero que llena su obra. Su Evangelio es la historia del compañerismo de Jesús con los suyos (cf. 3.14) que perdura en la iglesia contemporánea del evangelista. El Resucitado es el único jefe de la Iglesia, y nadie puede arrogarse una autoridad universal en la comunidad. De ahí la marcada reserva de Marcos hacia los discípulos, cuya incomprensión, ambición y exclusivismo señala varias veces (8.33; 9.38–41, etc.), y sobre todo hacia la familia de Jesús. Algunos han concluido que los pasajes 3.20s, 31–35 constituyen una censura indirecta de la hegemonía de JACOBO, hermano de Jesús, sobre la iglesia de Jerusalén.

El evangelista enfatiza a lo menos cinco «contradicciones» en la vida y misión de Jesucristo:

  • Entre su divinidad y humanidad,
  • Entre el Jesús victorioso y el Cristo de la cruz,
  • Entre la levadura de muerte y el pan de vida,
  • Entre la docencia ortodoxa y el discipulado vivencial y:
  • Entre la religiosidad eclesio-céntrica y una visión hacia el

A partir de estos rasgos polémicos, se puede vislumbrar el tipo de iglesia que Marcos encomia: abierta, sin límites rígidos, popular, sin preocupación intelectual y apologética exagerada, y movida totalmente por la exigencia dinámica de la conquista misionera.

La división del Evangelio en dos períodos y en dos zonas geográficas no obedece tanto a un desarrollo sicológico en la personalidad de Jesús, ni a una sucesión cronológica de acontecimientos, como a la expresión de una verdad teológica: el misterio de la salvación en Jesús no se entiende sino después de la resurrección.

¿Quién es Jesús para Marcos? ¿Cómo ve su persona y su obra? Comparado con los otros Evangelios, Marcos es moderado en el uso de los títulos relativos a Jesús. En ochenta y un casos lo llama sencillamente «Jesús». El término «Cristo» aparece solo siete veces, y nunca dicho por Jesús. En Marcos, Jesús suele designarse «Hijo del hombre», mientras que Marcos prefiere el título de «Hijo de Dios» que aparece en momentos clave del relato: al principio, en el relato del bautismo de Jesús (1.11), en el centro, dicho por la voz divina que se escucha en la transfiguración (9.7) y al final, en la confesión del centurión gentil al pie de la cruz (15.39). Según algunos más antiguos, Marcos lo incluyó también en el título de su libro (1.1).

OTROS PUNTOS IMPORTANTES

Las distintas escuelas de crítica bíblica llegan a una misma conclusión: el Evangelio de Marcos no es una obra enteramente original, nacida toda de la mente del evangelista, sino que este se valió de tradiciones orales o escritas que no se han conservado.

El léxico y el estilo de Marcos son típicos del habla popular. Su vocabulario contiene más diminutivos, más palabras arameas o hebreas y más transcripciones de palabras latinas que cualquier otro libro del Nuevo Testamento. La sintaxis es sencilla: las oraciones se coordinan solo mediante la yuxtaposición o la conjunción «y» y los adverbios «después», «entonces», «en seguida» y frases similares.

El análisis textual más reciente reconoce que lo que antes se consideraba como señal de un estilo poco refinado y artístico (como las frecuentes expresiones redundantes y parentéticas que interrumpen la narración) son artificios editoriales que Marcos usa en forma genial para destacar hechos o palabras con aplicación teológica (por ejemplo, 3.20–35 5.21–43). Lo mismo ocurre  con  las  anticipaciones  (analepsis,  cf.  3.9  y  4.1;  11.11  y  15–19;  14.54  y  66–72), repeticiones (prolepsis, cf. 1.32, 35; 4.2, 39; 5.39; 14.61; 15.25; 16.2) frecuentes paralelismos y estructuras concéntricas (quiamos, cf. 1.16–20 [21/28] 29–31; 14. 53–54 [55–65] 66–72).

Marcos, además, usa palabras («pan», «levadura») y espacios físicos («camino», «mar», «monte», «desierto», «ciudad», «casa», «templo») en forma simbólica y con intención teológica. Lejos de ser un narrador ingenuo, a Marcos se le considera hoy un teólogo profundo.

Una teoría muy antigua afirma que Marcos se inspiró en otro Evangelio anterior.

Desde San Agustín, prevalecía la opinión de que Marcos no era sino una imitación y abreviación de Mateo, pero se dejó de subestimarlo en el siglo XIX al reconocerse que en realidad Marcos no solo era anterior a Mateo y Lucas, sino que les había servido de fuente a los dos (EVANGELIOS). El evangelista Marcos creó el género literario «evangelio», combinando por primera vez los dos aspectos de la tradición anterior relativa a Jesús: los dichos y las narraciones.

Para descubrir las fuentes de Marcos, es indispensable estudiar la tradición evangélica que le precede en su estado oral. A continuación se dan algunos ejemplos de la agrupación de las unidades, aisladas en un principio.

Marcos 2.1–3.6 contiene cinco narraciones breves que enmarcan y ponen de relieve ciertas sentencias de Jesús (2.10, 17, 19, 27, 28; 3.4). Esas historias carecen de detalles realistas y de indicaciones temporales y geográficas. No fueron agrupadas para contar una serie de acontecimientos, sino para dar a conocer la opinión de Jesús sobre problemas de importancia vital para la comunidad cristiana (el perdón de los pecados, el ayuno, la actitud respecto al sábado, etc.).

Marcos 4.35–5.43 es de un carácter muy distinto. Contiene cuatro narraciones de milagros donde el interés principal es el relato del acontecimiento mismo. En contraste con 2.1–3.6, están vinculadas por anotaciones de lugar y de tiempo, y ofrecen detalles concretos. Las narraciones de milagros, construidas según un mismo esquema, ocupan un lugar importante en Marcos (1/5 de la totalidad del Evangelio), y recalcan el poder de Jesús sobre los demonios y la naturaleza, o bien para manifestar su misericordia para con los desdichados.

Una tercera clase de material utilizado por Marcos son los dichos y parábolas de Jesús. En 8.34–9.1 y en 9.33–50, por ejemplo, tenemos dos colecciones de sentencias primitivamente aisladas y luego recopiladas en relación con un tema para facilitar su aprendizaje.

Por último, Marcos incluye un cuerpo de tradición independiente, el relato de la Pasión. El enfoque principal del evangelista es la muerte y resurrección de Jesús como fundamento de la vida y misión de la Iglesia. Por eso algunos dicen que Marcos es un relato de la Pasión de Jesús (14.1–16.8a) con una larga introducción (1.11–3.37).

MARDOQUEO

Nombre de dos hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Nombre de uno de los que regresaron del cautiverio con Zorobabel (Esd 2; Neh 7.7).
  2. Personaje central del libro de Ester y gran patriota judío.

En los días de ASUERO, rey de Persia, vivía en Susa, capital del reino (Est 2.5). Adoptó como hija a su prima ESTER (2.7), a quien después el rey escogió para ser reina. Los hechos de Mardoqueo revelan un corazón dividido entre Persia y Judea: como persa salvó la vida del rey (2.19–23), como judío se negó a rendir homenaje a un gobernante (3.1, 2). Esto último trajo sobre los suyos una época de persecución (3.8, 9).

Ante el peligro, Mardoqueo acudió a Ester, entonces reina del país, y le ordenó intervenir en defensa de su pueblo (4.1–16). Hombre inteligente y sagaz, imponía su voluntad sobre la reina a la vez que era su siervo (4.17). Mardoqueo hacía los planes y Ester los ejecutaba. Una vez alcanzado el bienestar de los judíos, Mardoqueo llegó a ocupar el puesto de primer ministro del reino (10.1–3).

MARESA

Ciudad situada al pie de las colinas del sur de Gaza, a la vera del viejo camino a Hebrón. Fue fortificada por Roboam juntamente con otras ciudades que estratégicamente resguardaban a Jerusalén (2 Cr 11.5–12). Fue el escenario de la gran batalla entre el rey Asa y el etíope Zera. Los invasores etíopes fueron derrotados (2 Cr 14).

En Maresa nació Eliezer, el profeta (2 Cr 20.37). Miqueas la cita y amonesta a sus habitantes por el pecado de idolatría (Miq 1.15).

Durante la época intertestamentaria, Maresa llegó a ser una próspera colonia sidonia y después una fortaleza edomita. Fue saqueada por los Macabeos (1 Mac 5.66; 2 Mac 12.35).

Maresa es también el nombre de dos personas: el primogénito de Caleb (1 Cr 2.42) y un descendiente de Judá (1 Cr 4.21).

MARFIL

Traducción de la voz hebrea shen (diente [de elefante]). Se menciona por primera vez en la Biblia en relación con los viajes que las naves de Salomón hacían una vez cada tres años a la India (1 R 10.22; 2 Cr 9.21). Con marfil Salomón se hizo construir para sí un trono que además estaba cubierto de oro (1 R 10.18).

El marfil se usaba también para decorar las paredes de los palacios, muebles, tronos, mesas, vasijas y estatuas (Am 3.15; Ap 18.12). Era signo de riqueza y lujo. Ezequiel 27.6, 15 habla de la ciudad de Tiro y del comercio que mantenía con ébano y marfil. En Cnt 5.14 el cuerpo del amado se compara con «claro marfil cubierto de zafiros» y en 7.4 el cuello de la esposa se figura como «torre de marfil».

MARI

Ciudad que modernamente corresponde a Tell Hariri, en la parte sudeste de Siria cerca del río ÉUFRATES. Las excavaciones de Mari, iniciadas en 1933 por A.

Parrot, la destacan como uno de los mayores centros de civilización en tiempos antiguos.

Mari existía en el milenio IV a.C. En varias épocas fue destruida y reconstruida. En ella había templos dedicados a varios dioses: Ninhursag, Samas y Dagán. En un sitio se descubrieron restos de una serie de cuatro templos de Ishtar, uno sobre el otro.

La importancia de Mari en el siglo XVIII a.C. gira alrededor de un gigantesco palacio de 300 cámaras descubierto en ella. En este palacio se encontraron unas 23.000 tablillas que iluminan la geografía, historia y cultura de la Mesopotamia de aquella época. Son en su mayoría textos administrativos y correspondencia diplomática. Destacan la rivalidad de las ciudades-estado en Mesopotamia, y de ellas se deduce que se formaron varias coaliciones hasta que  Hammurabi dominó toda la región y destruyó a Mari.

Por los textos de Mari comprendemos mejor los antecedentes culturales de los patriarcas. Están escritos en acádico, pero los nombres y el vocabulario indican por lo menos que los líderes eran semitas del oeste. Los pueblos de Nahur, Til-turahi y Sarug, cerca de HARÁN, tienen nombres casi iguales a los de los padres de Abraham (Serug, Nacor y Taré; Gn 11.23, 24). Se mencionan varios ataques de los habiru. Algunos nombres personales son semejantes a los de los personajes bíblicos, por ejemplo, Aruiko (cf. Arioc, Gn 14.1), Abraham, Jacob, etc. Se  habla de un grupo o tribu de benjamitas.

Aunque no son los mismos personajes de Génesis, es notable que tales nombres hayan sido comunes.

Varias costumbres descritas también sugieren paralelos con Génesis. Era costumbre matar a un asno para confirmar un pacto (cf. Gn 33.19; 34.1–3). La herencia de tierras no debía venderse fuera de la familia, al igual que entre los patriarcas.

A pesar de los paralelos, existen también notables diferencias. Muchos textos de Mari se ocupan de la adivinación basada en la astrología o la inspección del hígado. En cambio, la Biblia prohíbe la adivinación y magia. Se han encontrado paralelos entre el profetismo en Israel y en Mari. Por cierto, Mari es el único lugar fuera de la Biblia donde hay indicaciones de un profeta «enviado» por un dios a entregar un mensaje. Pero en Mari se trata de un mensaje al rey tocante a su falla en ciertos ritos. Las características de los mensajes proféticos bíblicos y el mandato de dar el mensaje a todos, la preocupación ética y la responsabilidad de todo el pueblo por la justicia social no se encuentran en los profetas de Mari.

MARÍA

Nombre que se ha interpretado de diversas maneras, según la raíz semítica de la que se trace su derivación. Las varias posibilidades son: «rolliza», «niña deseada», «la que ama o es amada de Yahveh», y «la amada».

  1. Profetisa y hermana de MOISÉS y AARÓN, hija de Amram y Jocabed (Nm 59). Éxodo 2.4, 7, 8 relata que una hermana del niño Moisés vigilaba la arquilla de juncos en que este fue echado al río; probablemente se tratara de María. Ella dirigió a las mujeres israelitas en el canto y danza de alabanza después que cruzaron el mar Rojo (Éx 15.20, 21), y junto con Aarón se rebeló contra Moisés cuando este se casó con una cusita.

Como el motivo fueron los celos contra Moisés, Jehová castigó a María con la lepra. Moisés intercedió por ella, y fue limpia (Nm 12). Cuando María murió, la sepultaron en Cades (Nm 20.1). En tiempos posteriores se recordaba a María como líder junto con sus hermanos (Miq 6.4), y también como ejemplo del castigo divino (Dt 24.9).

  1. Hija de Esdras según la genealogía de 1 Cr 17.
  2. Madre de Jesús. Según las narraciones de la infancia de Jesús en Mateo y Lucas, María, una doncella joven de NAZARET y desposada con JOSÉ, recibe el anuncio angelical del nacimiento de Jesús. La anunciación (Lc 1.26–38) es precisamente la notificación a María de que Dios le ha conferido gracia y bendición al escogerla como madre del Mesías.

La pregunta con que María respondió al ángel («¿cómo será esto? pues no conozco varón») la han interpretado algunos exégetas católicos como indicio de que había hecho un voto de virginidad. Sin embargo, otros exégetas católicos y la interpretación protestante presentan fuertes argumentos en contra de esta idea: el concepto judío del matrimonio no admite la posibilidad de un voto de tal naturaleza (HERMANOS DE JESÚS).

Tampoco su condición de prometida, para la cual María habría dado su  consentimiento según la costumbre, permite pensar que ella no contemplara la consumación del matrimonio. Se concluye que María puso la objeción de que no conocía varón simplemente porque no entendía cómo la promesa de una maternidad inmediata podría realizarse, dada su condición de virgen desposada solamente. Al enterarse de que sería una concepción virginal, María expresa su conformidad con la voluntad divina (Lc 1.38), actitud típica de profetas y siervos de Dios a través de la historia de Israel. En ninguna manera pueden entenderse sus palabras como un fiat de colaboración humana en la consecución de la salvación.

El parentesco de María con ELISABET (Lc 1.36; cf. 1.5) podría indicar que María era de linaje aarónico (levítico). Su canto de alabanza a Dios revela que María conocía bien las Escrituras del Antiguo Testamento (Lc 1.46–55). Después de otra intervención angelical, José quedó convencido de que se debía casar con María (Mt 1.18–25), y fueron juntos a Belén en obediencia al edicto romano del empadronamiento (Lc 2.1–7). Por falta de alojamiento en la aldea, María dio a luz a su primogénito en un establo, pero más tarde cuando llegaron los magos a Belén, estos visitaron al niño en una casa (Mt 2.11).

María y José cumplieron los ritos judíos de circuncisión y presentación del niño y la purificación de la madre (Lc 2.21–24). Según Mt 2.20–23, los tres huyeron a Egipto para escapar de la ira de HERODES. A su regreso establecieron su hogar en NAZARET. El único relato de la niñez de Jesús (Lc 2.41–52) revela que «sus padres» solían asistir a la Fiesta de la Pascua en Jerusalén. Cuando María reprochó a Jesús por haberse quedado atrás en el templo, Jesús respondió que Él debía atender las cosas de su Padre, contestación que dejó perplejos a María y a José.

Evidentemente María no acompañó a Jesús en su ministerio público, aunque asistieron juntos a una celebración social en CANÁ. En esta ocasión parece que María creyó que su Hijo podría suplir la falta de vino, pero la ligera reprimenda de Jesús muestra que ella todavía no comprendía bien ni la naturaleza ni las condiciones de su ministerio (Jn 2.1–11).

Cuando María y los hermanos de Jesús querían apartarlo de un ministerio agotador, Jesús hizo valer su independencia de la relación familiar (Mc 3.21–35). Esta prioridad de relación espiritual sobre la que es solamente física se subraya también en la respuesta que Jesús dio a la mujer que quiso elogiar a su madre (Lc 11.27, 28). A pesar de que los hermanos de Jesús no creían en Él (Jn 7.5), María se unió al grupo de fieles creyentes en el momento de la crucifixión. Jesús la encomendó al cuidado del discípulo amado (Jn 19.25–27). Solo una vez más se menciona a María en el Nuevo Testamento: en Hch 1.14, donde se indica que tanto ella como los hermanos de Jesús se contaban entre los discípulos después de la resurrección.

El carácter de María que se percibe en los Evangelios es el de una mujer judía espiritualmente sensible, fiel y obediente a la voluntad divina. Sin duda, de ella Jesús recibió su primera instrucción en las Escrituras. Aunque luego se desconcertó por la forma en que Jesús desempeñaba su oficio de Mesías, hay que reconocer que este dejó perplejos también a sus propios discípulos. Solamente a la luz de la resurrección podían discernir el misterio divino en el ministerio y muerte de Jesús.

  1. María Magdalena. Mujer probablemente oriunda de MAGDALA. Se menciona solamente una vez durante el ministerio de Jesús, como persona liberada de siete demonios, que luego figuró entre las mujeres agradecidas que servían al grupo itinerante de discípulos (Lc 8.1–3; cf. Mc 15.40, 41).

Aunque la tradición ha identificado a María Magdalena con la mujer pecadora de Lc 7.37– 50, es dudoso que sean una misma persona, puesto que Lucas la presenta en el cap. 8 como una figura nueva en la historia. Además, no es muy probable que JUANA, mujer de Chuza, intendente de Herodes, se hubiera asociado con una mujer de mala reputación.

Estas mujeres acompañaron a Jesús hasta Jerusalén y presenciaron la crucifixión (Mt 27.55, 56; Mc 15.40, 41; Jn 19.25). Con el propósito de ungir el cuerpo de Jesús, María Magdalena, acompañada de otras, llegó a la tumba (Mt 28.1;). Luego relataron el anuncio del ángel a los incrédulos discípulos (Lc 24.1–11). Juan 20.1–18 narra, además, que el Señor resucitado se le apareció a María Magdalena mientras esta lloraba junto al sepulcro.

  1. María de BETANIA, hermana de MARTA y LÁZARO. Era sin duda discípula de Jesús, y cuando este llegó a su casa, dejó a su hermana las preocupaciones domésticas para sentarse a los pies del Maestro. Jesús elogió la acción de María cuando Marta reclamó la ayuda de esta (Lc 10.38–42). Aparece especialmente en la narración de la enfermedad y muerte de Lázaro su hermano, lo cual ocasionó otra visita de Jesús a Betania, y dio a María la oportunidad de mostrar otra vez su devoción (Jn 11.1–44) y su fe en Jesús (v. 32).

Más tarde también mostró esa devoción ungiendo los pies del Señor (Lc 7.36–50), acto ocurrido casi en el inicio del ministerio de Jesús en Galilea, en casa de un fariseo. Por otro lado, parece que Mateo (26.6–13) y Marcos (14.3–9) sí se refieren a María sin nombrarla y con la diferencia de que el ungimiento es en la cabeza. Jesús interpretó este acto a la luz de su muerte inminente.

  1. Madre de JACOBO el menor y JOSÉ, discípulo que servía a Jesús y su compañía (Mc 15.40, 41; cf. Lc 8.1–3). Acompañó a Jesús a Jerusalén y allí presenció la crucifixión (Mt 27.55, 56; Mc 15.40, 41; Lc 23.49) y también su sepultura (Mt 27.61; Mc 15.47; Lc 23.55). Asimismo participó con otras en procurar algunas especias para ungir el cuerpo (Mc 16.1; Lc 23.56). Vio la tumba vacía, y oyó el anuncio angelical de la resurrección (Mt 28.1–7; Mc 16.2–7; Lc 24.1–7). Al salir a dar la noticia a los discípulos (Mt 8; Lc 24.9–11), ella y las demás vieron al Señor resucitado (Mt 28.9, 10).

Algunos intérpretes han identificado a esta María con MARÍA mujer de Cleofas.

  1. Mujer de CLEOFAS, una de las mujeres presentes en la crucifixión (Jn 19.25). Aunque algunos la han identificado con «la hermana de su madre» (de Jesús) que se menciona en el mismo versículo, no es muy probable que hubiera dos hermanas con un mismo nombre. Así que no son tres, sino cuatro las mujeres nombradas.

Una antigua tradición que identifica a Cleofas como hermano de José, el padrastro de Jesús, concluye que esta María de Cleofas era la cuñada de María la madre de Jesús. Si los nombres Cleofas y ALFEO se refieren a un mismo individuo, esta María también sería madre de Jacobo el discípulo (Mc 3.18), de Leví (Mc 2.14) y de José (Mc 15.40).

  1. Madre de Juan MARCOS, residente en Jerusalén, cuya casa servía de lugar de reunión para los primeros cristianos (Hch 12).
  2. Mujer a la que Pablo saluda y alude como trabajadora en la congregación de Roma (Ro 6).

MÁRMOL

Piedra caliza de textura compacta y cristalina, susceptible de buen pulimento. Sus variedades son casi innumerables. Se usó para construir columnas y el losado en el palacio de Asuero (Est 1.6) y en la construcción del templo de Salomón (1 Cr 29.2). El mármol amarillo y rojo se extraía del Líbano (1 R 5.14–18) y parte de Arabia.

Una variedad de mármol, la malaquita, se encontraba en Jerusalén. Fue explotada por Salomón y más tarde también por Herodes para sus múltiples construcciones. (ALABASTRO.)

MARTA

(DAMA).

Hermana de María y de LÁZARO; amigos amados de Jesús. Los tres vivían en BETANIA. Durante una visita de Jesús, el excesivo afán por los detalles prácticos de la hospitalidad acongojó tanto a Marta, que llegó a quejarse ante el Señor por la negligencia de su hermana María. Como respuesta, Él trató de que Marta comprendiera que el valor de su palabra sobrepasaba el de esas preocupaciones (Lc 10.38–42). Algún tiempo después, Marta mostró tal percepción espiritual que Jesús le reveló más claramente que a nadie lo indispensable de la fe en Él para participar en la resurrección (Jn 11.17–27).

Marta servía en la cena en que María ungió los pies de Jesús (Jn 12.1–8). En Mt 26.6– 13 y Mc 14.3–9 se relata también una cena celebrada en la casa de Simón el leproso, en la que se unge a Jesús. Si esto se refiere a un mismo acontecimiento, posiblemente María fuera la hija, la esposa o la viuda de Simón.

MARTILLO

Traducción de varias palabras hebreas.

  1. Maccaba designa tanto el instrumento del herrero (Is 44.12) como el del picapedrero (1 R 6.7). De esta palabra viene el nombre «MACABEO».
  2. Pattish es un sinónimo (Is 41.7) y se usa en sentido figurado. La palabra de Jehová se compara al «martillo que quebranta la piedra» (Jer 23.29). Babilonia se tilda como «el martillo de toda la tierra» (Jer 23).

MASAH

Ver. MERIBA.

 

MASQUIL

Término hebreo que aparece en los títulos de trece salmos: 32, 42, 44, 45, 52–55, 74, 78, 88, 89 y 142. Su significado es incierto. Según algunos, significa «instrucción»; en este caso sería  un poema contemplativo, meditativo o didáctico, una composición que expone intuiciones divinas.

MATÁN

(REGALO [DE DIOS]).

Nombre de tres hombres mencionados en la Biblia.

  1. Sacerdote de Baal (2 R 11.18; 2 Cr 17).
  2. Padre del Sefatías que echó a Jeremías en la cisterna (Jer 1–28).
  3. Abuelo de José, esposo de María, que aparece en la genealogía de Jesucristo (Mt 15).

MATANÍAS

(REGALO).

Nombre de once hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Hijo del rey Josías de Judá (2 R 24.17). Después que el rey de Babilonia puso por rey a Matanías, le cambió el nombre a Sedequías.
  2. Fundador de una familia y director del coro en tiempos de Zorobabel (Neh 17).
  3. Levita coreíta que regresó del cautiverio (1 Cr 31).
  4. Cantor del santuario durante el reinado de David (1 Cr 25.4, 16).
  5. Un descendiente de Asaf que ayudó al rey Ezequías de Jerusalén en limpiar la casa de Jehová (2 Cr 13).
  6. Descendiente de Elam (Esd 10.26). Después de la cautividad, Matanías se divorció de su esposa
  7. Hijo de Zatu que se divorció de su esposa pagana (Esd 27).
  8. Hijo de Pahat-moab que se divorció de su esposa pagana (Esd 30).
  9. Hijo de Bani que se divorció de su esposa pagana (Esd 37).
  10. Portero en tiempos de Nehemías (Neh 25).
  11. Levita abuelo de Hanán que sirvió en tiempos de Nehemías en los tesoros del templo (Neh 13.13).

MATENAI

(REGALO DE JEHOVÁ).

Nombre de tres hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Hijo de Hasum que se divorció de su esposa pagana después de la cautividad (Esd 33).
  2. Hijo de Bani que se divorció de su esposa pagana después de la cautividad (Esd 37).
  3. Sacerdote en los días del sumo sacerdote Joiacim (Esd 19).

MATEO

(GRIEGO, DEL HEBREO MATTAI, ABREVIATURA DE MATTANYA, QUE SIGNIFICA REGALO DE DIOS).

Uno de los doce apóstoles de Jesús, aunque su nombre no aparece en todas las listas de estos (Mt 10.3; Mc 3.18; Lc 6.15; Hch 1.13). Solo Mateo 10.3 informa que era PUBLICANO. Según Mt 9.9, Mateo se encontraba sentado en el puesto del cobrador en Capernaum cuando el Señor lo llamó. En los pasajes paralelos, sin embargo, a este apóstol se le llama LEVÍ, y Marcos añade la frase «hijo de Alfeo» (Mc 2.14; Lc 5.29).

Sin duda se ha de ver en Mateo: Leví un nombre doble.

La cena ofrecida después del llamamiento de Mateo parece haber tenido lugar en la propia casa de este (Mt 9.10 indica sencillamente «en la casa»; Mc 2.15 y Lc 5.29 rezan: «en su casa», que difícilmente podría referirse a la de Jesús). Cabe notar que como aduanero sabría escribir y que además del arameo, conocía también el griego.

Fuera de los textos mencionados no hay otra referencia personal a Mateo en el Nuevo Testamento. Papías (siglo II d.C.) dice que Mateo «compiló los oráculos [del Señor] en lengua hebrea [o sea, arameo], y cada uno los traducía [o interpretaba] luego como podía». Por tanto, la iglesia primitiva creía que Mateo era el autor del Evangelio que lleva su nombre, a pesar de que este Evangelio se escribió en griego.

Hoy muchos eruditos no creen que Mateo haya sido el autor del Evangelio, si bien algunos admiten que posiblemente fuera compilador de los dichos de Jesús, o de las numerosas citas del Antiguo Testamento, y que por eso lleva su nombre. Otros suponen que Mateo fue secretario del grupo de discípulos que registró los dichos de Jesús, y así se constituiría en el autor. Sin embargo, en el Evangelio mismo no se identifica al autor. (MATEO, EVANGELIO DE.)

EVANGELIO DE MATEO: En los primeros siglos de nuestra era, Mateo se distinguía como el más leído e influyente de los cuatro Evangelios. En la mayoría de las listas de los libros del Nuevo Testamento Mateo aparece en primer lugar. De esto hay tres posibles explicaciones:

  • fue el primer Evangelio escrito;
  • lo escribió un apóstol y esto se creía firmemente en aquel entonces y:
  • fue muy apreciado en la iglesia debido a su forma literaria y didáctica.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

Una de las razones de la inmensa popularidad de Mateo es la forma ordenada, concisa y cuidadosa en que fue escrito. El evangelista procede según un plan bien trazado a recopilar su materia según temas, aunque no siempre en forma cronológica.

Reúne en cinco grandes discursos didácticos mucha materia que se encuentra dispersa a través de los otros sinópticos (aunque véase el Sermón del Llano en Lucas 6.17–49).

Los cinco discursos presentan diversas facetas del tema central del Evangelio, que es el Reino de los cielos:

  • Mt 5–7, el SERMÓN DEL MONTE;
  • Mt 10, el discurso misionero;
  • Mt 13, las parábolas del Reino;
  • Mt 18, el discurso sobre los pequeños y sobre los disgustos entre hermanos;
  • Mt 24 y 25, el discurso escatológico.

Estos discursos forman la espina dorsal del Evangelio. Señala su importancia la fórmula concluyente: «Y cuando terminó Jesús estas palabras» u otra frase semejante (7.28; 11.1; 13.53; 19.1; 26.1). Aunque algunos eruditos consideran como otro discurso la diatriba contra los escribas y fariseos (Mt 23), esta omite la fórmula concluyente y no trata de una enseñanza específica sobre el reino como los otros discursos.

Entre un discurso y otro, Mateo ha intercalado muchas narraciones del ministerio de Jesús. Esta manera de presentar el mensaje integral de Jesús demuestra la relación íntima que debe haber entre los hechos de la vida de Jesús y la enseñanza del reino con su ética correspondiente.

Otra manera de bosquejar el Evangelio es a partir de la frase «desde entonces», que se halla en 4.17 (al principio del ministerio de Jesús, cuando va creciendo su popularidad) y en 16.21 (en la declinación de su ministerio que culmina en su muerte).

MATEO: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza

PRIMERA PARTE: La presentación del rey (1.1—4.11)

SEGUNDA PARTE: La proclamación del rey (4.12—7.29)

TERCERA PARTE: El poder del rey (8.1—11.1)

CUARTA PARTE: El rechazo progresivo del rey (11.2—16.12)

QUINTA PARTE: La preparación de los discípulos del rey (16.13—20.28)

SEXTA PARTE: La presentación y el rechazo del rey (20.29—27.66)

SÉPTIMA PARTE: La prueba del rey (28.1–20)

AUTOR Y FECHA

Hasta hace relativamente pocos años era unánime la creencia de que MATEO-LEVÍ había escrito el primer Evangelio, pero actualmente la mayoría de los eruditos ponen en tela de juicio tal paternidad. El problema gira alrededor de dos factores:

  • Mateo contiene casi todo el material contenido por el EVANGELIO DE MARCOS, escritor no apostólico, de lo cual es posible deducir que Mateo dependía de Marcos. Sería inconcebible que un apóstol y testigo ocular del ministerio de Jesús se apoyara en uno que no lo era (EVANGELIOS).
  • No se sabe a ciencia cierta cuál fue la lengua original del Evangelio: según Papías (Eusebio, Hist. Eccl. III, 39, 16), «Mateo ordenó los logia del Señor en el dialecto de los hebreos [que significa arameo] y cada uno los interpretaba [o traducía] como podía». Se discute arduamente si logia quiere decir «los dichos del Señor» (que significa, su enseñanza) o «los escritos acerca del Señor» (quizás el Evangelio completo). Según algunos eruditos, el texto actual de Mateo parece haberse escrito originalmente en griego. De ser así, dicen, el apóstol Mateo no pudo haberlo escrito. Desde luego, el apóstol era de Galilea, región bilingüe, por lo que es muy posible que haya dominado ambos

De todos modos, el testimonio de los Padres de la Iglesia en los primeros siglos sostiene la tesis de la paternidad de Mateo, aunque todos los Evangelios son anónimos y nada nos obliga a creer como artículo de fe la atribución tradicional (SEUDONIMIA).

Dos detalles nos inclinan a creer que Mateo tuvo algo que ver con la composición:

  • en 3 se llama a Mateo «el PUBLICANO», cosa que Mateo mismo hubiera podido hacer, pero no otros (cp. Mc 3.18 y Lc 6.15, donde falta este epíteto);
  • en Mateo 10 se localiza la fiesta de Mateo sencillamente «en la casa» como si fuera su propia casa, mientras los otros sinópticos (Mc 2.15; Lc 5.29) usan «en su casa», refiriéndose directamente a la de Mateo (Leví).

 

La composición de Mateo tiene sus raíces en el mismo universalismo del mensaje de Jesús, porque desde el principio fue necesario explicar a los judíos que su fe, tradicionalmente limitada a Israel, iba a ser compartida con los gentiles. Al comienzo los judíos no comprendieron las implicaciones de esto, y aún después de iniciada la misión a los gentiles, pensaron que estos tendrían que satisfacer todos los requisitos del judaísmo para entrar en el Reino. Así que el problema de Mateo es el de explicar cómo el REINO DE LOS CIELOS, claramente profetizado en el Antiguo Testamento, se da, no a los que rechazan al Mesías, sino a todos los que reciben a Jesús como Señor y producen los frutos del Reino (21.43).

Además, puesto que Jesús se constituyó en Señor del cielo y de la tierra (28.18), era preciso proclamar su señorío universal a todo el mundo (28.19). Aunque la necesidad de escribir este Evangelio existía desde el tiempo de Jesús, no fue sino hasta poco después de iniciada la misión a los gentiles y aun hasta más tarde en el siglo I, al agudizarse la oposición judía hacia el cristianismo, cuando se halló verdadera ocasión para su composición. Por eso se han sugerido fechas que se extienden desde la quinta década hasta la novena; no hay consenso al respecto.

Algunos aseguran que 22.7 se refiere a la destrucción de Jerusalén ya acaecida, lo cual favorecería una fecha posterior a 70 d.C. Pero como no hay referencia clara a esta destrucción se podría admitir una fecha de la sexta o séptima década (en todo caso, después de la publicación de Marcos).

MARCO HISTÓRICO

Es creencia casi universal que Mateo se escribió para los judíos. Esto se basa en los siguientes hechos:

  • La genealogía de Mateo 1–17 comprende únicamente la historia de Israel, desde su fundador Abraham, hasta Jesús (la genealogía de Lucas 3.23–38 se remonta hasta Adán).
  • Las muchas citas del Antiguo Testamento tienen por objeto mostrar que en Jesús se cumplen las esperanzas mesiánicas; de especial interés son las once citas precedidas por la frase «para que se cumpliese lo dicho por el profeta» (22s; 2.17s, 23; 4.14ss; 8.17; 12.17ss; 13.35; 21.4s; 26.56; 27.9s; cf. 26.54).
  • La Ley Mosaíca y otras ideas del judaísmo se contrastan con la palabra de Jesús, que evidentemente es
  • Algunos ven en los cinco grandes discursos del Evangelio (cf. los cinco libros de Moisés) un indicio de que Mateo ve a Jesús como el nuevo legislador, el nuevo Moisés que da sus leyes desde otro
  • También hay referencias a los judíos en sus relaciones con los gentiles (11s; 21.33–45, especialmente el versículo 43). Estos detalles, y otros más, parecen indicar que el autor escribía para judíos, o judeocristianos de habla griega (sin excluir a los gentiles), y trataba de explicar cómo el reino prometido a los judíos les fue quitado a estos y dado a los gentiles.

El objetivo básico del Evangelio ha sido muy discutido: algunos recalcan su propósito catequístico; otros, su carácter litúrgico, y otros, su finalidad apologética o misionera. La verdad seguramente se halla en una combinación de varias de estas sugerencias. Sin embargo, el tema central y preponderante es sin duda el Reino de los cielos.

APORTE A LA TEOLOGÍA

La estructura literaria de Mateo encierra también una estructura teológica, porque en los cinco discursos enseña lo fundamental acerca del «reino de los cielos»:

  • en el Sermón del Monte, versículos 5–7, nos da las leyes básicas del Reino;
  • el discurso misionero, versículo 10, presenta la imperiosa necesidad de proclamar el mensaje del Reino a los demás;
  • las parábolas del Reino, versículos 13, declaran el desarrollo del Reino y su concepto total desde el punto de vista cronológico;
  • el discurso de Mateo 18 enseña las relaciones personales y la comunión que deben prevalecer dentro del Reino; y:
  • el discurso escatológico, versículos 24 y 25, destaca el desenlace de todo el proceso del Reino en la SEGUNDA VENIDA DE

OTROS PUNTOS IMPORTANTES

Mateo es el único Evangelio que usa la palabra «iglesia» (16.18; 18.17), y por eso se le llama el «Evangelio eclesial». Sin embargo, la frase «pueblo de Dios» describe mejor la iglesia en nuestros días, y este concepto se encuentra repetidamente en los Evangelios.

Únicamente Mateo usa la frase «REINO DE LOS CIELOS», aunque también emplea cuatro veces el sinónimo «reino de Dios».

Se caracteriza por algunas tensiones y paralelismos interesantes:

  • entre el señorío del Padre (25) y el de Jesús (28.18);
  • entre el cielo (o Dios) y la tierra (o el hombre) (1–20; 7.11; 10.32s; 16.17, 19; 18.18s; 21.2ss);
  • entre la presencia física de Jesús (23) y su presencia espiritual durante su ausencia física (18.20; 28.20);
  • entre el castigo de los judíos por su rechazamiento del Mesías (11s; 21.43; 24.3–13, destrucción de Jerusalén) y el castigo de los gentiles que no fueran fieles a la voluntad de Jesús (25.31–46).

MATÍAS

(FORMA ABREVIADA DE MATATÍAS, NOMBRE COMÚN ENTRE LOS MACABEOS; EN HEBREO, DON DE DIOS).

Cristiano elegido como sucesor de Judas Iscariote después de la ascensión del Señor (Hch 1.15–26). Lo seleccionaron mediante un sorteo (cf. Lv 16.8), método que se ha criticado como poco espiritual (pero cf. 1 S 14.41). Sin lugar a dudas Matías fue considerado APÓSTOL de Jesucristo según Hch 1.24s; solo él y José Barsabás llenaban los requisitos del oficio, pues habían acompañado al Señor desde su bautismo por Juan Bautista hasta su ascensión.

MATRIMONIO

Relación humana, instituida por Dios y aprobada por la sociedad, en la que el HOMBRE y la MUJER cohabitan en amor y ayuda mutua. Cada sociedad define las normas del matrimonio, y determina también lo que constituye la FORNICACIÓN y el ADULTERIO, es  decir,  las relaciones sexuales ilícitas, con miras a salvaguardar la FAMILIA (también SODOMITA; SEXUALIDAD).

COSTUMBRES DE LOS TIEMPOS BÍBLICOS

Como otros aspectos esenciales de la vida de Israel, el matrimonio estaba reglamentado por leyes, y los conceptos involucrados en él aparecen con frecuencia en el lenguaje figurado de la Biblia.

Según la voluntad expresa del Creador (Gn 1.28; 2.18, 22), el matrimonio había de ser en Israel una práctica general. Existían VIUDAS, pero no solteros o solteras mayores de la edad de casarse. El celibato se daba solo entre los EUNUCOS, quienes, como consecuencia de un defecto congénito, accidente o la castración, habían perdido su función sexual. El caso de Jeremías (Jer 16.2) fue una excepción notable (VIRGEN), y aun la continencia de los NAZAREOS era temporal. El ideal de la fecundidad (cf. Jue 8.30; 2 R 10.1) conducía naturalmente a la poligamia, costumbre aceptada dentro de las normas sociales de los tiempos veterotestamentarios (Dt 21.15; 1 S 1.2), pero que fue blanco de crítica de parte de algunos autores bíblicos (Gn 4.19–24; 29.31–30.24). Los reyes contraían gran número de uniones, por amor (2 S 11.2ss) o por interés político (1 R 3.1). En estos harenes (1 R 11.3; 2 Cr 13.21), el verdadero amor era imposible (Est 2.12–17). Sin embargo, también existía en los días del Antiguo Testamento el afecto exclusivo (Gn 25.19–28; 41.50; Pr 5.15–20; Cantares passim; Ez 24.15–18) que prevalecía ya en el judaísmo del siglo apostólico. La frase «marido de una sola mujer» (1 Ti 3.2) parece referirse a los cristianos que, al separarse por permiso (1 Co 7.17–21, DIVORCIO) de una consorte inconversa, no habían contraído segundas nupcias.

En el grupo social específico de Israel se prohibían ciertos matrimonios dentro de una misma parentela (Lv 18.6–19), o con extranjeros (Dt 7.1–3; Esd 9.1–15; Neh 13.23–28).

La desobediencia de Salomón a este principio de la endogamia ocasionó su caída (1 R 11.1– 8). El Nuevo Testamento redefine el principio en términos de casarse únicamente con otro cristiano (1 Co 7.39).

La institución del desposorio fue común entre los judíos y muchas veces duraba hasta un año. Puesto que los judíos solían casarse muy jóvenes, el compromiso matrimonial lo arreglaban a menudo los padres, y este contrato tenía igual valor jurídico que el matrimonio mismo (Dt 22.23s). De ahí la perplejidad de José al descubrir el embarazo de MARÍA (Mt 1.18s). Sabiendo que no era padre del niño engendrado en ella, pensó darle carta de divorcio.

El novio pagaba a los padres de la novia una compensación (Gn 29.15s; 34.12), y llegaba a ser «señor» de ella, pero nunca la consideraba como simple mercancía.

La boda, ceremonia civil que carecía de carácter cúltico, comprendía varios elementos: las vestimentas especiales (Is 61.10), las compañeras de la novia llamadas «vírgenes» (Sal 45.14), los amigos del novio (Jn 3.29; cf. 1 Mac 9.39), la procesión a la casa de la novia y luego a la del esposo, la costumbre de extender la capa del esposo sobre la novia (Rt 3.9), y finalmente la fiesta de bodas (Gn 29.22; Jue 14.10; Mt 22.1–10) que por lo general duraba siete días.

En Israel existía, además, una ley matrimonial singular: el matrimonio por LEVIRATO (término derivado del latín levir, que significa el hermano del esposo). Tan importante era dejar un heredero, que si una persona moría antes de tener hijos, uno de sus hermanos debía casarse con la viuda; al primogénito de este nuevo matrimonio se le consideraba legalmente como hijo del difunto (Dt 25.5–10). Este fue el problema de ONAM (Gn 38.1–10), quien, no queriendo compartir la herencia de su padre con un hijo de su cuñada, no consumó la unión con ella.

En el caso de RUT, que no tenía cuñados (Rt 1.11s), el levirato se extendió para abarcar al pariente más cercano (Rt 2.20; 3.12), quien debió rescatar los bienes de ella.

PRINCIPIOS ÉTICOS

EL MATRIMONIO EN EL PLAN DE DIOS.

La sexualidad es parte de la excelencia que Dios vio en toda la creación (Gn 1.27s, 31; 2.18– 25; ADÁN; EVA). Antes de la caída en pecado, la misma naturaleza del hombre demandaba el compañerismo de la mujer, deseo que el Creador vio y satisfizo (1 Co 6.16 confirma que la frase «serán una sola carne» se refiere al acto sexual). Aunque Pablo advierte que es preferible casarse que incurrir en relaciones ilícitas (1 Co 7.2, 8s), reconoce el don del celibato, por medio del cual ciertos cristianos pueden servir mejor a Dios (1 Co 7.7, 32ss; VIRGEN). Sin embargo, carece de fundamento bíblico la imposición del celibato a los obreros religiosos; más bien de 1 Ti 3.2, 12; 5.9 y Tit 1.6 se deduce que los obispos y diáconos eran casados, y 1 Ti 4.2, 3 describe como apostasía al ascetismo que denigra el matrimonio.

LA ESENCIA DEL MATRIMONIO

El aspecto personal está en la raíz misma del matrimonio. Cuando un hombre y una mujer resuelven unirse en todo sentido para su satisfacción mutua, establecer un hogar, criar una familia y respetar sus votos hasta la muerte (Ro 7.2), han contraído matrimonio.

Su amor se expresa en el sentimiento mutuo (Ef 5.21–33), el marido es la CABEZA de su cónyuge y ella es la gloria del marido. Pero existe también un aspecto socio legal imprescindible. Desde que el matrimonio se formalizó mediante un contrato escrito (berit, PACTO) se ha reconocido el derecho de la sociedad de regir el matrimonio. Por otra parte, a pesar de todo lo secular que es el matrimonio en el Antiguo Testamento, el creyente reconoce que Dios le guía en la elección de esposa (Gn 24.42–52) y que Él sanciona en nombre de la alianza los preceptos que regulan el matrimonio (por ejemplo, Éx 20.14; Lv 18.1–30). El contraer nupcias «en el Señor» (1 Co 7.39) entraña el regocijo y apoyo de la comunidad cristiana, de manera que goza de cierto carácter eclesiástico que, sin merecer el nombre de sacramento, glorifica al que nos creó y nos redimió en un solo cuerpo (Mt 26.28).

El aspecto sexual desempeña un papel fundamental en el matrimonio, puesto que este transfigura la sexualidad humana, y le da realidad concreta, pero no constituye la esencia del matrimonio. Al margen de la ética bíblica, puede haber relaciones físicas sin que los participantes contraigan matrimonio (PROSTITUCIÓN; FORNICACIÓN). Y a la inversa, puede haber matrimonio genuino aun cuando, debido a circunstancias extraordinarias (por ejemplo, accidente o enfermedad), los casados no tengan contacto sexual. Una de estas circunstancias puede ser el acuerdo mutuo de dedicarse a la oración (1 Co 7.5), pero aun así se recomienda limitar la duración de la abstinencia. En general, la expresión sexual del amor (Mc 10.8; Heb 13.4) es un deber mutuo (1 Co 7.3–5).

Si en la voluntad de Dios y de acuerdo con los planes de los casados se engendran hijos (HIJO; HIJA), esta etapa familiar del matrimonio también se emprende «en el Señor» (Ef 5.21; 6.1–4; 1 Ti 2.15; 3.4s; 5.8).

IMPLICACIONES PARA LA FE

La Ley Mosaíca permitía al hombre repudiar a su esposa, costumbre que fomentaba el egoísmo y el «machismo». Pero sabios (Pr 5.15–19; Eclesiástico 36.25ss) y profetas (Os passim; Mal 2.14ss) elogian la estabilidad conyugal, porque Jehová es como un marido que demanda la fidelidad de su «esposa», el pueblo escogido, y sabe perdonarla. Jesús lleva a su clímax esta enseñanza (Mc 10.1–12 y) y ofrece la redención que quita «la dureza de corazón» (v. 5) de los hombres.

Luego Pablo da un nuevo matiz a la metáfora del Antiguo Testamento: Cristo es el esposo de la Iglesia, de modo que el matrimonio es «un gran MISTERIO» (Ef 5.32). La sumisión de la Iglesia a Cristo y el amor de Cristo a la Iglesia, a la que salvó entregándose por ella, son así la regla viva que deben imitar los esposos, por la gracia (vv. 21–33).

MATUSALÉN

(HOMBRE DE LA JABALINA).

Hijo de Enoc, padre de Lamec y abuelo de Noé (Gn 5.21–29). Tenía 300 años cuando su padre «desapareció». Se le reconoce como el hombre que más ha vivido sobre la tierra. Le faltaban 31 años para completar un milenio y es posible que muriese a causa del diluvio, pues precisamente en ese año murió. Esto, si se calcula que no hubo lagunas cronológicas en las GENEALOGÍAS que conocemos. Compárense 1 Cr 1.3 y Lc 3.37.

MAYORDOMO

Encargado de la administración de los bienes o empresa de otro, descrito por varias palabras en hebreo. Según el Antiguo Testamento tenían mayordomo Abraham (Gn 15.2), José (Gn 43.6), Booz (Rt 2.5), David (1 Cr 28.1), Acab (1 R 18.3) y Ezequías (2 R 18.18).

En el Nuevo  Testamento los vocablos griegos    y oikonómos encierran una misma idea de administración y superintendencia, control de asuntos domésticos y servicio en bien del amo.    en Gl 4.2 se traduce «tutor», pero en Mt 20.8 es un sinónimo exacto de oikonómos. La parábola de Lc 16.1–14 destaca los deberes de los mayordomos, el pecado de emplear lo del dueño en los intereses propios, y lo importante de «aprovechar el momento» (cf. Lc 12.42–48). Pablo recoge la misma figura en relación con su ministerio, el de sus compañeros y el de los obispos, subrayando que la virtud primordial del mayordomo ha de ser la fidelidad ante su propio Señor, en el uso del tiempo, talentos y posesiones (1 Co 4.1s; Ef 3.2; Tit 1.7; cf. 1 P 4.10).

MEBUNAI

Husatita, uno de los valientes de David (2 S 23.27), llamado también Sibecai (2 S 21.18).

MEDÁN

Tercer hijo de Abraham y de Cetura (Gn 25.2; 1 Cr 1.32). Con su hermano MADIÁN se estableció en Arabia. Se supone que después las dos tribus se unieron en una sola.

MEDEBA

Ciudad ubicada unos 24 km al sudeste de la desembocadura del Jordán en el mar Muerto. Sus habitantes moabitas fueron capturados por el rey amorreo Sehón, antes de la llegada de los israelitas (Nm 21.30). La ciudad, junto con sus llanuras, fue dada a Rubén (Jos 13.9, 16). En días de David parece haber formado parte del territorio amonita, porque allí acamparon los sirios antes de que Joab los venciera (1 Cr 19.7).

Isaías la incluye como ciudad moabita en su profecía contra Moab (15.2). Fue un importante centro cristiano entre los siglos II—VIII.

MEDIA

Comarca del Asia Antigua cuyos habitantes (los medos) figuran entre los descendientes de Jafet (Gn 10.2). Pertenecen a la rama indoaria de los indoeuropeos que entraron en Irán durante varios siglos entre 1500 y 1000 a.C. La primera mención de ellos en escritos históricos se encuentra en el texto de Salmanasar III (859–824) de Asiria.

Media estaba situada al noroeste de la mesa iránica, entre el Araxes, el Caspio, los límites de Persia y de Susiana (Elam) y los montes Zagros. Los medos, que en el fondo eran un pueblo de pastores, estuvieron divididos primeramente en pequeños principados.

Más tarde se unificaron bajo la autoridad del rey Ciáxares (625–584 a.C.) y Media se convirtió en un poderoso imperio. La capital fue Ecbatana.

Media siempre representó una amenaza para Asiria durante el período de los sargónidas, pero no se impuso sino hasta en tiempo de Chasar II, cuando los medos aliados con el Imperio Neobabilónico conquistaron la ciudad de Nínive (612 a.C.). Los medos se apoderaron también de la región nórdica del Imperio Asirio y llevaron su dominación a Armenia y a la región montañosa del Asia hasta Halys. Sin embargo, el Imperio Medo tuvo poca duración. En el 550

a.C. Astiages, último rey de Media, fue derrotado por el persa CIRO, y Media quedó incorporada al reino de Persia como una primera satrapía. Luego cayó ante el poder de Alejandro Magno y más tarde bajo los romanos.

La Biblia alude a Media en relación con la deportación que Sargón II hizo, hacia el 722, de los habitantes del reino de Israel, de Samaria hacia Media (en su época asiria) (2 R 17.6; 18.11). En Is 13.17; 21.2; Jer 51.11, 28 se alude a la guerra contra Babilonia.

Daniel menciona al rey «DARÍO de Media» 5.31 y «la Ley de Media y Persia» (6.8, 12, 15). En Esdras se menciona a Media como provincia del reino persa (6.2).

MEDIADOR

Intermediario entre un hombre y otro (2 S 14.1–23) o entre Dios y el hombre, por quien el uno y el otro se comunican. En la Biblia, donde se acentúa la santidad de Dios y la pecaminosidad del hombre, la idea de mediación involucra EXPIACIÓN de los pecados, PROPICIACIÓN de la justicia divina y RECONCILIACIÓN de las dos partes. Aunque el término mediador aparece con poca frecuencia, todas las Escrituras están saturadas del concepto del Dios que busca a sus criaturas, valiéndose de una mediación adecuada a la madurez de su pueblo.

EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Aunque el Antiguo Testamento concibe a Dios de manera concreta y antropomórfica, y le atribuye una intervención personal en la vida de la naturaleza y de los hombres, reconoce también otros mediadores entre Dios y la humanidad. (Solo en un pasaje, Job 9.33, aparece el término.)

Hay mediadores que pertenecen al mundo celestial. Los ÁNGELES son mensajeros de Dios, sobre todo el ÁNGEL DEL SEÑOR. Sin embargo, la idea de esta mediación con un sentido salvífico aparece en una época muy tardía (Job 5.1; Dn 6.22; 10.13; 12.1s; Zac 1.12s) y en forma bien delimitada. En esta época, gracias a un nuevo énfasis sobre la trascendencia divina, adquirieron cualidades divinizadas la SABIDURÍA, la PALABRA y el ESPÍRITU DE DIOS.

Algunas hombres ejercían una mediación descendente (es decir, de Dios al pueblo), como los profetas y patriarcas. Así, sobre todo según la concepción posterior, Moisés transmitió las leyes divinas y hablaba con Jehová íntimamente. Como mediador, también pedía gracia para el pueblo culpable y calmaba la ira divina. El sistema sacrificial era capital en la mediación, y los SACERDOTES y el REY, ungidos de Dios, podían actuar como mediadores. El SIERVO DE JEHOVÁ es mediador por excelencia no solo entre Dios e Israel, sino entre Dios y todos los pueblos (Is 49.6; 52.13–15; 53.11).

EN EL NUEVO TESTAMENTO

En la persona divino-humana de Jesucristo la mediación alcanza su cumplimiento pleno (Hch 4.12; 1 Ti 2.5s). En los Sinópticos, a Jesús se le presenta como el HIJO por excelencia, único revelador del Padre (Mt 11.27), poseído de su propia autoridad y enviado para dar su vida en rescate (Mc 10.45 HIJO DEL HOMBRE). Predica y realiza el REINO DE DIOS, y sella con sangre el nuevo PACTO; por eso exige una entrega y seguimiento incondicionales. Según el Evangelio de Juan, Cristo era mediador aun desde la eternidad (1.3s). El VERBO encarnado media el conocimiento de Dios (1.18; 14.9), la gracia (1.14, 16) y la vida eterna (3.16ss), porque es el único camino hacia el Padre (14.6).

Pablo elabora más sistemáticamente estos conceptos, y es seguido en esto por otros escritores (cf. frases como «por medio de Cristo», «en Cristo», Ro 2.16; 5.9; 2 Co 5.18; Col 1.20). Cristo medió en la creación del universo (1 Co 8.6; Col 1.16; Heb 1.2), pero lo hizo especialmente en el establecimiento del nuevo pacto (Heb 6.17; 8.6; 9.15; 12.24). En su función de nuevo Sumo Sacerdote es superior a Moisés (Gl 3.19s; Heb 7), y su sacrificio expiatorio es perfecto (Heb 9.11–14).

MEDICINA, MÉDICO

Para el pueblo judío Jehová es el único Dios, fuente de toda vida, de salud y de enfermedad; por lo anterior tiene poca importancia la medicina empírica, como tampoco la medicina mágica o la HECHICERÍA. En la teocracia judía, la medicina estaba en manos de los sacerdotes, y por ello los médicos casi no existían.

Los conocimientos anatómicos eran rudimentarios porque los cadáveres se consideraban religiosamente impuros y por tanto intocables, lo cual impedía la disección (Nm 19.13–16). Existen, a pesar de todo, unas pocas referencias bíblicas a la medicina.

Se acostumbraba aplicar vino, aceite, cataplasmas y vendas a las heridas y llagas (Is 1.6; 38.21; Lc 10.34); hasta se conocía una forma primitiva de curar los huesos fracturados (Ez 30.21); las ® PARTERAS hebreas eran empíricas (Gn 38.27–30; Éx 1.15–21; Ez 16.4, 5). No se tienen datos acerca de médicos profesionales.

Por otra parte, el sentido de «pueblo elegido», con una misión que cumplir, supedita por primera vez en la historia lo individual a los intereses de la colectividad, y da origen a una legislación sanitaria para defensa de la comunidad. Esta es la mayor contribución hebrea a la historia de la medicina.

En el Antiguo Testamento, pues, hay poco lugar para los médicos. Dios es el supremo  sanador de su pueblo, el que envía el dolor y la enfermedad como castigo por los pecados. Él exhorta: «Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador» (Éx 15.26). Si había médicos entre los judíos, brillan por su ausencia en las páginas del Antiguo Testamento (cf. 2 Cr 16.12).

En el Nuevo Testamento no se tiene muy buen concepto de los médicos. Se les consideraba ineficaces (Mc 5.25, 26; Lc 8.43) lo cual engendraba cierto escepticismo entre la gente (Lc 4.23). Sin embargo, se reconoce su actividad positiva y benéfica (Mt 9.12) y LUCAS, el único médico cuyo nombre perpetúa la Biblia, es llamado «el médico amado» por San Pablo (Col 4.14). (ENFERMEDADES.)

MEDIDAS

Ver. PESAS Y MEDIDAS.

MEFI-BOSET

(EL QUE QUITA LA VERGÜENZA).

Nombre de dos hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Hijo del rey Saúl y de Rizpa (2 S 21.1–14). Murió en la horca, junto con su hermano Armoni y cinco nietos de Saúl, para expiar el crimen de su padre al matar a los GABAONITAS (2 S 2).
  2. Hijo de Jonatán y nieto de Saúl. Cuando Mefi-boset tenía cinco años, JONATÁN y Saúl perecieron en la batalla de Gilboa. Al recibir la mala noticia, la nodriza huyó apresuradamente con él.

En la fuga, el niño se le cayó y quedó lisiado de los pies y cojo el resto de su vida (2 S 4.4). Después, Mefi-boset se refugió con MAQUIR de Galaad, pero pasados algunos años David lo llevó a Jerusalén para cumplir el juramento que había hecho a Jonatán (1 S 20.15, 42). Se le devolvieron los bienes de Saúl, SIBA fue nombrado su administrador y se le concedió el privilegio de comer a la mesa de David (2 S 9.7–13).

Durante la rebelión de Absalón, David huyó a Jerusalén y Siba, el siervo de Mefiboset, salió a encontrarlo con dos asnos cargados de víveres. Mintió a David, diciéndole que Mefi-boset se había identificado con Absalón, y David le entregó las posesiones de Mefi-boset (2 S 16.1–4). Después de la muerte de Absalón, David regresó a Jerusalén y encontró a Mefi-boset, quien le explicó que Siba lo había calumniado. David ordenó que se dividieran las posesiones entre Siba y Mefi-boset (2 S 19.24–30).

MEGUIDO

Plaza fuerte y ciudad real cananea identificada certeramente con Tell-el-Mutesellim. Se levanta sobre la ladera norte del Carmelo y domina la llanura de JEZREEL y el paso que lleva de Sarón a Fenicia. Por su posición estratégica ha sido escenario de batallas decisivas a través de los siglos.

La excavación de Meguido por el Instituto Oriental de la Universidad de Chicago mostró que el lugar fue ocupado por primera vez hace más de seis mil años. Durante la Edad de Bronce Antiguo se construyeron sus primeros templos y murallas. Desde entonces Meguido fue ocupada casi continuamente hasta su abandono ca. 350 a.C.

A pesar de que Josué derrotó al rey de Meguido (Jos 12.21) y de que la ciudad se consideraba territorio de Manasés (Jos 17.11), los israelitas no pudieron tomarla en los primeros años de la conquista (Jue 1.27). Salomón hizo de Meguido la capital de uno de sus distritos fiscales (1 R 4.12) y principal plaza fuerte (1 R 9.15–19). Con la división del reino, Meguido pasó a ser parte de Israel. Durante la campaña del faraón Sisac ca. 918 a.C., Meguido cayó en manos de Egipto. La Biblia solo menciona el ataque a Judá, pero las inscripciones del templo de Karnak atestiguan su conquista. Poco después Acab de Israel construyó en Meguido establos para unos 450 caballos y carros y fortificó la ciudad. En ella murió Ocozías, rey de Judá, a causa de las heridas recibidas en la batalla contra Jehú (2 R 9.27). Y en 609 a.C. aquí también derrotaron y mataron a Josías de Jerusalén, en una batalla contra el faraón Necao (2 R 23.29, 30).

El Armagedón (monte de Meguido) de Ap 16.16 es este Meguido que ha sido escenario de tantas batallas decisivas.

MELÓN

Es el melón de agua o sandía, citrullus vulgaris, oriundo del África tropical, y se ha cultivado en el Cercano Oriente desde tiempo inmemorial (Nm 11.5). Es herbácea anual, de tallo rastrero de 3 a 4 m de largo, hojas grandes, flores amarillas y fruto grande de corteza verde y pulpa encarnada, acuosa y dulce.

MELQUISEDEC

(EN HEBREO, SEDEC ES [MI] REY» O, COMO EN HEB 7.2, REY DE JUSTICIA).

Personaje misterioso del que poco habla la Biblia y mucho la tradición.

Hay diversas opiniones acerca de quién era Melquisedec. Aparece de repente en Gn 14.18–20 como el rey de Salem (probablemente JERUSALÉN) y el SACERDOTE del Dios Altísimo que saludó a Abraham cuando este regresaba de la batalla con QUEDORLAOMER y otros reyes. Melquisedec salió para recibir al patriarca con pan y vino, le bendijo y recibió sus diezmos (en este último punto el texto hebreo no aclara si Melquisedec dio los diezmos a Abraham o si este lo dio a aquel). Años después, un salmista aclama a un rey davídico como un sacerdote perpetuo según el orden de Melquisedec (Sal 110.4), recordando así que David había conquistado a Jerusalén (ca. 1000 a.C.) y, por tanto, heredado la dinastía de reyes-sacerdotes iniciada por Melquisdec.

Jesús identifica a este rey aclamado como el Mesías (Mc 12.35–37), y por tanto la carta a los hebreos desarrolla el tema del sacerdocio de Jesucristo (5.6–10; 6.20–7.28) a la luz de estos pasajes. En 7.1–19 la figura de Melquisedec es prominente; de su brusca aparición y desaparición. En Génesis se concluye que su sacerdocio es «viviente» o eterno. Es un tipo de Jesucristo, por consiguiente su sacerdocio es superior al de Aarón y el levítico, cuyos sacerdotes son mortales.

Algunos rollos del mar Muerto (QUMRÁN) elaboraron teorías sobre el simbolismo de Melquisedec.

MELSAR

Funcionario de Nabucodonosor a cargo de Daniel y sus amigos (Dn 1.11, 16). En la versión Reina-Valera, Melsar aparece como nombre propio. Sin embargo, otras versiones lo consideran un nombre común y lo traducen como «cortesano». La función exacta de Melsar o del «melsar» se desconoce.

MEMUCÁN

(HECHICERO).

Sabio de la corte de Persia en Susa, uno de los «siete príncipes de Persia y de Media que veían la cara al rey» (Est 1.14). El «rey» era ASUERO, generalmente identificado como Jerjes I (485– 464 a.C.). Este fue uno de los que aconsejó a Asuero que castigara a la reina Vasti (Est 1.13–22).

MENE, TEKEL, UPARSÍN

Palabras escritas en la pared del palacio real de Belsasar, cuando este profanó los vasos del templo de Jerusalén durante su famosa fiesta (Dn 5.25–28). El misterio en cuanto a ellas se hizo mayor por cuanto podían interpretarse de diferentes maneras. Según la vocalización (que probablemente faltó), las palabras podían entenderse como verbos o como nombres de medidas. Por ejemplo, Mene podría significar el talento de Babilonia; Tekel el siclo de los hebreos;         , una medida de los asirios equivalente a medio talento babilónico. En ambos casos, la «U» de               indica la conjunción «y». Daniel interpretó las palabras con sentido de participio pasivo, y leyó así: «Dios ha contado el reino; el rey ha sido pesado; y el reino ha sido roto».

MENFIS

Famosa ciudad de Egipto al lado oeste del Nilo, cerca del Cairo moderno.

Fue capital de Egipto durante el Imperio Antiguo (siglos XXVI—XXII a.C.) y más tarde en el tiempos de los hicsos (1720–1560 a.C.). El nombre Menfis, como se llamó originalmente la pirámide de Pepi I, se aplicó a la ciudad durante la dinastía VI.

Según una tradición egipcia, Menfis fue fundada por Menes, el faraón que unió a los dos Egiptos (Alto y Bajo) y fundó la primera dinastía. Su época de oro fue el período clásico de cultura egipcia (dinastía III—V), pero continuó siendo importante hasta la conquista de Alejandro Magno (331 a.C.). Cerca de Menfis queda la pirámide escalonada de Zoser (la más antigua) y el famoso trío de grandes pirámides, la de Keops (la más grande), Kefrén y Micerino, todas de la dinastía IV (siglos XXVI y XXV a.C.).

Menfis era un centro importante de la religión egipcia. Fue conocida como sitio principal del culto al dios Ptah, por su gran templo dedicado a él, por el toro sagrado de Ptah y por el buey Apis. Más tarde, con la presencia de Asiáticos, se adoró también a Astarté, Baal y Cades.

Los etíopes conquistaron la ciudad en 730 a.C. (bajo Pianji), los asirios en 761 y 666 (bajo Esarhadón y Asurbanipal) y los persas en 525 (bajo Cambises). Después de la destrucción de Jerusalén en 586 a.C., algunos judíos vivieron en Menfis juntamente con otros extranjeros (Jer 44.1). En los escritos proféticos, Menfis se menciona en Is 19.13; Jer 2.16; 46.14, 19; Ez 30.13, 16 y Os 9.6.

MENI

Deidad pagana que adoraron los israelitas (Is 65.11). En la RV-1960 se traduce Destino.

MENTA

Hubo tres variedades de menta en la Palestina, pero ninguna de ellas se cultiva hoy. Crecían silvestres, en lugares húmedos, especialmente a la orilla de riachuelos. Antiguamente se cultivaban por sus hojas y flores aromáticas (Mt 23.23; Lc 11.42). Según el Talmud (Pes 2.6) la menta era una de las HIERBAS AMARGAS de la cena pascual.

MENTIRA

Manifestación contraria a la VERDAD, cuya esencia es el engaño y cuya gravedad se mide según el egoísmo o la maldad que encierre. El decálogo divino la prohíbe (Éx 20.16) y uno de los efectos de la conversión al cristianismo es el dejar de mentir (Ef 4.25).

La mentira directa, como la de ANANÍAS y SAFIRA (Hch 5.4), no es la única forma de mentir. En ocasiones se trata de una media verdad, como cuando Abraham dijo de su esposa a Abimelec: «Sara es mi hermana» (Gn 20.2; cf. 20.12). El propósito siempre es engañar. Puede ser también una respuesta evasiva, como la que Caín dio a Dios (Gn 4.9); un silencio, como el de Judas cuando el Señor lo acusó indirectamente en la última cena (Jn 13.21–30), o toda una vida engañosa: «si decimos que tenemos comunión con Él, y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad» (1 Jn 1.6). Los mentirosos irán al lago de fuego (Ap 21.8).

El padre de mentira es SATANÁS (Jn 8.44) y, según 2 Ts, en los últimos días Dios le permitirá promulgar su mentira en forma universal. El «hombre de pecado, el hijo de perdición» (2.3) vendrá por «obra de Satanás» (2.9), y Dios enviará a la gente rebelde e inconversa «un poder engañoso» que les haga creer la mentira del anticristo (2.11).

MERAB

Hija mayor de Saúl que fue prometida en matrimonio a David pero luego dada a Adriel el meholatita (1 S 18.17–19). Según algunos manuscritos, los cinco hijos de Adriel entregados a los GABAONITAS para ser ahorcados en expiación por el pecado de Saúl (2 S 21.8, 9) eran hijos de Merab.

MERAIOT

(REVELACIONES).

Nombre de tres hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Sumo sacerdote hijo de Zeraías y padres de Amarías (1 Cr 6–7).
  2. Antepasado de Hilcías (1 Cr 9.11). Hijo de Ahitob y sacerdote en Jerusalén (Neh 11).
  3. Uno de la casa sacerdotal en tiempos del sumo sacerdote Joiacim (Neh 15)

MERARI

Hijo menor de Leví, que llegó a ser cabeza de una de las tres familias de levitas (Éx 6.16–19). Acompañó a su abuelo, el patriarca Jacob, a Egipto (Gn 46.11). Sus descendientes, «los meraritas», estaban encargados, durante la peregrinación por el desierto, de llevar las pertenencias del tabernáculo de un sitio a otro y armarlo cuando los israelitas hacían escalas (Nm 4.29–33).

Cuando se repartió la tierra prometida entre las doce tribus, a los meraritas se les asignaron doce ciudades en las tribus de Rubén, Gad y Zabulón más allá del Jordán (Jos 21.7). Durante el reinado de David algunos miembros de esta familia cantaban en el templo (JEDUTÚN; ETÁN) y otros eran porteros (1 Cr 6.31–47; 25.3; 26.10–19). Se mencionan durante los reinados de Ezequías y Josías, épocas en que se efectuaron limpiezas del templo (2 Cr 29.12–15; 34.12).

MERATAIM

(DOBLE REBELIÓN).

Nombre simbólico de Babilonia quizás por sus rebeliones contra Dios o por el trato dado a Israel (Jer 50.21). La traducción «tierra de la doble rebelión» se debe a que se transcribió al hebreo (usando la raíz marah, que significa rebelarse), el término babilónico, marratin, que designa la región lacustre naru marratu (río amargo), al sur de Babilonia.

MERCADER

Uno que comercia en géneros o artículos vendibles, oficio importante entre los pueblos antiguos. En la ley hebrea, desde tiempos remotos, existieron normas éticas para el mercader detallista (Lv 19.35–37; Dt 25.13–16; Miq 6.10), aunque el comercio internacional alcanzó mayor desarrollo entre los fenicios, egipcios, ismaelitas y, en la época neotestamentaria, entre los romanos.

Mucho del tráfico comercial entre Asia, Europa y África tenía que pasar por territorio israelita en grandes caravanas. En los días de David y Salomón los hebreos también participaron eficientemente en el comercio internacional (1 R 9 y 10). Después del cautiverio en Babilonia, desarrollaron una gran actividad comercial y financiera, habiendo aprendido de los babilonios los secretos del comercio y la banca. Por ello el mercader llegó a ser una figura muy familiar (Neh 3.32; 13.20; Pr 31.24).

Según el relato bíblico, los mercaderes iban de paraje en paraje, aunque preferían las transacciones comerciales de país a país, y llevaban la mercancía en cuadrillas o caravanas (2 Cr 9.14) o por mar (Is 23.2; Ez 27.27, 28). Se supone que al principio se ocupaban del cambio o permuta de productos alimenticios, telas, objetos ornamentales, enseres de cocina, etc., aunque desde el Génesis se mencionan casos en que interviene alguna moneda (Gn 23.16). Los hermanos de José lo vendieron por veinte piezas de plata a unos mercaderes ismaelitas (MADIANITAS) que traficaban con aromas, bálsamo y mirra (37.25–28).

En sus parábolas Jesús hizo referencia a los mercaderes y negocios relacionados (por ejemplo, la perla de gran precio, Mt 13.45) y en Apocalipsis hay varias referencias despectivas a los mercaderes, sin duda por su avaricia y egoísmo (Ap 18.3, 11, 15, 23).

MERCURIO

(DEL LATÍN MERCES QUE SIGNIFICA COMERCIO).

Dios de los antiguos romanos, equivalente al HERMES de los griegos. Hermes, según la mitología griega, era el mensajero de los dioses y se adoraba como el dios de la elocuencia. Los romanos llamaron Mercurio al que traía noticias de los dioses y lo consideraban el patrón del comercio, la elocuencia y la literatura. Existía una leyenda conocida entre los griegos, y mencionada por Ovidio, acerca de una visita que Júpiter y Hermes hicieron a sus paisanos Baucis y Filemón. Quizás la gente de Listra tenía esto en mente cuando oyeron predicar a Pablo y a Bernabé, pues después de verles sanar a un cojo, identificaron a Pablo como Mercurio, mensajero divino, y a Bernabé como a JÚPITER (Hch 14.11s).

MEREMOT

Nombre de varios hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Sacerdote hijo de Urías, a quien se le encomendó la tarea de pesar el oro, la plata y los utensilios que trajo Esdras de Babilonia (Esd 33).
  2. Uno de «los hijos de Bani» (Esd 10.34, 36) que se divorció de su esposa pagana después de la cautividad.
  3. Sacerdote que, junto con Nehemías, firmó el pacto de guardar la Ley (Neh 5). Quizás sea el mismo del No. 1.
  4. Sacerdote que regresó con Zorobabel de la cautividad (Neh 3).

MERIBA

(RENCILLA, TRADUCIDA A VECES LITERALMENTE EN LA RV; POR EJEMPLO, NM 20.13, 24; 27.14).

  1. Nombre dado al lugar (sitio desconocido) en REFIDIM donde los israelitas murmuraron por falta de agua (Éx 17.1–7). También se llamó Masah (prueba), porque aquí «tentaron a Jehová», negando su presencia con ellos (v. 7). (Sin embargo, en realidad era una prueba para Israel de parte de Jehová, Sal 81.7). Parece que la tribu de Leví desempeñó un papel prominente en este caso (Dt 8).
  2. Nombre dado a CADES-BARNEA (Dt 32.51) porque aquí los israelitas murmuraron de nuevo por falta de agua (Nm 20.1–13). Esta vez, Moisés y Aarón se sumaron a la rebeldía (v. 12).

MERODAC

Nombre hebreo del dios principal de Babilonia. Aparece solamente en Jer 50.2. Sin embargo, forma parte del nombre de varios reyes de Babilonia, por ejemplo, MERODAC-BALADÁN (2 R 20.12; Is 39.1), y EVIL-MERODAC (2 R 25.27; Jer 52.31).

Compárense, BEL, BAAL y el DRAGÓN.

MERODAC-BALADÁN

Rey de una tribu caldea que, durante el período de la hegemonía asiria, logró ocupar el trono de Babilonia por once años. Su principal aliado fue Elam, que tenía interés en destruir el poderío asirio. Echado de Babilonia por Sargón II, Merodac-baladán logró reconquistar la ciudad con el apoyo de los elamitas, e intentó debilitar a Asiria haciendo alianza con otros reyes subyugados por el vasto imperio del norte.

Entre estos reyes se encontraba Ezequías, rey de Judá, y a él envió Merodacbaladán una embajada que Ezequías recibió cordialmente (2 R 20.12, 13; 2 Cr 32.31; Is 39.1, 2). Aquella embajada sirvió a Isaías para profetizar contra Babilonia (2 R 20.14–19; Is 39.3–8). Merodac- baladán no pudo llevar a cabo su política, pues los asirios lo arrojaron de su trono y tuvo que refugiarse en Elam.

MEROM, AGUA DE

«Las aguas de Merom» se mencionan solo en Jos 11.5, 7. En su vecindad Josué derrotó a los reyes cananeos confederados bajo el rey Jabín de Hazor.

La ubicación exacta es motivo de discusión entre los peritos en la geografía bíblica. Tradicionalmente, sin embargo, Merom se ha identificado con el lago de Huleh que antes quedaba 15 km al norte del mar de Galilea y era alimentado por el río Jordán. Pero por sus características pantanosas ese sitio no llena los requisitos topográficos para una acción militar tal como la descrita en Jos 11.5.

El sitio más probable de Merom es cerca de la moderna aldea de Meiron entre Huleh y el mar de Tiberias a 16 km al oeste del río Jordán. Aquí hay copiosas fuentes de agua que fluyen por Meiron y siguen su cauce hacia el sur por un valle que desemboca en el mar de Galilea. Otros eruditos afirman que el sitio es Marum er-Ros; así las aguas serían las fuentes perpetuas de Wadi-Auba.

MES

El mes hebreo era un mes lunar. El cálculo se hacía en base a veintinueve días y medio, pero se ajustaban treinta días para un mes y veintinueve para el siguiente. Los primeros meses se llamaban «completos» y los de veintinueve días «incompletos». Cada uno comenzaba en el momento en que se vislumbraba la primera creciente de la nueva luna al atardecer. Muy antiguamente, se apostaban observadores para vigilar la aparición, y luego la anunciación formaba parte del rito del templo. Al pasar los años se utilizaron métodos de cálculo más seguros. El primer día de cada mes se consideraba día santo. Fue necesario ajustar este calendario al año solar, pero se desconocen los detalles precisos del ajuste. Posiblemente se intercaló un decimotercer mes a la mitad o al fin del año.

En el éxodo de Egipto, Dios mandó que el año comenzara con ABIB (nisán), séptimo mes del año civil. Desde ese entonces el año sagrado comenzó con nisán, pero tanto el sistema antiguo como este se usaban simultáneamente. La nomenclatura de algunos meses se origina en la cultura fenicio-palestina, y se les llamó generalmente 1o., 2o., 3.er mes, etc. En los tiempos del poscautiverio se adoptaron los nombres del calendario babilónico.

MESA

Mueble plano sostenido por pies, de diferentes estilos y formas. La mesa oriental más primitiva consistía simplemente en una piel tendida sobre el suelo.

La  Biblia habla  de la  mesa del  PAN  DE  LA PROPOSICIÓN (Éx 25.23,  27,  28,  30;  26.35; 1 R 7.48); mesa de reyes (1 S 20.34; 1 R 4.27); mesa familiar (Jue 1.7; 2 R 4.10; Neh 5.17; Mt 15.27; Jn 12.2); mesa del Señor (Sal 23.5; Lc 22.21, 30; 1 Co 10.21) y la mesa de los demonios (1 Co 10.21). En lenguaje figurado, «mesa» significa honor, amistad, comunión, etc. (CENA DEL SEÑOR).

MESA

(LIBERTAD).

Nombre de tres hombres y un lugar de la Biblia.

  1. Lugar limítrofe (Gn 10.30), en el norte de Arabia, que determinaba la tierra poblada por los trece hijos de Joctán, bisnieto de Sem. Se cree, por sus numerosas menciones en la literatura cuneiforme, que Mesa (o Mash) era un lugar simbólico del lejano
  2. Rey de Moab en el tiempo de Acab y Joram en Israel y de Josafat en Judá. Tuvo que pagar un tributo de doscientas mil ovejas a Acab (2 R 3.4), pero muerto este, Mesa se rebeló. Una coalición formada por Israel, Judá y Edom atacó a MOAB por el sur (2 R 3.5–24) y lo derrotaron, pero los israelitas no se apoderaron del territorio, sino que «volvieron a su tierra» (2 R 27).

La Estela Moabita narra esta historia (y otra información adicional interesantísima) desde el punto de vista del enemigo y corrobora la autenticidad de la crónica bíblica. La Estela reza literalmente: «Yo [soy] Mesa, hijo de Quemos rey de Moab, de Dibón mi padre reinó sobre Moab por treinta años, y yo reiné después de mi padre, quien hizo este lugar alto para Quemos en Kirhareset porque él me salvó de todos los reyes y me hizo triunfar sobre todos mis adversarios. En cuanto a Omri, rey de Israel, él humilló a Moab por muchos años, porque Quemos estaba enojado contra su tierra. Y su hijo reinó en su lugar y él dijo también: “Humillaré a Moab”. Durante mi reinado habló [así], sin embargo, yo le vencí y a su casa, mientras que Israel ha perecido para siempre. [Pues] Omri había invadido la tierra de Medeba e [Israel] había vivido allí durante su reinado y la mitad del reinado de su hijo [Acab], cuarenta años; pero Quemos vivía allá en mi tiempo.

»Y yo edifiqué Baal-meon, haciendo allí un estanque y yo edifiqué Karyatan. Pues los de Gad siempre habían vivido en la tierra de Atarot, y el rey de Israel había construido Atarot para ellos; pero yo ataqué el pueblo y lo tomé y maté a todos los habitantes del pueblo como satisfacción a Quemos y a Moab. Y traje de allí a Oriel su capitán, arrastrándolo delante de Quemos en Keriot, y yo colonicé el lugar con gente de Sarón y gente de Maharit. Y Quemos me dijo: “Ve, quita Nebo de Israel”. Luego me fui de noche y luché contra él desde el amanecer hasta el mediodía, tomándolo y matando a todos, siete mil hombres, adultos, niños, mujeres, niñas y criadas, porque los había dedicado al [dios] Astar-Quemos para destrucción. Y llevé de allí los de Yahveh, arrastrándolos delante de Quemos. Y el rey de Israel había edificado Yahaz, y él permanecía allí durante la guerra conmigo, pero Quemos lo expulsó delante de mí. Y yo tomé doscientos soldados de Moab, todos buenos [guerreros] y los mandé contra Yahaz y lo tomé para agregarlo al [distrito de] Dibón.

»Fui yo quien edificó Kir-hareset, el muro de la selva y el muro de la guarnición; también construí sus portales; yo construí sus torres y yo edifiqué el palacio real; y yo hice los dos estanques para agua adentro del pueblo. Y no había cisterna adentro del pueblo de Kir-hareset; por tanto dije a toda la gente: «Haga cada uno una cisterna en su casa». Y yo corté las vigas para Kir-hareset por medio de cautivos israelitas. Yo construí Aroer e hice la calzada al lado del Arnón; yo construí Bet-bamot porque había sido destruido; yo construí Bezer porque yacía en ruinas, por medio de cincuenta varones de Dibón, porque todo Dibón es [mi] territorio leal.

»Y yo reinaba [en paz] sobre los cien pueblos que yo había agregado al país. Y yo edifiqué [30] en Medeba, y Bet-diblathen y Bet-baal-meon, y allí yo puse el de la tierra. Y en cuanto a Hauronen, allí vivía [y] Quemos me dijo: “Baje y ataque Hauronen”. Y yo bajé [y yo ataqué al pueblo y lo tomé] y Quemos vivía allí en mi tiempo» (Pritchard, Ancient Near Eastern Text, pp. 320,321).

  1. Hijo de un Caleb que era hijo de Hesbón y nieto de Judá (1 Cr 2.42). Fue el fundador del pueblo de
  2. Benjamita, hijo de Saharim, nacido en Moab (1 Cr 8s).

MESAC

Ver. ABED-NEGO.

 MESEC

(ALTO).

Nombre de dos hombres y un pueblo en la Biblia.

  1. Sexto hijo de Jafet (Gn 10.2; 1 Cr 1.5), llamado Mosoc en la
  2. Pueblo descendiente de Mesec; según algunos, los moschoi de los escritores

Con la excepción de Sal 120.5, siempre se menciona este pueblo con el de Tubal. Herodoto señaló la región del Ponto, al sur del mar Negro, como la tierra sede de Mesec (Historia III, 94; VII, 78). Probablemente era un pueblo de idioma europeo, que entró al Medio Oriente por las llanuras del norte y se impuso sobre la población de la Anatolia oriental. Mesec se menciona en las inscripciones cuneiformes en los escritos de Josefo. La Biblia describe el pueblo como bélico, salvaje y de costumbres bárbaras (Ez 32.26; 39.1–3). Comerciaba con esclavos y utensilios de bronce (Ez 27.13). Mantenía relaciones comerciales con Tiro  y era aliado de Gog (Ez 38.2, 3).

  1. Descendiente de Sem por la línea de Aram (1 Cr 1.17), el mismo Mas de Gn 23.

MESÍAS

Título dado a Jesús y transliteración del vocablo hebreo mashiakh (o sea, ungido) que en la LXX se traduce jristós (en griego, ungido, por ejemplo, Lv 4.5; 1 S 24.11; Is 45.1). En tiempos bíblicos se ungía al rey, al sacerdote y al profeta, y de ahí el término «ungido» se llegó a usar para mostrar que Dios había designado a una persona para algún trabajo especial (por ejemplo: Saúl, 1 S 10.1; David, 1 S 16.13; Eliseo, 1 R 19.15s; y Ciro, Is 45.1). La designación destacaba el hecho de que Dios actuaba a través del electo para la UNCIÓN.

EL MESÍAS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Si bien al principio se solía ungir a los sacerdotes, profetas y reyes, pronto la palabra Mesías fue adquiriendo otras dimensiones que trascendían la misión de dichos personajes. Con base en 2 S 7.12–16 y habiéndose visto el próspero reinado de David, y luego la decadencia bajo el gobierno de sus hijos, se esperaba la venida de un rey que tuviese su trono «para siempre», el cual volvería a traer paz y prosperidad al pueblo.

Durante la época inmediata después de David (900–700 a.C.), el pueblo hebreo esperaba que cada nuevo rey mostrara las características de un «ungido de Dios». Pero con el fracaso sucesivo de los distintos reyes, se comenzó a proyectar esa esperanza más hacia el futuro. Ante cada calamidad de Israel, se esperaba un pronto auxilio de Dios mediante su Mesías. La «esperanza mesiánica» consistía en esperar que Dios, con su Mesías como instrumento, establecería para siempre a su pueblo. Se clamaba por un futuro glorioso donde el Mesías sería figura prominente.

Para los profetas escritores, desde Amós (siglo VIII), el Mesías esperado era un personaje con un poder sin límite que establecería definitivamente la paz y la justicia sobre el mundo (Is 9.7; 11.4; Os 14.2–9; Am 9.11–15). Con base en la profecía de Natán (2 S 7.12–16), y alentado por los profetas escritores, el pueblo hebreo esperaba durante cada crisis política a un hombre («el ungido»); alguien que traería la liberación y ante quien cualquier resistencia, por parte de sus enemigos, sería anulada por ser el Mesías invencible.

La esperanza de que Dios levantaría a un Mesías para liberar a Judá de sus enemigos, especialmente de los babilonios, mengua cuando las tropas de NABUCODONOSOR destruyen a Jerusalén en 586 a.C., y la esperanza se proyecta cada vez más al futuro. Se piensa en un futuro remoto cuando el Mesías vendrá al fin de los tiempos. Así, pues, se comienza a dar un matiz escatológico al significado del título Mesías, matiz que va en aumento hasta llegar a la época de Jesús.

La segunda parte de Isaías hace hincapié en una figura que recibe el nombre de «SIERVO DE JEHOVÁ», que en lugar de dominar es oprimido y angustiado, y en vez de vengarse de sus enemigos humildemente acepta el injusto castigo que estos le dan (Is 53.1–9). Por otra parte, para Jeremías el Mesías tiene más bien una función sacerdotal; es un personaje que representa a Dios dentro del pueblo escogido, y que también representa al pueblo ante Dios. Tiene el derecho de perdonar pecados y su misión es ayudar al pueblo (Jer 23.5, 6; 33.8, 15–18). Zacarías muestra al Mesías como «justo, salvador y humilde» (Zac 9.9).

El Mesías esperado en el Antiguo Testamento es, de una forma u otra, una figura de SALVACIÓN para el pueblo, ya sea de sus enemigos políticos o de sus pecados contra Dios.

EL MESÍAS EN LA ÉPOCA INTERTESTAMENTARIA

La literatura intertestamentaria (APÓCRIFA) demuestra una difusa expectación en cuanto al Mesías. Se habla del Mesías de David, del Mesías de Leví, del Mesías de José y del Mesías de Efraín. Los ROLLOS DEL MAR MUERTO añaden un poco de confusión al difícil problema cuando hablan del Mesías de Aarón y del Mesías de Israel.

Se puede decir que la esperanza sobre el Mesías en aquel entonces estaba dividida en dos conceptos principales. El primero mostraba un Mesías político, idea que se difundió mucho por los Salmos de Salomón (17.12ss). Estos hablan de un rey que viene a aniquilar a los tiranos, a destruir los imperios y a castigar a los paganos. Este rey fundará un reino que será el prototipo del Reino que Dios establecerá al fin de los tiempos. En los Apocalipsis de Esdras y de Baruc (4 Esdras 7.26ss; Baruc 29, 30 y 40) el rey destruye a sus enemigos y establece un reino perfecto. El segundo concepto presentaba un Mesías en parte humano y en parte divino que podría por lo tanto establecer el Reino de Dios sobre la tierra (Enoc 48.10 y 52.4).

La tendencia en el tiempo de Jesús fue de esperar un Mesías político que vendría a liberar a su pueblo. De tal modo que la persona del Mesías y su obra habían adquirido para ese entonces en la mentalidad judía, oscurecida por prejuicios racionales y religiosos, un  carácter totalmente erróneo.

EL MESÍAS EN EL NUEVO TESTAMENTO

Los diversos conceptos en cuanto al Mesías estuvieron en continua interacción; cuando Jesús aparece y comienzan a llamarlo Mesías, tiene ante sí el resultado de una mezcla de conceptos en la que predomina el del Mesías político.

Repetidas veces se ha afirmado que Jesús no tenía conciencia de que Él fuese el Mesías y que este título se lo adjudicaron sus discípulos después de su muerte. Esta afirmación se debe a la reserva con que Jesús recibe el título de Mesías. A través de los Evangelios Sinópticos solo hay tres ocasiones en las que conscientemente se le da el título de Mesías (Mc 8.29; 14.61; 15.2), y en los tres pasajes se ve que, si bien no lo rechaza, tampoco lo adopta para su uso común. No lo hace, sin embargo, por no tener el derecho de usarlo, sino debido a la connotación política y vengativa que encerraba dicha distinción. Jesús prefiere llamarse el HIJO DEL HOMBRE, que es también un título mesiánico, ya que Él es el SIERVO sufriente (Mc 8.31; y 10.43–45). Tenía plena conciencia de su mesianismo, y por ello toma el nombre de una de las figuras esperadas por los judíos que se adaptaba más al papel que representaría en la pasión.

Lo paradójico fue que Jesús, quien durante su ministerio manifiesta bastante reserva para usar el título de Mesías, legalmente es condenado por ser el Mesías (Jn 19.19).

Los apóstoles comenzaron a dar el título de Mesías a Jesús para mostrar a los judíos que el Mesías esperado ya había venido. En Hch 2.36, por ejemplo, no se menciona la resurrección, sino más bien se acepta que el hombre de Nazaret fue declarado Mesías por sus obras y por la profecía cumplida por Él en su ministerio.

Para los cristianos primitivos lo que más destacaba a Jesús como el Mesías no era su actuación como rey (Mt 21.1–11), sino su actuación como persona poseída por el Espíritu Santo (Lc 4.18). Entre el Espíritu Santo y el Mesías hay una íntima comunión.

Después de la resurrección, los discípulos entendieron la verdadera dimensión de la obra de Jesús, y solo entonces todas las palabras divinas les resultaron comprensibles (Lc 24.25–31).

La afirmación de que Jesús es el Mesías llega a ser una fórmula de declaración de fe (1 Jn 5.1). Cuando el título Mesías se saca del ambiente judío, pierde en parte su significado específico de Ungido de Dios y llega a ser un nombre propio de Jesús de Nazaret. Este nombre trasciende los siglos, y hoy el mundo entero conoce a su iglesia como la Iglesia de Cristo.

MESILEMOT

Nombre de dos hombres del Antiguo Testamento.

  1. Un hombre de la tribu de Efraín (2 Cr 12).
  2. Sacerdote antepasado del sacerdote Amasai y de la familia de Imer (Neh 11.13), también llamado Mesilemit (1 Cr 12).

MESÓN

Casa donde se da posada a los viajeros. En tiempos antiguos eran lugares donde las caravanas pasaban la noche, y casi siempre estaban cerca de manantiales (Gn 42.27; Éx 4.24; Jos 4.3). Se utilizaban también como sitios de meditación y descanso (Jer 9.2; cf. Hch 10.6). Este tipo de posada también existía en las ciudades (Hch 28.23).

Había mesones de buena calidad, con casas y cuartos para los viajeros y establos para los animales. En uno de estos lugares en Belén nació Jesús (Lc 2.7). El mesón de la parábola del Buen Samaritano era aun más confortable (Lc 10.34).

MESOPOTAMIA

(EN GRIEGO, TIERRA ENTRE DOS RÍOS).

Expresión tomada de la LXX como equivalente del hebreo, Aram-naharayim. (Compárese la introducción al Sal 60.) En el Antiguo Testamento se refiere a la porción de tierra fértil al este del río Orontes, que comprendía la parte superior media del Éufrates y las tierras bañadas por los ríos Habur y Tigris. Hoy corresponde al este de Siria y al norte de Irak.

Los hebreos estuvieron vinculados con Mesopotamia a lo largo de toda su historia.

Los patriarcas provinieron de Harán, parte de Padan-aram, al norte (Gn 11.31–12.4; 24.10– 28; cf. v. 6ss). Mesopotamia fue la tierra de Balaam (Dt 23.4). En tiempo de los jueces, un rey de Mesopotamia, Cusanrisataim, dominó a Israel (Jue 3.8–10). Los amonitas alquilaron carros y jinetes de Mesopotamia en su guerra contra David (1 Cr 19.6; que corresponde a la introducción del Sal 60).

Durante la monarquía dividida, Asiria transportó mucha gente de Israel y de Judá a las regiones de Mesopotamia, y Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo otro tanto.

Durante el cautiverio, el centro de las actividades judías fue Babilonia en Mesopotamia.

Allí se escribió parte del Antiguo Testamento (EZEQUIEL) y se produjo el Talmud Babilónico y muchas otras obras relacionadas con la interpretación y la lectura del Antiguo Testamento.

Durante el período intertestamentario y novotestamentario el territorio denominado Mesopotamia incluía hasta Ur en Sumeria (Hch 7.2); así se explica que los visitantes el día de Pentecostés, llamados partos, medos y elamitas (Hch 2.9), vinieran de Mesopotamia.

MESULAM

Nombre de muchos hombres del Antiguo Testamento.

  1. Abuelo de Safán (2 R 3).
  2. Hijo de Zorobabel y descendiente del hijo del rey Jeconías (1 Cr 19).
  3. Líder de la tribu de Gad durante el reinado de Jotam de Judá (1 Cr 13).
  1. Jefe benjamita que aparece en la genealogía del rey Saúl (1 Cr 17).
  2. Padre de Salú de la tribu de Benjamín (Neh 7).
  3. Hijo de Sefatías, de la tribu de Benjamín (1 Cr 8).
  4. Sacerdote y miembro de una importante familia sacerdotal (1 Cr 9.11; Neh 11).
  5. Antepasado del sacerdote Adaía y de la familia de Imer (1 Cr 12).
  6. Levita de la familia de Coat que ayudó a supervisar las reparaciones del templo bajo el reinado de Josías de Judá (2 Cr 12).
  7. Uno de los israelitas que Esdras envió a buscar levitas que voluntariamente sirviesen en el templo de Jerusalén, después de la cautividad (Esd 16).
  8. Uno de los que se opusieron a Esdras para que no se disolvieran los matrimonios contraídos con mujeres paganas durante la cautividad (Esd 10.15).
  9. Descendiente de Bani que se divorció de su esposa pagana después de la cautividad (Esd 10.29).
  10. Hijo de Berequías que ayudó a reparar dos secciones de los muros de Jerusalén (Neh 3.4, 30).
  11. Hijo de Besodías que ayudó a reparar los muros de Jersualén (Neh 6).
  12. Líder del pueblo que ayudó a Esdras a leer la Ley de Moisés (Neh 4).
  13. Sacerdote que, junto a Nehemías, firmó el pacto de guardar la Ley (Neh 7).
  14. Líder del pueblo que firmó el pacto junto con Nehemías (Neh 20).
  15. Sacerdote de la familia de Esdras en el tiempo del sumo sacerdote Joiacim (Neh 13).
  16. Otro sacerdote en el tiempo de Joiacim (Neh 12.16).
  17. Levita portero en tiempos de Joiacim (Neh 12.25).

METAL

Ver. BRONCE.

METEG-AMA

(BRIDA DE LA CIUDAD MADRE O AUTORIDAD DE LA CAPITAL).

Nombre de una ciudad filistea (2 S 8.1) que posiblemente se refiere a Gat (1 Cr 18.1). Algunos opinan que en 2 S 8.1 el nombre es una corrupción del nombre de esta ciudad principal de los filisteos. También podría ser el nombre figurado de Gat, o una aldea cercana.

MEUNIM

«Padre» de uno de los grupos de hombres que se llaman «sirvientes del templo» (Esd 2.43, 50; Neh 7.46, 52, «hijos de Mehumim»). El término probablemente se deriva de MAÓN y se refiere a sus descendientes (1 Cr 2.45; 1 S 23.24, 25). Algunos eruditos identifican a estos

«sirvientes» con una tribu pagana que se menciona en Jue 10.12 y 2 Cr 26.7 BC y que vivía en el sudeste de PETRA. Si esta identificación es correcta, hay que suponer que un grupo de ellos se convirtió a la fe hebrea y después llegaron a ser «sirvientes del templo».

MICAÍA

(¿QUIÉN ES COMO JEHOVÁ?).

Nombre hebreo de varios personajes del Antiguo Testamento.

  1. Efrateo del tiempo de los jueces. La extraña historia del establecimiento de un culto casi pagano en su casa se relata en Jue 17 y 18, presumiblemente con el propósito de explicar la ocupación del territorio de la tribu de
  2. Hijo de Mefi-boset (o Meri-baal) y nieto de Jonatán. Era padre de cuatro hijos (2 S 9.12; 1 Cr 34, 35; 9.40, 41).
  3. Descendiente de Rubén (1 Cr 5).
  4. Levita de la casa de Asaf; padre de Matanías e hijo de Zicri (1 Cr 9.15). Se le llama Micaías en Neh 35.
  5. Levita que vivió en los últimos días de David; padre de Samir (1 Cr 23.20; 24, 25.
  6. Padre de Abdón (2 Cr 34.20). Se le llama Micaías en el pasaje paralelo de 2 R 12.
  7. Levita, firmante del pacto de Nehemías (Neh 11).

MICAEL

(¿QUIÉN ES COMO DIOS?).

Nombre de diez hombres del Antiguo Testamento.

  1. Padre de Setur (Nm 13.13). Setur fue un representante de la tribu de Aser entre los doce espías que envió Moisés a explorar la tierra de Canaán.
  1. Descendiente de Gad que habitó en la tierra de Basán (1 Cr 11–13).
  2. Otro descendiente de Gad (1 Cr 14).
  3. Levita de la familia de Gersón (1 Cr 6.40). Fue un antepasado de Asaf el
  4. Príncipe de la tribu de Isacar, de la familia de Tola, de la casa de Uzi (1 Cr 3).
  5. Uno de los hijos de Bería (1 Cr 8.16). Micael se menciona en la genealogía del rey Saúl de Benjamín.
  6. Guerrero de la tribu de Manasés que se unió a David en Siclag (1 Cr 20).
  7. Padre de Omri de Isacar (1 Cr 18).
  8. Hijo de Josafat, rey de Judá (2 Cr 21.2), y hermano de Joram, rey de Judá.
  9. Padre de Zebadías, de la familia de Sefatías (Esd 8).

MICAÍAS

Nombre de siete personajes del Antiguo Testamento (RV).

  1. Profeta que desarrolló su ministerio durante el reinado del malvado ACAB, rey de Israel por los años 940–918 a.C. (1 R 22.8–29; 2 Cr 18.7–27). Micaías, hijo de Imla, aparece en el escenario bíblico cuando Acab se alía con JOSAFAT, rey de Judá, para salir en batalla contra los sirios que en aquellos días tenían en su poder a Ramot de Galaad (1 R 22.3, 4). Se opuso a la falsa profecía de los cuatrocientos profetas convocados por Acab, quienes le aseguraban a este que triunfaría en la batalla contra los sirios. Micaías levantó su voz y previno al rey aun cuando sabía muy bien las consecuencias que le traería su franqueza. Micaías fue abofeteado y encarcelado (1 R 22.24, 27).
  2. Padre de Acbor (2 R 12).
  3. Madre de Abías rey de Judá (2 Cr 2).
  4. Príncipe, enviado del rey Josafat (2 Cr 7).
  5. Ascendiente de Zacarías (Neh 12.35).
  6. Sacerdote en tiempo de Nehemías (Neh 41).
  7. Contemporáneo del profeta Jeremías (Jer 11).

MICAL

Hija menor de Saúl, quien la ofreció a David a cambio de cien prepucios de filisteos. El celoso rey pensó que David moriría en la batalla que la empresa requería (1 S 18.20–27). Después de casada con David, la astuta Mical lo salvó de un atentado de parte de Saúl (1 S 19.11–17). Durante el cautiverio de David, Saúl la dio en matrimonio a Paltiel (1 S 25.44).

Después de la muerte de Saúl, David reclamó que Mical le fuera devuelta, y así fortaleció su derecho al trono (2 S 3.14–16). Como consecuencia de su menosprecio a David cuando este danzó frenéticamente delante del arca, Mical no tuvo hijos (2 S 6.16– 23). Los hijos mencionados en 2 S 21.8 probablemente eran los de su hermana Merab (1 S 18.19). Así rezan algunos manuscritos hebreos y las versiones modernas.

MICMAS

Ciudad situada a 11 km al nordeste de Jerusalén y dentro del territorio de la tribu de Benjamín. Se hallaba a una altura aproximada de 650 m sobre el nivel del mar.

Fue célebre en la historia de Israel por hechos como el episodio militar que culminó con la expulsión de los filisteos. La peculiar topografía de Micmas y sus alrededores con sus cañadas, cerros encrespados, «el paso del Micmas», sus cuevas, etc., ofreció recursos estratégicos a ambos ejércitos (1 S 13 y 14). Al fin del cautiverio los que eran de la comunidad judía de Micmas regresaron a su sitio (Esd 2.27; Neh 7.31). Micmas fue la residencia de Jonatán Macabeo (1 Mac 9.73).

MICTAM

Término que aparece en los títulos de los Salmos 16, 56–60 (cf. Is 38.9 BJ), el significado de cuya raíz es incierto. La LXX lo traduce stelografía, en lugar de lo cual, en la antigua versión latina se encuentra tituli inscriptio. Todo ello sugiere, posiblemente, la idea de una grabación en tablas o de una inscripción. Otros sugieren la raíz hebrea de «tapar» para dar el sentido de «salmo de cubrir el pecado, o de expiación».

En la poesía hebrea moderna, mictam corresponde al epigrama. En los salmos mencionados, una frase o un pensamiento significativo e importante ocupa un lugar prominente y en algunos casos repetido como un estribillo (Sal 56.4, 10s; 57.5, 11; 59.9b y 10a, 17b).

MIEL

Sustancia dulce elaborada por las abejas con elementos que absorben de las flores. Abundaba tanto en la Tierra Santa que llegó a ser artículo de exportación (Ez 27.17). Jacob la envió a José como presente (Gn 43.11); Sansón la halló en el cadáver de un león (Jue 14.8, 9); Jonatán se alimentó con ella (1 S 14.25–27) e igual hizo Juan el Bautista (Mt 3.4).

Aunque era artículo prohibido en el culto de ofrenda quemada, la miel podría traerse como ofrenda de primicias (Lv 2.11, 12). Era muy apreciada por su sabor (2 S 17.29; Sal 19.10; Pr 27.7). Se producía en forma silvestre (Éx 3.17; Mc 1.6), y también se cuidaba de cultivarla metódicamente (Cnt 5.1; Jer 41.8). Palestina fue bautizada como «tierra que fluye leche y miel» por su abundancia de este elemento (Éx 3.8). En forma figurada la miel es símbolo de la riqueza espiritual de las Sagradas Escrituras (Sal 19.9; 119.103; cf. Ez 3.3) y de las palabras de la mujer seductora (Pr 5.3; cf. Cnt 4.11).

MIES

Ver. COSECHA. (MIGDAL).

MIGDOL

Término semítico que quiere decir «torre» o «fortaleza».

Aparece en el Antiguo Testamento con referencia a tres lugares.

  1. Ciudad egipcia cerca de la que acamparon los hebreos después del éxodo (Éx 14.2; Nm 33.7). Se le utiliza en Ez 29.10 y 30.6 para señalar el extremo norte de Egipto. Jeremías (44.1 y 46.14) afirma que había judíos que vivían en Migdol.
  2. Migdal-gad (torre de Gad). Ciudad adjudicada a la tribu de Judá (Jos 37).
  3. Migdal-el (torre de Dios). Una de las ciudades que tocaron en suerte a la tribu de Neftalí (Jos 19.38).

No se conoce el lugar exacto donde estaba ubicada ninguna de estas ciudades.

MIGUEL

(¿QUIÉN COMO DIOS?).

Nombre del ARCÁNGEL que también se llama «vuestro príncipe» en Dn 10.21 y «principal príncipe» en Dn 10.13. Posiblemente sea el mismo «príncipe» de Dn 8.11. En la literatura extracanónica del Antiguo Testamento se le representa como mediador y dador de la Ley. En el Nuevo Testamento se le menciona dos veces. Judas 9 lo presenta como protector del cuerpo de Moisés y Ap 12.7–9 como el defensor de Israel contra el dragón, o Satanás, en los últimos días.

MILAGRO

Cualquier acto del poder divino, superior al orden natural y a las fuerzas humanas. Existen diferentes palabras en hebreo, arameo y griego para expresar el concepto de milagro.

SENTIDO DE «MILAGRO»

Los términos empleados en el Antiguo Testamento para designar los milagros de Dios son muy variados. Expresan el carácter de sus obras extraordinarias, tales como los portentos del ÉXODO, o se refieren a los fenómenos naturales que son obra de su mano creadora (Éx 7.3; Sal 136.4). La intervención de Dios en la naturaleza y en la historia de Israel revela su gloria y santidad. Los milagros sirven en ciertos casos para acreditar al profeta ante sus contemporáneos (Is 7.11; 38.7ss). Sin embargo, los magos o encantadores pueden a veces producir milagros semejantes a los de los profetas de Dios (Éx 7.12, 22).

En el Nuevo Testamento se emplean tres palabras distintivas para referirse a los milagros:

MARAVILLA

Palabra que indica el asombro que el milagro produce en los espectadores. Se repite muchas veces por su profundidad de significado en cada hecho milagroso (Mc 2.12; 4.41; 6.51; 7.37; cf. Hch 3.10, 11). Además, «maravilla» siempre aparece unida con la palabra «señal» (otro vocablo empleado para expresar milagro, por ejemplo, Mt 24.24; Hch 14.3; Ro 15.19; Heb 2.4).

SEÑAL

Esta palabra indica una prueba de la cercanía de Dios y de su obra (Jn 3.2; 7.31; 10.41). Los milagros son «señales» de algo más importante oculto detrás de ellos mismos (Is 7.11; cf. Mt 16.3). Testifican del poder dado a la persona que los realiza (Mc 6.20; Hch 14.3). Los judíos demandaron señal de Jesús (Jn 2.18; cf. Mt 12.38). Pero una «señal» no es necesariamente un milagro; por ejemplo, el anuncio de los ángeles a los pastores tocante al nacimiento de Jesús incluyó una señal no milagrosa (Lc 2.12; cf. Éx 3.12). Otra característica de esta palabra es su unión frecuente con la palabra «prodigio», tanto en el Antiguo Testamento como en Nuevo Testamento (Éx 7.3; 11.9; Dt 4.34; Neh 9.10; Sal 78.43; Jn 4.48; Hch 2.22; 4.30; 2 Co 12.12).

«PODERES» U «OBRAS PORTENTOSAS»

El «poder» reside originalmente en el mensajero divino que Dios faculta directamente (Hch 6.8; 10.38; Ro 15.19). En Mt 7.22 los milagros son «obras poderosas» (cf. Mc 6.14; Lc 10.13).

NATURALEZA DE LOS MILAGROS

Cuando se dice que los milagros alteran el orden de los fenómenos naturales, no significa la ruptura de las leyes que rigen la naturaleza. Cada milagro tiene un propósito e interrumpe la regularidad superficial de una Ley en obediencia a otra más alta y más sutil.

No hay razón para afirmar que los milagros rompen la ley natural y la unidad orgánica por la que Dios actúa.

Para entender los milagros es necesario distinguir entre la constante providencia soberana de Dios y sus actos extraordinarios. La fe en los milagros debe armonizarse con el contexto de un mundo completo, en el que toda la creación continuamente depende de la actividad sustentadora de Dios y está sujeta a su voluntad soberana (Col 1.16, 17). Las «leyes naturales» derivan del conocimiento del universo en el que Dios siempre trabaja.

Algunos filósofos y teólogos sostienen que los milagros son incompatibles con la naturaleza y los propósitos de Dios. Razonan que Dios es el alfa y la omega, conocedor de todas las cosas desde el principio hasta el fin de las mismas. Él es el inmutable por excelencia, y su inmutabilidad misma chocaría con una intervención eventual en el orden de la naturaleza. Esta objeción, fundada en el carácter de Dios, proviene de la incomprensión de su existencia como un ser viviente y personal. Su inmutabilidad no es la de una fuerza impersonal, sino la fidelidad de una persona. Su voluntad soberana creó criaturas responsables con las que se relaciona fielmente.

Los milagros están íntimamente relacionados con la fe de los espectadores, los afectados directamente (Éx 14.31) y la de quienes habrán de oírlos o leerlos posteriormente (Jn 20.30, 31).

La frecuencia de las curaciones milagrosas es mucho más notable en la época del Nuevo Testamento que en cualquier período del Antiguo Testamento. Los milagros que Jesús realizó están en íntima relación con su función mesiánica. Los milagros que realizaron los apóstoles y líderes de la iglesia primitiva se hicieron en el nombre de Cristo. Eran la continuación de todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar, en el poder del Espíritu Santo que Él envió de su Padre. Los milagros son una parte de la proclamación del Reino de Dios, pero no un fin en sí mismos.

CLASIFICACIÓN DE LOS MILAGROS

Hay muchas clases de milagros, y si hay que hacer una clasificación se recomienda la siguiente:

  1. LA ENCARNACIÓN DE CRISTO: el milagro central del
  2. MILAGRO DE FERTILIDAD: por ejemplo, la conversión del agua en vino en las bodas de Caná de Este milagro proclama que el Dios de la naturaleza está presente. Hace caer la lluvia, produce las uvas y hace el vino todos los años como parte del proceso normal de la fertilidad; pero Cristo, el Dios encarnado, en una sola ocasión acorta el proceso natural y hace el vino en un instante (Jn 2.1–12).
  3. MILAGRO DE SANIDAD: estos revelan que en Cristo se personifica el poder que estaba siempre detrás de todas las curaciones (véase arriba).
  4. MILAGRO DE DESTRUCCIÓN: de esta clase solo se registra uno entre los milagros de Jesús: la maldición de la
  5. MILAGRO DE DOMINIO SOBRE LAS FUERZAS NATURALES: por ejemplo, la tempestad calmada (Mt 24–26).
  6. MILAGRO DE TRANSFORMACIÓN TOTAL: revelan el poder de Dios sobre la muerte. La resurrección de Lázaro y especialmente la de Jesús corresponden a este grupo (Jn 11.44; Mt 28.6, 9; Lc 24.34). El milagro de la RESURRECCIÓN corporal es medular en la fe y esperanza cristianas (1 Co 12ss).

MILANO (EN HEBREO, AYA, QUE SIGNIFICA GRITADOR).

Especie de halcón (Dt 14.13) y ave de rapiña con pico encorvado y puntiagudo, alas largas y cola ordinariamente corta.

Se incluye entre las aves inmundas (Lv 11.14) y habita en Galilea superior. En invierno, emigra hacia las regiones cálidas.

MILCA

Nombre de dos mujeres en el Antiguo Testamento.

  1. Hija de Harán (hermano de Abraham), esposa de Nacor y abuela de Rebeca (Gn 11.29;20–23).
  2. Una de las cinco hijas de Zelofehad que recibieron la heredad de su padre porque no tenían hermanos (Nm 26.33; 1–7; 36.1–12).

MILENIO

(MIL AÑOS).

Período del Reino de Dios sobre la tierra, que sigue a la Segunda Venida de Cristo y precede al estado final, en el que el Señor establecerá un reino de justicia y paz, y regirá junto con los santos con una vara de hierro. Como otras cifras de Apocalipsis, «mil» tiene valor simbólico, sin ser equivalente de la eternidad.

«Mil años» es una época muy larga que se contrasta con los tres años y medio de hegemonía satánica (11.2; 12.6) y con los diez días de tribulación (2.10). Muchos exégetas no aceptan este período intermedio porque:

  1. Reviste un carácter muy judaico, es decir, contiene ideas propagadas por la literatura judía llamada «apocalíptica» (200 a.C. –200 d.C. APOCALIPSIS)
  2. Se basa en un solo pasaje (Ap 20.1–10). Pero hay otras indicaciones de tal período en el Antiguo Testamento y en el resto del Nuevo

El concepto de un reino de Dios establecido en la tierra viene del Antiguo Testamento, especialmente de la enseñanza profética (Is 2.11; Jl 3.18; Am 9.11–15; Miq 4.1–5) y de Dn 2.37–45; 7.2–27. Estos pasajes no señalan un período intermedio diferente del estado final, sino ven el reino como un todo (cf. Is 65.17–25); definitivamente enseñan que Jehová reinará políticamente sobre todas las naciones, y que establecerá la verdadera justicia y prosperidad. Daniel aclara que los «santos» reinarán con el Hijo del hombre (7.13s, 18, 22).

En la literatura apocalíptica judía (hasta 100 d.C.) se ve claramente el desarrollo del concepto de un período intermedio, que oscila, según los escritos, entre cuarenta años y siete mil; solo un rabino habla de mil años, y este es contemporáneo de Apocalipsis.

Muchos eruditos concluyen que esta literatura es la fuente de Ap 20, pero no es posible afirmarlo categóricamente puesto que no se ha podido determinar con certeza la fecha de  estos escritos; algunos son más recientes que Apocalipsis. Otros sostienen que el autor de Apocalipsis creía, como muchos judíos, que el plan divino de la historia tenía una estructura de siete actos; esto formaría una semana en la que cada día representa mil años, y el séptimo sería el «sábado» del mundo (cf. Sal 90.4; citado en 2 P 3.8). De todos modos, la idea básica de un reino terrenal de Dios no proviene de esta literatura, sino del Antiguo Testamento.

Los Evangelios no mencionan un período intermedio, pero manifiestan que Jesús enseñó que muchos vendrían de lejos para sentarse con los patriarcas en el reino de Dios (Mt 8.11). Aun más claro es Mt 19.28, donde Jesús dice que en la regeneración sus discípulos se sentarán sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. El escenario parece ser la tierra y una vez más se nota que los seguidores de Jesús participan en la administración del reino (cf. 1 Co 6.2s; 2 Ti 2.12).

Pablo tampoco menciona este período específicamente, pero es notable que 1 Co 15.23–28 dé el orden de la resurrección así:

  • Cristo, las primicias;
  • los de Cristo en su parusía;
  • el fin, cuando Cristo entregue el reino al Padre, no sin antes suprimir toda oposición a su voluntad.

Los adverbios de tiempo (traducidos «luego») parecen indicar etapas sucesivas en este proceso: desde la resurrección de Jesús hasta la parusía, y desde la parusía hasta el fin. Durante este último período Cristo sujeta todo el poder del mundo.

Los pasajes bíblicos señalados arriba enseñan:

  • la presencia literal y política del reino de Dios en la tierra;
  • la participación de los santos en la administración de ese

Aunque no dan claro apoyo a la idea de un reinado intermedio, dichos pasajes presentan estos dos elementos que a su vez son la base del milenio de Ap 20, donde se repite la frase «mil años» seis veces en los vv. 1–7. Además, la derrota de Satanás (Ap 20.2) no es una idea nueva (cf. Jn 12.31; 16.11); tampoco lo es la resurrección, llamada aquí «la primera», reservada a los creyentes (1 Co 15.23, 51s; 1 Ts 4.13–17).

Compárese también la derrota de GOG y Magog (Ap 20.8s), en Ez 38 y 39, después de la visión de la resurrección de Israel (Ez 37). Así, pues, Ap 20 recoge muchos asuntos tocados en el Antiguo Testamento, los Evangelios y Pablo, y, de acuerdo con el principio de la revelación progresiva en las Escrituras, les da su explicación final.

La interpretación del milenio ha sido un campo de batalla a través de los siglos. Los intérpretes de los siglos II y III entendieron los «mil años» literalmente. Orígenes y Agustín fueron los primeros que lo espiritualizaron, y enseñaron que el milenio empezó con la resurrección de Cristo y que se prolonga a toda la época de la Iglesia. Siguiendo esta línea, la iglesia romana ha rechazado la interpretación literal, tildándola de «quiliasmo» (del griego, que significa mil).

En nuestros tiempos ha habido tres posiciones básicas y en torno a esta giran otras posiciones:

PREMILENARISTA

Arguye que el milenio es un período iniciado por la parusía, en el que Cristo establece un reino de justicia en la tierra. Los programas de la Iglesia e Israel están separados. La gran tribulación y el milenio son períodos de siete y mil años respectivamente.

VEAMOS ALGUNAS SUBDIVISIONES DE ESTA POSICIÓN: POSICIÓN PRETRIBULACIONISTA PREMILENARISTA

La Iglesia será raptada antes de la gran tribulación. El Rapto y la gran tribulación son actos separados.

POSICIÓN POSTRIBULACIONISTA PREMILENARISTA

El Rapto de los creyentes será después de la gran tribulación. El Rapto y la Segunda Venida son el mismo acontecimiento.

POSICIÓN MESOTRIBULACIONISTA PREMILENARISTA

La Iglesia será raptada tras 42 meses (1.260 días) de la gran tribulación de 7 años.

POSICIÓN DEL RAPTO PARCIAL PREMILENARISTA

Solo algunos creyentes serán «raptados» antes de la gran tribulación. Los que «no estén preparados» deben pasar por el martirio para probar su fe.

AMILENARISTA

Niega que haya un milenio literal, pues la parusía y el juicio final vienen más o menos a un mismo tiempo para iniciar el estado final. Esta posición se puede subdividir en dos:

POSICIÓN AMILENARISTA DE SAN AGUSTÍN

Apocalipsis trata simbólicamente del triunfo del Reino de Dios a través de la Iglesia. La gran tribulación y el milenio no son períodos de siete y mil años, sino que son cifras simbólicas que designan la larga lucha del mal contra la iglesia.

UNA SEGUNDA POSICIÓN AMILENARISTA

Coincide con San Agustín, excepto en que no se ve al Reino de Dios obrando a través de la Iglesia en esta era.

POSMILENARISTA

Enseña que el milenio vendrá antes de la parusía, pero no antes de que el reino esté preparado, gracias a los esfuerzos humanos, para recibir a Cristo.

POSICIÓN EVANGÉLICA POSMILENARISTA

Israel y la Iglesia equivalen a un solo pueblo de Dios. La tribulación es prolongada, no dura solamente siete años. El milenio es el período de mil años en que Cristo reina, a través del ministerio de la Iglesia del Reino de Dios.

Como vemos, estos sistemas de pensamiento procuran explicar el plan del procedimiento divino para el futuro. Sin embargo, a pesar de los mejores propósitos que han guiado a muchos en la interpretación de la Palabra de Dios, no podemos afirmar que representan a plenitud la enseñanza bíblica pues son obvias sus diferencias.

Por ejemplo, los partidarios de (2) alegan contra (1) que el premilenarismo trata demasiado literalmente un pasaje profético (Ap 20), haciendo así caso omiso del género literario; también objetan las condiciones mixtas que involucraría un milenio literal; por ejemplo, los resurrectos que viven junto a los mortales. Por su parte, los partidarios de (1) señalan que la expresión «volvieron a vivir» no debe entenderse en sentido espiritual en Ap 20.4 y en sentido literal en

20.5. Además, alegan que solo un reino literal de Cristo en un mundo donde existe la posibilidad del pecado demostrará que puede haber justicia en la presencia del mal. Les parece también que la expresión «regirá las naciones con vara de hierro» (Ap 2.27; 12.5; 19.15) no sería consecuente con el estado final, cuando todo se someterá a la voluntad de Dios y todo mal se eliminará (Ap 21.8, 27; 22.3, 15).

MILETO

Ciudad en la costa sudoeste de Asia Menor donde Pablo se reunió con los ancianos de Éfeso, rumbo a Jerusalén durante su tercer viaje misionero (Hch 20.15–38).

Unos ocho años después, el apóstol volvió a pasar por aquí y dejó enfermo a su compañero Trófimo (2 Ti 4.20).

Era una destacada ciudad jónica durante los siglos VIII a VI a.C. Tenía puerto marítimo y era floreciente centro comercial y colonizador. Allí residían los primeros filósofos griegos: Tales, Anaximandro y Anaxímenes. Durante las guerras persas, en el siglo V, Mileto sufrió un descenso, pero revivió durante los imperios alejandrino y romano.

Mileto se hallaba 60 km al sur de Éfeso. Cuando Pablo hizo escala allí, la ciudad tenía fama por su arquitectura. Todavía pueden verse sus ruinas.

MILO

(EN HEBREO, RELLENO).

Nombre de dos lugares del Antiguo Testamento.

  1. Nombre de una parte de las fortificaciones de Sion (la colina del sudeste de Jerusalén). Ya existía en el tiempo de David (2 S 5.9; 1 Cr 11.8) y Salomón y Ezequías la reconstruyeron (1 R 9.15, 24; 27; 2 Cr 32.5; cf. 2 R 12.20). Hay muchas conjeturas en cuanto al sitio y la forma de Milo. Puede haber sido una torre o el gran relleno terrazado en el lado nordeste donde la muralla se acercaba a la fuente Gihón.
  2. Sitio cerca de Siquem (Jue 9.6, 20).

MILLA

Medida de distancia común en tiempos de Cristo. Es parte del sistema romano de medidas y su equivalente original fueron «mil pasos» (equivalente a 1.478.5 m). Se calculaba a base de un «paso» bastante grande, de 1.478 m aproximadamente (Mt 5.41).

MILLO

Cereal mencionado en Ez 4.9. Es el panicum miliaceum, gramínea de ca. 1 m de alto, de hojas planas, alargadas y puntiagudas. Probablemente es oriundo de las Indias Orientales. La semilla, pequeña y redonda, se usa para hacer harina y pan, y la paja para forraje.

MIRTO

Ver. ARRAYÁN.

 MINA

(EN GRIEGO, MNA).

Moneda mencionada en una de las parábolas sobre el Reino de Dios (Lc 19.13–25; cf. Mt 25.14–30 talentos). Posiblemente fuera una referencia a la libra griega, y en tal caso habría sesenta minas en cada talento. Puesto que la mina tenía un valor de cien dracmas, equivalía a más o menos dieciséis dólares.

MINI

Reino ubicado en lo que después se llamó Armenia. Muchos creen que la palabra Armenia viene de har-mini. Se encontraba en el área sur del lago Urmia y al este de las montañas Zagros, en lo que es actualmente Irán. Mini se menciona una sola vez en la Biblia. El profeta Jeremías lo llama a hacerle la guerra a Babilonia (Jer 51.27).

MINISTERIO

Servicio que rinde una persona a otra, que en sentido bíblico generalmente es relación personal no un simple trabajo manual. Josué es el «servidor» o ministro de Moisés (Éx 24.13). Eliseo «servía» a Elías (1 R 19.21). Los ángeles o «ejércitos» son ministros de Jehová (Sal 103.21).

En el Nuevo Testamento, Cristo es ejemplo de uno que ministra a la humanidad. Él mismo afirmó: «El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir» (Mt 20.28). La raíz griega del vocablo traducido «servir» o «ministrar» es diákonos, del que viene la palabra DIÁCONO. Cuando Cristo lavó los pies de los discípulos los ministró como el gran diácono.

El ministerio cristiano al prójimo tiene varios aspectos. De acuerdo con Hch 6.1–7, por ejemplo, existe una responsabilidad social de ministrar para mitigar las necesidades físicas de los necesitados. Si se proporciona alimentos y ropa a los pobres, se visita a los encarcelados o se participa en cualquier servicio social, Jesús declara que «en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis» (Mt 25.40). Pero después de reconocer el ministerio social del cristiano fuera de la iglesia, la Biblia enfoca el ministerio principalmente a los de dentro de la misma (1 Co 16.15; 2 Co 8.1–6; Heb 6.10). Pablo exhorta: «Hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe» (Gl 6.10).

Más que cumplir el ministerio social, el cristiano tiene el deber ante el mundo de cumplir «el ministerio de la RECONCILIACIÓN» (2 Co 5.18). La reconciliación del Nuevo Testamento es vertical, entre el hombre pecador y un Dios de justicia que «hizo pecado» a Cristo (2 Co 5.21) para que el hombre pudiera ser reconciliado. Si falta el ministerio espiritual de reconciliación (2 Co 5.21), cualquier ministerio social tiene poco valor. El ministerio de la evangelización tiene prioridad entre todos los ministerios al mundo.

El ministerio dentro de la iglesia se conceptúa en el Nuevo Testamento sobre la base de los DONES ESPIRITUALES (1 Co 12.4–11). Cada creyente tiene la responsabilidad de ministrar o servir a sus hermanos conforme al don o dones que el ESPÍRITU SANTO le ha dado (1 P 4.10). No hay cristiano que no tenga por lo menos un don espiritual (1 Co 12.7), pero es posible pasar por alto el don personal (1 Co 12.1) o descuidarlo (1 Ti 4.14).

Las listas clave de los diferentes ministerios o carismata que reparte el Espíritu Santo se encuentran en Ro 12.6–8; 1 Co 12.8–10, 28–30; Ef 4.11. Según Pablo, la «obra del ministerio» es para «la edificación del cuerpo de Cristo» (Ef 4.12; cp. 1 Co 12.7).

MINIT

Una de las ciudades que Josué arrebató a los moabitas (Jue 11.29–33). Debió estar ubicada en la Palestina del este, al sudoeste de la actual Ammán. En Ez 27.17 es nombrada por el trigo que vendía a Tiro.

MIQUEAS

LIBRO DE MIQUEAS: (quién como Jehová). Libro del Antiguo Testamento clasificado entre los profetas menores. Se caracteriza por la forma en que condena a los ricos por explotar a los pobres. Contiene una clara predicción del nacimiento del Mesías en Belén. Toma su nombre de su autor, Miqueas.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

En Miqueas se distinguen partes bien definidas. La primera (1–3) contiene predicciones de juicio contra Judá e Israel. La segunda (4–5) habla de esperanzas de restauración mesiánica. La tercera (6–7) contiene invitaciones de Dios al arrepentimiento con la consiguiente promesa de salvación.

Este ordenamiento del contenido del libro ha hecho pensar a algunos que el libro le da unidad a algunos discursos pronunciados en épocas y circunstancias diversas.

MIQUEAS: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza

  1. La predicción del juicio 1—3.12
  2. La predicción de la restauración 1—5.15
  3. El ruego al arrepentimiento 1—7.20

AUTOR Y FECHA

Miqueas era oriundo de MORESET, Gat (1.14), al oeste de Hebrón y unos cuarenta y cinco kilómetros al sudoeste de Jerusalén. Compartía con sus paisanos de Moreset cierta antipatía hacia la capital y su decadencia. En cuanto a su posición socio-económica, los eruditos debaten si pertenecía a la clase pudiente de los terratenientes o a la clase oprimida a la que defiende tan vehementemente. No sabemos las circunstancias en que recibió su llamamiento.

Efectuó su tarea profética en una época particularmente dramática por causa de las invasiones de Asiria. Actuó bajo los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías (1.1), o sea durante los períodos (750–687 a.C.) antes y después de la toma de Samaria por los asirios (721).

Muchos eruditos contemporáneos le han negado al profeta Miqueas la autoría de varias partes de la obra. Algunos comentaristas conservadores, por su parte, imponen al texto una unidad artificial que ignora algunos cambios bruscos en la temática del libro.

Los más liberales niegan la autoría de Miqueas aduciendo que ciertas perspectivas no son propias del siglo VIII. Sin embargo, esta posición es tan subjetiva como la conservadora y responde a presupuestos teológicos e ideológicos que deben ser debatidos explícitamente. Una perspectiva que respete el texto completo de la obra, que reconozca su historia editorial y hermenéutica y que respete la cultura oriental en la que se originó parece más propicia.

MARCO HISTÓRICO

Miqueas fue contemporáneo de Amós, Oseas e Isaías, aunque nada sabemos de sus posibles relaciones. Su vigorosa personalidad (3.8) se asemeja a la de Amós. Como otros profetas, condenó la injusticia social en Samaria y en Jerusalén. Estos abusos indignaban intensamente al profeta, posiblemente por descender él de una humilde familia campesina.

Miqueas es sobre todo un profeta de juicio. Dios aparece como el juez universal. Sus sermones fueron dirigidos principalmente contra Jerusalén, por lo que probablemente predicó poco tiempo contra Samaria.

APORTE A LA TEOLOGÍA

En Miqueas solo se acentúan atributos divinos que constituyen el fundamento de su predicación profética: la grandeza de Dios, su santidad, su ira y su gran misericordia.

Miqueas, como los otros profetas, abunda en grandes enseñanzas morales. Solo  concede valor a la religión en cuanto ella es capaz de producir la justicia en el individuo y en la sociedad. En 6.8 resume admirablemente todo el contenido de la predicación de sus predecesores o contemporáneos: «practicar la justicia [Amós], amar la misericordia [Oseas] y caminar humildemente con tu Dios [Isaías]».

OTROS PUNTOS IMPORTANTES

El libro es particularmente interesante por su profecía sobre el origen del Mesías, una de las más concretas del Antiguo Testamento, y con la cual Miqueas culmina sus ideas escatológicas:

«Mas tú, Belén Efrata, aunque menor entre las familias de Judá, de ti ha de salir aquel que ha de dominar en Israel» (5.1–5). En el Nuevo Testamento los evangelistas reconocen en Belén Efrata la designación del lugar de nacimiento del Mesías.

La profecía se cumple en Jesús, nacido en Belén de Judea en tiempo del rey Herodes (Mt 2.1– 6; Jn 7.42).

MIRRA

Traducción (RV) de tres vocablos hebreos y dos griegos.

  1. Lot (hebreo, solo en Gn 37.25; 11). No es mirra sino ládano (BJ), la gomorresina fragante de la estepa, cistus creticus, planta que abunda en Palestina y cuyo producto era muy apreciado en el Oriente.
  2. Qiddha (hebreo, solamente en Ez 27.19). No es mirra sino
  3. Mron (griego, solamente en Ap 18.13). Propiamente debiera decir «ungüento» (VM).
  4. Mor (hebreo) y smyrna (griego) que son la mirra propiamente dicha. Es la gomorresina fragante de la commiphora myrrha, planta que abunda en el sur de Arabia, Etiopía y Somolilandia.

La mirra puede ser líquida, cuando se extrae de árboles nuevos (Est 2.12; Cnt 5.5, 13), o sólida, en cuyo caso es cristalina, roja, semitransparente y frágil. Se usaba en perfumería y medicina y para embalsamar cadáveres (Herodoto, Historia II: 86). Era ingrediente importante del aceite sagrado de la unción (Éx 30.23ss). Se contó entre los dones presentados al niño Jesús (Mt 2.11). Gracias a sus cualidades soporíferas la mirra se mezclaba con las bebidas ofrecidas a los torturados. Jesús rehusó el vino mirrado (Mc 15.23).

MISAEL

(¿QUIÉN ES COMO JEHOVÁ?).

Nombre de tres hombres en el Antiguo Testamento.

  1. Hijo de Uziel y nieto de Coat, de la tribu de Leví (Lv 4).
  2. Israelita que ayudó a Esdras a leer el libro de la Ley de Moisés al pueblo (Neh 4).
  3. Príncipe de Judá y uno de los tres amigos de Daniel que echaron en el horno de fuego ardiendo. Los babilonios cambiaron su nombre a Mesac (Dn 1.6–7; ABED-NEGO).

MISERICORDIA

Aspecto compasivo del AMOR hacia el ser que está en desgracia o que por su condición espiritual no merece ningún favor. La misericordia y la GRACIA son actitudes y disposiciones muy semejantes en Dios; mientras que la primera trata al hombre como un ser miserable, la segunda lo toma como culpable.

En la Biblia se destaca la misericordia de Dios como una disposición suya que beneficia al hombre pecador (Gn 32.10; Éx 34.6; Esd 3.11; Sal 57.10). Somos salvos por la misericordia de Dios (Ef 2.4; Tit 3.5). Por eso a Él se le llama «Padre de misericordia y Dios de toda consolación» (2 Co 1.3). El tratamiento que Dios da a su pueblo Israel es considerado en la Biblia como una manifestación de su misericordia (Éx 15.13; Jue 2.18).

En su ministerio público Jesucristo mostró misericordia para con los enfermos, los necesitados y los desprovistos de atención espiritual (Mt 9.36; 14.14; Mc 1.41; 8.2).

También nosotros los seguidores de Cristo debemos ser misericordiosos, para «alcanzar misericordia» (Mt 5.7). La misericordia es más agradable a Dios que los sacrificios (Os 6.6), aun cuando estos fuesen necesarios por causa del pecado (1 S 15.22; Miq 6.6–8).

La Biblia da algunos ejemplos de individuos que practicaron la misericordia en su trato hacia el prójimo (Mt 18.27; Lc 10.33), y esta es una gracia que todos debemos imitar (Mt 23.23; Stg 3.17). La misericordia debe ejercerse con alegría (Ro 12.8). El PERDÓN es una consecuencia hermosa de la misericordia, tanto de parte de Dios como en las relaciones de los cristianos entre sí (Lc 6.36).

MISHNAH

Ley oral que fue recopilada por el rabí Judá el Príncipe. La conforman las prescripciones rituales y jurídicas, éticas y religiosas de los judíos que dieron origen al TALMUD. Nació de la necesidad de concordar las prescripciones bíblicas con las exigencias de la época, a partir del regreso del cautiverio. Finalmente se añadió a todo esto la defensa de la tradición contra la amenaza constante del politeísmo, originando una legislación nueva que se transmitía oralmente.

Esta ley oral comenzó a codificarse en el siglo I a.C. (Hillel). El rabí Akiba (ca. 110–35 d.C.), o un erudito anterior, hizo una colección completa de las leyes tradicionales, material que Judá el Príncipe usó, junto a otras secciones, para su edición de la Mishnah.

El texto se presenta como las actas o resúmenes de una serie de discusiones en que cada rabino emite su opinión, sin que aparezca ninguna sentencia.

La Mishnah ha sido objeto de dos series de comentarios importantes llamados Guemará; han sido reunidos a la Mishnah en el Talmud jerosolimitano y el Talmud babilónico.

PRINCIPIOS Y CÓDIGOS DE LA MISHNAH

Los principios que rigen la Mishnah son tres: tema, orden bíblico y elementos artificiales, tales como los números. A su vez tiene seis códigos principales:

  1. Agricultura (Zera’im): Se ocupa de las leyes agrícolas y los deberes religiosos en cuanto al cultivo de la tierra, así como el tributo de productos que debe entregarse a los sacerdotes, a los levitas y a los
  2. Festividades (Mo’ed): Establece las diferentes festividades del calendario religioso, la observancia del día de reposo, así como las ceremonias y sacrificios que debían llevarse a cabo en esos días.
  1. Matrimonio (Našim): Regula el matrimonio, el DIVORCIO, el levirato (MATRIMONIO), el ADULTERIO y el nazareato (NAZAREO).
  2. Derecho civil y penal (Neziqin): Comprende la legislación civil, diversas transacciones comerciales, los procedimientos legales y máximas éticas de los
  3. Derecho religioso (Kodašim): Decreta lo referente a los sacrificios, los primogénitos, los animales limpios e inmundos y una descripción del templo de
  4. Purificaciones (Tohorot): Establece las leyes referentes a la pureza e impureza levíticas, a las personas y objetos limpios o inmundos, y a las

MISIA

Provincia de Asia Menor en la parte noroeste de la península, limitada al norte por la Propontide, al oeste por el mar Egeo, al sur por Lidia y al este por Bitinia y Frigia.

Pablo pasó por Misia en su primer viaje misionero y partió de su puerto principal, TROAS (Hch 16.7s, 11). Otras ciudades importantes de esta provincia eran: ASÓN, Adramicio (Hch 27.2) y PÉRGAMO.

MISTERIO

(EN HEBREO, SOD RAZ; EN GRIEGO, MYSTÉRION).

El sentido etimológico expresa «algo escondido, secreto», y no lleva significado religioso. En

las Escrituras aparece principalmente en la literatura apocalíptica y en los escritos paulinos, aunque también en los Evangelios Sinópticos (Mt 13.11), y tiene connotación escatológica.

Daniel usa misterio en el sentido de un sueño olvidado (2.17, 28ss, 47) que queda escondido para los hombres, pero que Dios conoce y lo puede revelar. Nabucodonosor atribuye a DANIEL el poder de revelar misterios (4.9), pero es Dios que lo hace. Daniel tiene misterios que se revelan (5.24–29) y misterios que permanecen cerrados hasta el fin (12.9ss).

En la literatura apócrifa (APÓCRIFA DEL ANTIGUO TESTAMENTO) del período intertestamentario usan esta palabra Tobías, Sabiduría, Eclesiástico y 2 Macabeos en la acepción de «secreto» humano, militar o de estado. Es notable el uso que hace el libro de Enoc de la palabra misterio, pues es muy similar al sentido paulino del término, esto es, el plan de Dios para la salvación de los hombres que ya existe, pero que solo ahora se va a revelar.

Cristo promete a sus discípulos que a ellos les «es dado saber los misterios del reino» (Mt 13.11; cf. Mc 4.11; Lc 8.10). Y Pablo hace del misterio un concepto básico de su teología. En los escritos paulinos el misterio es un aspecto de la verdad «que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado» (Col 1.26) a los que son ya hijos de Dios y en los cuales el ESPÍRITU SANTO mora y les ilumina (cf. 1 Co 2.10). La SABIDURÍA de Dios, desconocida y no perceptible al hombre pecador (2.14), la habla Pablo «en misterio» (2.7). Y esta «sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria» (2.7), por la operación del Espíritu, se torna en REVELACIÓN, comprensible y fehaciente para el creyente en Cristo.

Los cristianos somos, pues, recipientes y «administradores» (4.1) de los misterios de Dios, entre los que están la RESURRECCIÓN (15.51), la VOLUNTAD divina (Ef 1.9), la GRACIA de  Dios en Cristo (3.2ss), la relación de Cristo con su IGLESIA (5.32; CUERPO DE CRISTO), la presencia de Cristo en los creyentes (Col 1.27), la persona de Dios Padre y de Cristo (2.2), la INIQUIDAD (2 Ts 2.7), de la FE (1 Ti 3.9) y la PIEDAD (3.16).

Todas estas y otras verdades, anticipadas pero no del todo evidentes en la antigua dispensación, en el Nuevo Testamento se revelan a la plena comprensión y aprovechamiento de los cristianos.

En Apocalipsis, «misterio» es principalmente un símbolo que encierra la clave para conocer el mensaje de Dios (1.20; 17.5, 7) y que Él revela en forma inmediata. Sin embargo, en 10.7 se usa misterio en el sentido paulino del plan de Dios, con la variación de que ahora se va a dar a conocer, no por la revelación del Espíritu, sino por su cumplimiento.

MITILENE

Ciudad famosa y de historia accidentada, ubicada en la costa sudoriental de la isla de Lesbos (hoy llamada Mitilene, como la capital), isla del mar Egeo a 11 km de la costa occidental de Asia Menor. Era lugar popular de veraneo y recreo para los oficiales romanos. Tenía un puerto espacioso donde pernoctó el barco en que navegaba Pablo, rumbo a Jerusalén, al final de su tercer viaje misionero (Hch 20.14).

MITRA

Probablemente un turbante sagrado (Éx 28.4) usado por el sumo sacerdote.

Se desconoce su forma exacta, pero sí se sabe que se hacía de una pieza de lino fino de varios metros de largo, y asegurado con una cinta azul. En la mitra había una placa de oro puro con la inscripción «Santidad a Jehová» (Éx 28.4, 36–49).

MITRÍDATES

Nombre de dos hombres en el libro de Esdras.

  1. Tesorero de Ciro, rey persa. Por orden del rey entregó a los judíos los tesoros sagrados que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén (Esd 1.7, 8).
  2. Enemigo de Esdras y de la reedificación de Jerusalén. Con otros, firmó una carta enviada a Artajerjes, en la que se quejaban de la reconstrucción de la ciudad (Esd 7).

MIZAR

Pico del monte HERMÓN, al que David contrasta con el monte Sion (Sal 42.6). Se supone que aquel se divisaba desde este. De ser así, Mizar debe haber estado en la región de Galilea, especialmente si se tiene en cuenta la referencia al río Jordán.

MIZPA

(EN HEBREO, ATALAYA O TORRE DE VIGÍA).

Nombre de varias ciudades y lugares de Palestina.

  1. Sitio en las altiplanicies al este del Jordán frente al río Jaboc, donde Labán y Jacob hicieron un pacto solemne, erigieron un majano y pronunciaron las palabras conocidas hoy como «la bendición de Mizpa» (Gn 31.45–52). Actualmente se desconoce la ubicación
  2. Valle situado al pie del monte Hermón, cerca de Banías. Allí vivía la tribu de los heveos (Jos 11.3). Josué derrotó en ese valle a los reyes confederados que pelearon contra él (Jos 11.5– 8).
  3. Aldea situada en la SEFELA de Judá, posiblemente la moderna Khirbet-Safiyeh (Jos 38).
  4. Importante ciudad moabita, a donde David llevó a sus padres después que huyó de Saúl. Quizás sea la llamada Ker-Moab (1 S 3).
  5. El sitio más importante y célebre con el nombre «Mizpa» es el que se hallaba en el territorio de Benjamín cerca de GEBA y RAMÁ.

Durante el período de los jueces allí se reunían las tribus. Fue también en Mizpa donde Samuel enjuició duramente a todo Israel, el pueblo se arrepintió y finalmente ganó la batalla iniciada por los filisteos (1 S 7). Samuel ungió y declaró rey a Saúl en este mismo lugar (1 S 10.17–25).

Más tarde, Mizpa fue fortificada para protegerla de los ataques de los ejércitos israelitas. Fue escenario de luchas entre Israel y Judá durante los reinados de Baasa y Asa (1 R 15.16–22; 2 Cr 16.1–10).

Figuró como centro de los hebreos no deportados a Babilonia. El propio rey Nabucodonosor los dejó allí pero bajo el mando de un gobernador impuesto por él, GEDALÍAS (2 R 25.22–26; Jer 40.1–41.3).

MIZRAIM

(SIGNIFICADO DESCONOCIDO).

Nombre de un hombre y diversos lugares en el Antiguo Testamento.

  1. Uno de los hijos de Cam (Gn 10.6), y padre de varios de los pueblos africanos (13, 14).
  2. Nombre hebreo que generalmente se emplea en el Antiguo Testamento para designar a EGIPTO.
  3. Nombre con que en algunos pocos casos se hace referencia a alguna otra tierra en Asia Menor (cf. 1 R 10.28s; 2 Cr 9.28 BJ).

MNASÓN

«Discípulo antiguo», oriundo de Chipre al igual que BERNABÉ. Pablo se alojó con él en su última visita a Jerusalén (Hch 21.16). Lo de «antiguo» quizás sea una alusión a que su conversión databa cuando menos del Pentecostés. Posiblemente Lucas consiguió de Mnason valiosa información histórica respecto de la iglesia en Jerusalén.

MOAB, MOABITAS

Nombre de un hombre y un pueblo en la Biblia.

  1. Hijo mayor de Lot, nacido de la unión incestuosa con su hija mayor (Gn 37).
  2. País y descendientes de

GEOGRAFÍA

Las fronteras de Moab al sudeste y oeste eran siempre fijas: el río Zared, el desierto y el mar Muerto. Al norte la frontera variaba desde el Arnón hasta la terminación abrupta de la meseta un poco al norte de Hesbón. Su extensión al norte del Arnón dependía de su suerte política. Por siglos incluyó a Dibón y Medeba, pero luego se redujo a la tierra situada al sur del Arnón.

Moab era una meseta con una altura promedio de unos 900 m sobre el nivel del mar.

Gran parte de su superficie era casi desértica. Sus ciclos de población se alternaban con períodos de despoblación. Durante el tiempo de los profetas era una pequeña nación bastante estable con un alto grado de civilización.

EN TIEMPOS PREBÍBLICOS

Por los restos arqueológicos se sabe que la tierra de Moab estuvo poblada desde 6000 a.C. Su época más civilizada corresponde a los años 2300–2000 cuando los pobladores eran los emitas, gente de grande estatura (Dt 2.10s).

ANTES DE LA INVASIÓN ISRAELITA

En tiempo de Abraham, en esta región hubo ciudades con reyes (Gn 14.5–12), pero hasta 1400–1300 no se nota mucha actividad en la Transjordania. Entonces surge Moab como nación. Se extendía del Zared hasta el Jaboc, y había desplazado a los gigantes EMITAS. Sin embargo, más tarde una invasión amorrea ocupó la tierra desde el Jaboc hasta el Arnón (Nm 21.26–30).

DESDE MOISÉS HASTA SALOMÓN

Según Dt 2.28s (donde Ar es Moab), los moabitas permitieron a Israel pasar por su territorio y aun les ayudaron con comida; pero, según Nm 21.11–15 y Jue 11.17s, no les permitieron transitar por la «carretera del rey» que atravesaba el territorio de sur a norte.

Israel luego atacó y venció a los amorreos, entrando por el norte. Cuando Israel descansó en la llanura de Moab, el rey Balac procuró debilitarlo (Nm 22–25 BALAAM, BAALPEOR).

Por fin la mayor parte de los israelitas cruzaron el Jordán y dejaron en territorio moabita solamente a la tribu de Rubén.

En el tiempo de los jueces, Jefté dice que Israel habitó pacíficamente en la parte norte de Moab durante trescientos años (Jue 11.25s). El libro de Jueces, no obstante, relata una invasión al oeste del Jordán por el rey EGLÓN. Como resultado, los moabitas dominaron a Israel durante dieciocho años hasta que Aod los sacó del oeste, aunque parece haberlos dejado en el territorio de Rubén (Jue 3.12–30). El libro de Rut declara que hubo tiempos de tranquilidad.

El primer rey de Israel realizó una victoriosa campaña contra Moab (1 S 14.47). Más tarde, tanto David como Moab eran enemigos de Saúl y, como David tenía sangre moabita, pidió asilo para su familia en Moab (1 S 22.3–5). Parece que después Moab quiso librarse del yugo israelita pero David lo subyugó (2 S 8.2). Salomón tuvo en su harén por lo menos a una moabita, e hizo un templo para QUEMOS cerca de Jerusalén (1 R 11.7).

DURANTE LA ÉPOCA DEL REINO DIVIDIDO

Al dividirse Israel parece que Moab quedó bajo el poder de lo que llegó a ser el reino del norte (Israel) (1 R 12.25). Luego hubo una sublevación que Omri aplastó (MESA).

La coalición de Joram, Josafat y Edom (2 R 3.4–25) hizo tantos estragos que Moab nunca pudo reconstituirse especialmente en el sur. Parece haber estado bajo la sombra de sus vecinos más poderosos como Amón y Judá (2 R 14.7, 22, 25; 2 Cr 27.5).

EL FIN DE MOAB

Al extenderse el poder de Asiria, Moab quedó como vasallo de ella. En los últimos días de Israel y Judá, Transjordania sufrió varios ataques árabes. El rey de Moab, como fiel colaborador de Asurbanipal, capturó al rey árabe, Ammuladi, y lo mandó encadenado a Nínive. Los árabes, en represalia, castigaron a Moab, y debido a ello jamás recobró su carácter de nación. Las condiciones de estos tiempos se reflejan fielmente en la literatura profética (Is 15; 16; Jer 48; Sof 2.8–11) y en la escasez de pruebas arqueológicas posteriores a 600 a.C.

ARQUEOLOGÍA

La Estela Moabita es el hallazgo más importante de Transjordania (MESA, donde se cita textualmente, DIBÓN). Se ha descubierto otra estela más antigua acerca de Kirhare-set, pero la inscripción está demasiado desgastada para poder descifrarla. De los largos siglos de escasa población, o de vida nómada, no quedan artefactos arqueológicos. Por tanto, los años 1300 a 600 a.C. encierran el poderío de más interés.

Se han identificado todos los pueblos más grandes de Moab y se sabe que sus fronteras al sur y al este estaban protegidas por una cadena de torres y fortalezas. Debido a su reducida extensión geográfica y a los accidentes de clima y terreno, Moab nunca pudo desarrollarse como una nación imponente.

MODESTIA

 

Ver. DOMINIO PROPIO.

MOISÉS

Caudillo y legislador que sacó de Egipto a los hebreos, los organizó como nación y los condujo a la tierra prometida. La princesa egipcia le puso por nombre Mosheh (Éx 2.10), término cuyo origen quizás sea egipcio. Los egiptólogos lo consideran una derivación de mesu (hijo) vocablo que más tarde se hebraizó (mashah que significa, sacar).

SU NIÑEZ Y PREPARACIÓN

Como padres de Moisés la Biblia menciona a Amram y Jocabed, ambos de la tribu de Leví (Éx 6.20), y como sus hermanos mayores a Aarón y María. Su madre, que se opuso a la orden del faraón de arrojar el niño al Nilo, lo escondió primeramente por tres meses en su casa, pero luego se vio obligada a deshacerse de él. Lo puso en el Nilo, y allí lo descubrió la hija del faraón cuando descendió a bañarse. Ella le brindó un hogar en su residencia.

Para el desarrollo de Moisés, fue de mucha importancia lo particular de su salvación, pues la princesa que lo adoptó procuró que le enseñaran y educaran en la corte egipcia (Hch 7.22). La afirmación de Filón de que a Moisés lo instruyeron en toda la sabiduría helenística y oriental que se acumuló en Alejandría, no corresponde en este sentido a la realidad de los hechos. El helenismo y Alejandría son de tiempos bastante posteriores.

Aun más fantástica resulta la teoría mencionada por Josefo de que Moisés haya sido un sacerdote de Osiris en Heliópolis y que solo más tarde adoptó el nombre de Moisés, o la otra de que él haya intervenido militarmente y con éxito en una guerra contra Etiopía. De todo esto la Biblia no dice nada.

Con respecto a la juventud de Moisés, las Escrituras se limitan a informar que no obstante su posición social en la corte, no se avergonzó de su origen (Heb 11.24) y que huyó de la ira del faraón a Madián, por causa de un incidente violento (Éx 2.11ss) que un compatriota le descubrió y recriminó. Madián se encuentra en la parte sudeste de la península de Sinaí. Aquí se casó con Séfora, la hija del sacerdote JETRO (Éx 2.21), que según 2.18 se llamaba Reuel. En su destierro le nacieron a Moisés dos hijos, Gersón y Eliezer. Este período le fue de no menor importancia que el tiempo de su educación en la corte del faraón.

SU LLAMAMIENTO

Moisés fue llamado, mientras pastoreaba las ovejas de su suegro, a ser el salvador de su pueblo. Habían pasado cuarenta años desde su huida (Éx 7.10; cf. Hch 7.30), y ya tenía ochenta años cuando se le apareció el Señor en la zarza ardiendo (Éx 3 y 6). Como paso inicial debía exigir que el faraón dejara salir a Israel al desierto por tres días para celebrar allá una fiesta a su Dios. Todos los argumentos que Moisés presentó para rebatir su llamado, Dios los rechazó, aunque por fin se le otorgó la ayuda de su hermano Aarón (Éx 4).

EL ÉXODO

La situación de Israel en Egipto no había mejorado entretanto Moisés se presentaba ante el faraón. No obstante, no encontró en el pueblo una acogida favorable. Es evidente que la liberación no tuvo su punto de partida en el pueblo, sino en los designios de Dios.

Una vez de vuelta en Egipto, la transformación de la vara de Aarón frente al faraón fue el preludio de los milagros que, por mano de Moisés, Dios haría en medio del pueblo opresor. El juicio contra las costumbres egipcias tenía como propósito demostrar que Jehová era Señor también en Egipto (Éx 8.10). Las diez PLAGAS confirmaron el inmenso poder del Señor de Israel, aunque una vez pasado el efecto de cada una el faraón volvía a endurecer su corazón (ELECCIÓN).

Cuando murieron los primogénitos y el lamento inundó todas las casas de los egipcios, Israel salió apresuradamente. En lo sucesivo la Fiesta de la PASCUA recordaría esta salvación del ángel de la muerte y la salida apresurada; los primogénitos se dedicarían a Jehová también en recuerdo de la salvación de los primogénitos israelitas en Egipto.

Al éxodo siguió pronto un hecho salvador aun más impresionante: la liberación definitiva del pueblo en el mar Rojo. Este acontecimiento fue de carácter tan trascendental que tanto en la literatura profética como la poética del Antiguo Testamento se menciona repetidamente. Basándose en esta intervención, Dios reclama a Israel como propiedad suya (Sal 77; 78; 105; 135; 136; Is 11.15s; 63.11; Miq 7.15, etc.).

EN EL MONTE SINAÍ

El «monte de Dios» o «monte de la manifestación divina» fue la meta inmediata después del éxodo. En el camino se manifestaron la poca fe, la impaciencia y la desconfianza de la muchedumbre. A cada una de estas manifestaciones, no obstante, correspondieron demostraciones de la omnipotencia y benignidad de Dios, las señales de la columna de fuego y de humo, el don del maná, de las codornices, del agua que brotaba de la peña, de la derrota de los amalecitas por el poder de la oración de Moisés y la manifestación divina en el Sinaí (PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO).

Por intermedio de Moisés se realizó en el Sinaí la conclusión del pacto, y fue esta una ocasión más para demostrar su grandeza como jefe. Cuando el pueblo se entregó a la idolatría, Moisés se ofreció a sí mismo como ofrenda de inmolación en lugar de los rebeldes (Éx 32.31s; cf. Ro 9.3) y no descansó hasta que el Señor prometió de nuevo ir con el pueblo. Después de haber acampado frente al Sinaí casi un año, partieron de este lugar guiados por el cuñado de Moisés y se dirigieron al norte. Sin embargo, las sublevaciones del pueblo se repetían, y cuando su falta de fe llegó a tal extremo que se negaron a ir a Canaán, ni aun Moisés con su acceso a la presencia de Dios pudo cambiar el fallo del Señor de que la generación presente no vería la tierra prometida.

Muchos puntos de la peregrinación de cuarenta años a través del desierto permanecen oscuros, porque no siempre es posible determinar con certeza las diferentes jornadas.

Además, no siempre el pueblo estaba en marcha. Se menciona una larga permanencia en Cades. Al final, cuando llegó el momento en que debieran haber entrado en Canaán, y cuando por causa de los moabitas y edomitas debieron hacer un largo rodeo hacia el sur y después al este del monte Seir, siguiendo en dirección de Transjordania, de nuevo el pueblo se rebeló y tuvo que ser castigado. Por cuanto en un acto de rebelión aun Moisés y Aarón perdieron su fe, tampoco ellos podrían entrar en Canaán.

En otra oportunidad, las murmuraciones se castigaron con serpientes venenosas, pero Dios mismo facilitó el remedio mediante la serpiente de bronce. Después de ganar dos batallas en el Arnón contra los amorreos, quedó abierto el camino para ocupar el país al este del Jordán. Los moabitas trataron de corromper a Israel mediante el hechicero Balaam sin medirse en una batalla campal. Cuando se malogró esto, consiguieron despertar en ellos los deseos carnales a través del culto sensual del dios Baal, lo cual provocó el juicio divino tanto sobre Israel como sobre Madián.

EN EL RÍO JORDÁN

Al terminar los cuarenta años de peregrinación, también llegó a su fin la vida de Moisés. El territorio ocupado al este del Jordán, Moisés se lo adjudicó a las tribus de Rubén y Gad y a la media tribu de Manasés, pero con la condición de que al tomar el país prestaran ayuda a sus hermanos. En las llanuras de Moab, según nos informa Deuteronomio, Moisés repitió la Ley con las modificaciones que se hacían necesarias porque los hijos de Israel estaban a punto de radicarse definitivamente en el país y porque era inminente el fin de la peregrinación.

Con un himno profético Moisés predijo los caminos del pueblo y de Dios, y fue un profeta del agrado divino (Dt 32). Bendijo a las tribus individualmente como antaño lo hiciera Jacob antes de morir (Dt 33). Desde el monte Nebo contempló el país prometido que fuera la meta de su esperanza y de su conducción del pueblo. Después murió en la comunión con Dios, tal como había vivido, a los 120 años de edad (Dt 34.7). Su sepulcro nunca se descubrió. Israel lamentó su muerte durante treinta días.

LA PERSONA DE MOISÉS

A lo largo de toda una vida con Dios, Moisés, que originalmente tenía un temperamento violento, llegó a ser el «varón de Dios» y aun el «siervo del Señor». No hay ningún otro en el antiguo pacto que se haya subordinado tan completamente a la voluntad de Dios (Nm 14.11ss). Aprendió a dominarse y humillarse, de modo que con razón pudo llamársele «muy manso más que todos los hombres» (Nm 12.3). Comprendió toda la carga de su vocación, y fue como un «padre» del pueblo, aunque esta carga se le hizo siempre más pesada por cuanto el pueblo era de dura cerviz. Siempre estuvo dispuesto a cargar de nuevo con las faltas del pueblo como sacerdote frente a Dios, a defenderlo con intercesión y a cubrirlo atrayendo sobre sí mismo la ira justa de Dios.

Con todo esto, ni el pueblo ni sus parientes más cercanos comprendieron y ayudaron a Moisés. Hasta sus hermanos se confabularon contra él. Nada pudo amargarlo permanentemente, sin embargo, porque su humildad no era debilidad. Donde se trataba del honor de Dios, podía ser inexorablemente severo (Éx 32.27). Cristo le llamó «profeta». De Moisés se afirma con más frecuencia que de otros hombres de Dios, que Dios le haya hablado. Más a menudo que a otros se les llama «siervo del Señor», o incluso «siervo de Dios». De este modo era el profeta sin igual (Nm 12.6s) que hablaba con Dios «cara a cara» (Dt 34.10), que podía ver al Señor sin verlo. Por eso su rostro irradiaba la gloria de Dios de modo que debía cubrirlo delante del pueblo (Éx 34.29).

Como «mediador del pacto», que imprimió a Israel su sello teocrático e hizo que fuera llamado el pueblo de Yahveh, Moisés estableció el arca del pacto en el santo tabernáculo. Instituyó la tribu de Leví como la tribu sacerdotal, y en medio de esta distinguió particularmente a la casa de Aarón. A ellos entregó el oficio del sumo sacerdocio y estipuló lo esencial para los sacrificios y ofrendas, según las indicaciones divinas.

Con bastante frecuencia se destaca la intervención personal de Moisés al comunicar las disposiciones divinas (Éx 24.3; 34.27; Dt 31.9), ya se tratara de escribir las leyes (Éx 24.4–7), de datos históricos, como la batalla contra los amalecitas (Éx 17.14) o de referencias a los jornadas (Nm 33.2). Con razón se le atribuye en el Nuevo Testamento una posición singular como mediador del antiguo pacto. Cristo y los apóstoles lo consideran el autor del PENTATEUCO (Mc 12.26; Lc 24.44), o el mediador de la Ley, pero también se presenta junto con los profetas como dador de la Ley, especialmente junto con Elías (Mt 17.3). A los profetas correspondía inculcar de nuevo la Ley recibida en tiempos anteriores. En este sentido el Nuevo Testamento concluye que «la ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad llegaron por Jesucristo» (Jn 1.17).

MOLADA

Pequeña población en el territorio de Judá, asignada a la tribu de Simeón (Jos 15.26; 19.2; cf. 1 Cr 4.28). Se hallaba más o menos 19 km al sudeste de Beerseba, ya en el límite meridional de la Palestina.

Cuando «los hijos de Judá» regresaron del cautiverio, algunos de ellos ocuparon poblaciones alrededor de Jerusalén y una de ellas fue Molada (Neh 11.26).

MOLINO

Máquina para moler cereales de los que se obtiene harina y se hace pan y otros comestibles. En la antigüedad el molino constaba de dos piedras colocadas en tal forma que una giraba encima de la otra.

Moler era un oficio familiar, pero generalmente el molino lo utilizaban las mujeres (Job 31.10; Mt 24.41). Los de gran tamaño los movían los esclavos (Éx 11.5) o los prisioneros de guerra (Jue 16.21; Lm 5.13). Quizás por esto trabajar en el molino a veces se veía como oficio degradante (Is 47.2). Sin embargo, el ruido del molino era demostración de vida, gozo y prosperidad (Jer 25.10; Ap 18.22).

En la Biblia el peso de las piedras de molino simboliza la perdición (Mt 18.6; Mc 9.42; Lc 17.2). En Job 41.24 se toma como símbolo de fortaleza. Moisés prohibió tomar las piedras del molino como prenda (Dt 24.6). En los días de los jueces una mujer mató a ABIMELEC con un pedazo de piedra de molino (Jue 9.53; 2 S 11.21).

MOLOC

Deidad nacional de los AMONITAS («Milcom» en 1 R 11.5; 2 R 23.13 y Jer 49.1, 3), cuyo culto tal vez se basaba en el sacrificio de hombres, especialmente de niños.

Las víctimas se colocaban vivas en los brazos enrojecidos por el fuego de la estatua hueca, de bronce, y con cabeza de becerro que representaba a Moloc. La víctima caía en el hoyo ardiente del ídolo al sonido de flautas y tambores.

En vista de lo anterior, no es extraño que en Lv 18.21 y 20.2–5 se prohíba terminantemente participar en los ritos de Moloc. En 1 R 11.31–33 se da a entender que la división del reino se debió en parte a la introducción de esta forma de culto por Salomón. La frase «pasar a su hijo or fuego» alude al horrible culto de Moloc (2 R 16.3; 21.6; 23.10). Los profetas condenaron severamente esta abominación (Is 30.33; 57.5; Jer 32.35; Ez 16.20; 20.26; 23.37; Miq 6.6, 7).

El centro cultural de Moloc estaba en el valle de Hinom, al sudoeste de Jerusalén. El sitio también se llamaba «Tofet» y fue allí donde Salomón erigió lugares altos a Moloc (1 R 11.7) y donde ACAZ y MANASÉS hicieron «pasar a sus hijos por fuego» (2 R 16.3; 2 Cr 28.3; 33.6; Jer 32.35). Josías destruyó el lugar (2 R 23.10), pero después se reconstruyó y sirvió como centro de adoración pagana hasta la cautividad. Más tarde el valle llegó a ser el albañal de las inmundicias de la ciudad y los judíos lo llamaron «Gehenna», el INFIERNO o lugar de eterno sufrimiento (cf. Mt 5.22, 29, 30; 10.28).

MONARQUÍA

Gobierno en que el poder supremo lo ejerce con carácter vitalicio un príncipe o rey.

En el Antiguo Testamento hay una ideología promonárquica muy fuerte articulada alrededor de David, pero también hay otra línea antimonárquica que se refleja en el apólogo de Jotam en Jueces 9.8–15 y en 1 Samuel 8 y 12, donde Samuel advierte al pueblo las consecuencias que devienen del régimen monárquico.

Según Samuel, con la llegada de un rey se introduciría en Israel la sociedad de clases.

Ya no sería más una «confederación tribal» dirigida por un naguid (caudillo) que garantizaba la justicia para todos, sino un dirigente aclamado como meleck (rey) en remedo de los estados cananeos, con su correspondiente ejército y leva, y un sacerdocio y una administración civil que dependería directamente del rey.

MONO

Nombre genérico de los mamíferos cuadrumanos. Los monos se desconocían en Palestina hasta que Salomón los importó de Tarsis (1 R 10.22; 2 Cr 9.21). Es probable que algunos  fueran monos rhesus de la India, pero el mono sin cola también se conocía en Egipto y Arabia y seguramente se encontraba entre los simios del jardín zoológico de Salomón.

MONTE

Elevación natural de terreno, y término con que la Biblia denomina tanto a cerros de poca altura, como a elevadas montañas y cordilleras. Los montes constituyen los testigos más perdurables de los grandes acontecimientos humanos. Algunos de ellos son célebres a partir de su mención bíblica y sus nombres evocan dramáticos episodios de la historia universal, por ejemplo el ARARAT, que recuerda el DILUVIO, el pecado del hombre, y la justicia y misericordia de Dios. Asimismo el SINAÍ recuerda lo terrible de la presencia de Jehová y las drásticas exigencias de la Ley divina. El CARMELO evoca el triunfo del verdadero Dios sobre los ídolos  (ELÍAS),  y el  monte de la        TRANSFIGURACIÓN habla de la vida de oración del Señor Jesús, de la aparición de Moisés y Elías acompañando a Cristo y de la voz de Dios desde el cielo. Aun cuando Palestina es una tierra de terreno accidentado en su mayor parte, sus montes apenas alcanzan la altura de cerros, colinas o montañas de mediana altura. Se usaban como sepulcros (Dt 34.1, 5; 2 R 23.16), escondrijos (Gn 14.10; Mt 24.16), lugares de habitación (Gn 36.8), puntos limítrofes (Nm 34.7), fortalezas (Sal 125.2), lugares de pastoreo para distintos animales (Éx 3.1; Sal 50.10; Lc 8.32), promontorios para la construcción de altares (Jos 8.30), plataformas para hablar al pueblo (Jue 9.7; 2 Cr 13.4), trincheras militares (1 S 17.3), minas de piedra (2 Cr 2.18), santuarios de revelación divina (Éx 3.1, 2; 19.16, 18; Mc 9.2) y lugares de oración (Éx 34.28, 29; Lc 6.12; 9.28; 22.39).

Los judíos consideraban los montes como lugares santos y propicios para la adoración, y estos constituyeron durante muchos siglos un factor determinante en el adulterio espiritual de Israel para con Jehová. En los «lugares altos» el pueblo ofrecía sacrificios y quemaba incienso a los ídolos (2 R 12.3), levantó estatuas paganas (2 R 17.10; 23.13), construyó templos, para los que estableció un sacerdocio prohibido (2 R 17.32), y quemó a fuego a sus hijos (Jer 31). Ningún mensaje profético ni exhortación divina pudo convencer a los judíos de que abandonaran estas prácticas paganas, y Jehová tuvo que determinar la severa disciplina de la CAUTIVIDAD para curar al pueblo de su prostitución espiritual.

En las Escrituras, los montes son símbolo de estabilidad (Sal 30.7; 65.6), dificultades (Is 40.4; Zac 4.7; Mt 17.20) o abundancia (Am 9.13) y del reino del Mesías (Is 2.2; Dn 2.35). Son testigos de las obras de Dios (Sal 114.1–4), de su juicio (Sal 98.8) y de su constante socorro (Sal 121.1). Una montaña estéril es símbolo de desolación y juicio (Is 42.15), o habla del juicio divino sobre una nación, por ejemplo, Babilonia (Jer 51.25).

Varios atributos de Dios se comparan o ilustran con los montes: su justicia (Sal 36.6), su amor (Sal 125.2), su santidad (Sal 24.3), su bondad (Sal 30.7) y su eternidad (Sal 68.16).

MORADA

Habitación o lugar de residencia, y término con que en Jn 14.2 se nos asegura que Dios, el Padre, ha preparado lugar amplio para los que confían en su Hijo. En Jn 14.23 lo emplea Jesús al afirmar que su Padre y Él habitarán en quienes obedecen sus mandamientos.

MORE

(ADIVINADOR).

Nombre de dos lugares en el Antiguo Testamento.

  1. Encinar que fue lugar sagrado de los cananeos, cerca de Siquem y de los montes de Gerizim y Ebal (Dt 11.29, 30), convertido más tarde en «santuario de Jehová». Josué edificó un monumento allí (Jos 24.26). En More descansó Abraham, se entrevistó con Dios y edificó un altar (Gn 12.6s). Jacob compró allí un terreno, edificó su tienda y levantó un altar (Gn 33.18– 20); allí también escondió unos tesoros (Gn 4). En este lugar había un árbol llamado «encina de los adivinos», quizás por haber sido centro de culto cananeo (Jue 9.37). Después de la conquista de Canaán, More quedó en el territorio asignado a Efraín.
  1. Colina en tierra de Isacar, donde acamparon las huestes de Gedeón (Jue 7.1), situada entre los montes Tabor al norte y Gilboa al

MORESET-GAT

Pequeño poblado al sur del territorio de Judá, donde nació y vivió durante su niñez el profeta Miqueas (Jer 26.18; Miq 1.1, 13–15). Probablemente pueda identificarse con la moderna Tel Eyyedede, entre Maresa, Laquis y Aczib, unos 30 km al sudoeste de Jerusalén.

MORIAH

(JEHOVÁ PROVEE).

Nombre de dos lugares en el Antiguo Testamento.

  1. Lugar en que Abraham había de ofrecer a su hijo Isaac (Gn 2).
  2. Monte en el que Salomón edificó el templo de Jerusalén (2 Cr 3.1), y donde David intercedió por su pueblo junto a la era de Arauna (2 S 24.16–25; 1 Cr 15–26).

Tradicionalmente se han identificado los dos sitios. Pero algunos eruditos han objetado, en relación con el sacrificio de Isaac, que Jerusalén no estaba lo suficientemente lejos de la región de los filisteos (donde vivía Abraham) como para precisar tres días de camino (Gn 22.3, 4). Sin embargo, la distancia desde el sur de Filistea hasta Jerusalén es como de 75 km, lo cual bien puede necesitar tres días de viaje.

Además, el lugar mencionado en Génesis no es el monte Moriah, sino la «tierra de Moriah», en la que había varios montes. Probablemente el nombre se usaba también para referirse al monte en particular, y en una forma más amplia, a la región en general.

MOSCA

Insecto díptero, de unos 6 mm de largo, con las alas transparentes y provistas de una trompa para chupar las sustancias jugosas de que se alimenta. En la Biblia el término puede incluir varias especies, desde la mosca doméstica hasta el tábano que pica y succiona la sangre.

En hebreo se designa con el sustantivo colectivo arob. Así se le llama en la cuarta PLAGA de Egipto: «toda clase de moscas molestísimas» (Éx 8.21, 24; cf. Sal 78.45; 105.31). Para compararla o aludirla con sentido figurado se usa el término zebub (Ec 10.1; Is 7.18). Es causa de molestias. Provoca la descomposición de la materia y transmite tal cantidad de enfermedades, que los fenicios crearon un dios para protegerse de ella: «BEELZEBUB». Este nombre se usa en el Nuevo Testamento para llamar al príncipe de los demonios (Mt 12.24).

MOSQUITO

Insecto díptero que pone sus huevos en el agua. Posee una larga trompa con la que perfora la piel y succiona la sangre. Los machos no pican porque son vegetarianos.

Se menciona solo una vez en Mt 23.24, donde Jesús compara la pequeñez del mosquito al lado del camello. Sin embargo, en «toda clase de MOSCAS» de Éx 8.21, durante las plagas de Egipto, muy bien podría estar incluido el mosquito. Este texto emplea la palabra colectiva arob.

MOSTAZA

(SINAPI NIGRA O BRASSICA NIGRA).

Planta anual que se cultivaba en Palestina para obtener aceite de sus semillas. Actualmente es una planta común y crece silvestre. Alcanza hasta 3 m de altura. Es de hojas grandes, flores amarillas y vainas pequeñas que contienen las semillas casi microscópicas. Solamente se menciona en la parábola en que su semilla se compara con el reino de Dios (Mt 13.31; Mc 4.31; Lc 13.19), y en el símil de la fe, donde esta y sus posibilidades también se comparan con la diminuta semilla (Mt 17.20; Lc 17.6).

MUERTE

(VIDA).

Fenómeno universal que marca la terminación de la vida, generalmente muy lamentado. En el orden de la naturaleza, lo experimentan tanto las plantas como los animales. No obstante, los primeros seres humanos, ADÁN y EVA, no fueron creados para morir, sino con una capacidad que no tenían las plantas ni los animales: debían escoger entre la inmortalidad y la muerte. Todo dependía de su obediencia a Dios (Gn 2.17). Tanto Adán como Eva desobedecieron al comer del fruto prohibido y murieron (Gn 3.6). La muerte humana, sin embargo, fue distinta de la de los animales, en que Adán no dejó del todo de existir. Su muerte tenía dimensiones físicas, morales y espirituales, y por causa de su desobediencia la misma clase de muerte pasó a todos sus descendientes y a todo el género humano (Ro 5.12, PACTO).

La muerte humana no implica dejar de existir; más bien consiste básicamente en una separación. La muerte física es la separación entre lo físico y lo inmaterial, o sea, entre el CUERPO y el ALMA. La muerte espiritual es la separación del ser humano de su Dios.

La muerte física fue resultado del pecado original, pero Adán no perdió la vida el día que comió del fruto prohibido, sino vivió 930 años (Gn 5.5). Su muerte consistió en dejar de ser inmortal: comenzó a envejecer desde aquel momento y la muerte le fue inevitable.

Se supone que si no hubiera desobedecido a Dios, hubiera sido inmortal, tanto física como espiritualmente.

Normalmente la muerte física sigue siendo inevitable para todo ser humano. Sin embargo, ha habido y habrá excepciones. Enoc (Heb 11.5) y Elías (2 R 2.1–11) fueron trasladados al cielo sin sufrir la muerte física, y en los últimos días cuando el Señor arrebate a su Iglesia, todos los creyentes que aún vivan en aquel día serán trasladados directamente al cielo (1 Ts 4.13–18 SEGUNDA VENIDA). Por eso Pablo dice: «No todos dormiremos; pero todos seremos transformados» (1 Co 15.51). Esto es motivo de gran esperanza y consolación para el pueblo de Dios (1 Ts 4.18).

La doctrina de la RESURRECCION del cuerpo nos indica que la separación del cuerpo y el alma no se consideran como un estado permanente. A su debido tiempo los cuerpos tanto de los creyentes como de los inconversos serán resucitados y unidos nuevamente con sus almas (Jn 5.28, 29).

Con todo, la muerte física es poca cosa comparada con la muerte espiritual, o sea, la separación del hombre de su Dios y la consecuente incapacidad moral. Adán representó al género humano en la prueba de obediencia en EDÉN, y como resultado de su pecado original, todos los hombres vivimos desde entonces en un estado de muerte espiritual (Col 2.13). El evangelio anuncia la manera de pasar de muerte a vida (Jn 5.24) y cómo obtener la vida eterna (Jn 3.16). La fe salvadora en Cristo vence a la muerte espiritual y quita el temor de la muerte. Pablo considera a la muerte física como una victoria nefasta del mal (1 Co 15.55), pero para el creyente Cristo ha anulado esta victoria mediante su propia muerte (Heb 2.14). A través de su resurrección ha vencido a este postrer enemigo, es decir, la muerte (1 Co 15.25, 26). En el último juicio, la muerte misma será lanzada al lago de fuego (Ap 20.14).

Solamente durante su vida sobre la tierra tiene el hombre libertad de poner su fe en Cristo y ser librado de la muerte espiritual. La muerte física pone fin a esta oportunidad (Heb 9.27). Si en esta vida el hombre no participa por la fe en la victoria de Cristo sobre la muerte, solamente le espera la «segunda muerte», o aquella horrenda separación eterna de su Creador (Ap 20.15; 21.8).

MUJER

En el Antiguo Testamento, la sociedad israelita manifiesta una organización patriarcal en que los hombres de más rango dominaban sobre los demás hombres y todas las mujeres. La organización religiosa seguía la misma pauta. Como resultado, la mujer no ocupaba puestos en las instituciones políticas o religiosas. Solamente en la época premonárquica, cuando Israel existía como una federación de tribus, pudo surgir un personaje como Débora, líder de tipo caudillo (Jue 4–5).

Después de que el poder se concentró en la monarquía y el templo, la mujer solo entraba a la historia oficial como reina madre o esposa del rey o del sacerdote. Así como los profetas surgían al margen de estas instituciones, algunas mujeres, como Hulda, aparecían también en ese contexto de carisma personal (2 R 22.14–20).

La subordinación de las mujeres en la sociedad israelita se refleja en un sistema legal que no les otorgaba derechos como persona civil. Las propiedades pasaban del padre a los hijos varones. La hija heredaba solamente en el caso excepcional donde faltaban hijos varones y había que asegurar el traspaso de una propiedad a través de ella a futuros descendientes varones (Nm 27.1–11).

El decálogo exige igualdad en el trato de mujeres y hombres en cuanto al descanso semanal y también en relación con el deber de honrar a ambos progenitores (Éx 20.9–12); sin embargo, el «no codiciarás» enumera como propiedades inalienables del prójimo «su mujer, su siervo, su criada, su buey, su asno o cualquier cosa» (Éx 20.17). En muchos asuntos se aplican normas distintas a la mujer que al hombre. El derecho al divorcio se otorga solo al hombre (Dt 24.1).

Las leyes de pureza e impureza definen a la mujer como impura durante los siete días de su ciclo menstrual y debía mantenerse fuera del contacto con otras personas (Lv 15.19). Se establece un período de cuarenta días de impureza después del alumbramiento de un hijo varón, u ochenta días en el caso de una hija (Lv 12). El efecto de esta legislación era que la mujer quedaba alejada de la vida social y cúltica durante gran parte de su vida. Este sistema erigió una barrera insuperable para la mujer; era imposible considerarla apta para roles públicos.

Dentro de la estructura económica y social, sin embargo, la mujer israelita tenía funciones importantes. Se resumen en dos tipos de trabajo: el productivo y el reproductivo. La mujer manejaba la producción casera del proyecto familiar, con todo lo que esto involucraba de atención a huertas y animales domésticos, de procesamiento de alimentos y de lana para hilo y tejidos. Se dedicaba también a la confección de ropa y de utensilios para uso doméstico. En empresas familiares de más envergadura, la mujer era toda una gerente de personal y producción (Pr 31.10–31).

El trabajo reproductivo abarcaba la gestación y crianza de los hijos. En una sociedad amenazada por las fuerzas de la naturaleza, como también por las de los enemigos, la reproducción de la población se definía como la tarea prioritaria de la mujer. Por eso la mujer estéril se consideraba afligida por Dios (1 S 1.5, 11).

En cambio, una abundancia de hijos era signo del favor divino y también una garantía para la vejez. La sociedad hebrea apreciaba el rol de la madre como maestra y orientadora de sus hijos (Pr 1.8).

La mujer jugaba un papel clave en conservar y perpetuar la fe en Jehová, al trasmitir las creencias y costumbres a las nuevas generaciones. Este papel de la mujer revestía tanta importancia que se rechazaba la posibilidad de que se incorporaran esposas extranjeras a las familias israelitas (Éx 34.14–16).

En la época del regreso del cautiverio, Nehemías denunció el matrimonio con mujeres de pueblos vecinos y la grave consecuencia vista en el hecho de que los hijos no conocían el idioma hebreo (Neh 13.23–24).

Por la influencia que tenía dentro de la familia y también por la importancia de su papel económico, la mujer israelita gozaba de una autoridad informal pero real. En medio de la cultura patriarcal del Antiguo Testamento, la figura de la mujer fue tomada como símbolo en varios sentidos. La alianza de Dios con su pueblo fue simbolizada con la imagen del pueblo como la novia escogida (Ez 16.8). A raíz de la infidelidad del pueblo a Jehová, la imagen de esposa se convierte en la de una prostituta (Os 1–2; Ez 16.15), que sin embargo será restaurada (Is 54.6).

Aparecen también en el Antiguo Testamento algunas alusiones a la mujer como ejemplo de alguna cualidad de Dios, como el amor entrañable de una madre por sus hijos (Jer 31.20), o el tierno consuelo de una madre (Is 66.13). La sabiduría de Dios se personifica como mujer (Pr 8).

LA MUJER EN EL NUEVO TESTAMENTO

Los primeros documentos del Antiguo Testamento dan testimonio de la integración de la mujer en las comunidades cristianas, no solo en el plano de la praxis sino también en la reflexión teológica: «Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gál. 3.28).

Con esta fórmula bautismal, Pablo insiste en que la Ley está superada; el rito de iniciación en la iglesia ya no es la circuncisión (en que sí hay distinción entre hombre y mujer). Esta libertad de acceso continúa la práctica histórica de Jesús conservada en los Evangelios, que dibujan un cuadro de plena amistad con toda clase de mujer, inclusive con prostitutas (Lc 7.36–50).

Con una conducta poco usual para un rabino, Jesús se hace acompañar de mujeres en su ministerio itinerante, y cuenta con su apoyo (Lc 8.1–3). En las historias acerca de Jesús, se presentan mujeres que necesitan sanidad (Mc 1.30–31; 5.22–43; Lc 13.10–17), y otras que reciben a Jesús en su casa y dialogan con Él (Lc 10.38–42).

Se destacan las discípulas galileas que acompañan a Jesús hasta Jerusalén, donde presencian la crucifixión y se convierten en primeros testigos de la resurrección (Mc 15.40–41; Lc 24.1–10; Mt 28.1–10).

En el Evangelio de Juan persiste la presencia y el protagonismo de la mujer. Un largo diálogo teológico toma lugar entre Jesús y una mujer samaritana, quien emprende al final una exitosa tarea misionera (Jn 4.1–42). La confesión cristológica fundante de la iglesia: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios», la pronuncia Marta de Betania. Esta misma confiesa además la preexistencia de Jesús: «He creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo» (Jn 11.27).

El evangelista Juan pone de relieve a una de las mujeres presentes en la crucifixión, María la madre de Jesús, para señalar la incorporación de ella a su comunidad (Jn 19.25–27).

El libro de los Hechos presenta una comunidad cristiana en que mujeres y hombres son activos por igual; tanto unas como otros son tocados por la persecución (Hch 8.3; 9.2). La mujer culpable de mentir ante Dios recibe el castigo al igual que su marido (Hch 5.1–10).

Las cartas paulinas revelan una participación activa de las mujeres en la obra misionera y la vida cúltica de las primeras iglesias. Esto se refleja en la larga lista de saludos que Pablo  incluye en Ro 16.1–15. De la veintena de personas que menciona, diez son mujeres, y entre ellas se destacan varias que «han trabajado mucho» en el Señor, expresión que Pablo emplea para describir también sus propias labores apostólicas (1 Co 15.10; Gál. 4.11). En la lista aparecen FEBE y PRISCILA.

En 1 Corintios 9.5, Pablo revela que los otros apóstoles viajan y trabajan junto con su pareja.

En el mundo grecorromano las sinagogas y otras agrupaciones religiosas de distinto tipo incluían a mujeres, y en algunas de estas las mujeres ocupaban puestos importantes.

En la iglesia de Corinto las mujeres profetizaban y oraban en el culto (1 Co 11.5), y a ellas Pablo pide solamente que guarden las costumbres en cuanto a cubrirse la CABEZA.

Aparece luego en la misma carta un párrafo en que se pide a ciertas mujeres que interrumpen la reunión con sus preguntas, que las reserven más bien para la casa y que guarden silencio en la reunión (1 Co 14.34–35). En una iglesia como la de Corinto participaban mujeres solteras, casadas, separadas, viudas (1 Co 7).

En algunos de los matrimonios, uno de los cónyuges no era cristiano. Ahí Pablo dice que la mujer cristiana, al igual que el hombre cristiano, «santifica» a su cónyuge (1 Co 7.14). En Efesios 5.21–30 se recomienda que las parejas adopten una relación de sumisión mutua (v. 21). En el contexto social del siglo I, con sus grandes desigualdades entre el hombre y la mujer, el autor de esta carta desafía al marido a manifestar el carácter de Cristo en un amor y entrega

para el bien de la mujer. Este trato preferencial del marido hacia la esposa lo convierte en fuente de vida para ella. Esta relación se plasma en la figura del marido como CABEZA de la mujer (v. 23), expresión que en el griego no significa autoridad ni mando, sino fuente u origen. La mujer corresponde a este comportamiento del marido con su propia entrega (vv. 22–24).

Esta mutualidad cristiana contrasta con los códigos de conducta doméstica promulgados por los filósofos de la época, que exigían un orden jerárquico entre marido y mujer, así como entre amo y esclavos, y padre e hijos. En el ambiente de las ciudades del imperio crecían las sospechas sobre las iglesias: su conducta igualitaria podía subvertir el orden imperante. Por cierto, 1 Pedro 3.1–6 recomienda a la mujer con esposo no creyente que sea recatada y sujeta, con el fin de evitar sus amenazas y posiblemente ganarlo para la fe cristiana. En 1 Pedro 3.7, se pide al esposo cristiano que trate a su mujer con consideración y honor, como coheredera de la gracia.

Cuando las iglesias comenzaban a institucionalizarse, se restringía la participación de la mujer. El modelo de la casa patriarcal recomendada a las iglesias en 1 Timoteo 3.3–4 conlleva la marginación de la mujer. Específicamente, las cartas pastorales limitan la actividad de las viudas (1 Ti 5.2–16) y prohíben que la mujer enseñe en la iglesia (1 Ti 2.12). Las cartas indican que esta disposición respondía a una situación particular en que algunas mujeres seguían a ciertos falsos maestros y propagaban sus enseñanzas entre la membresía de la iglesia (1 Ti 4.1–3; 2 Ti 3.2–7).

MULADAR

Ver. ESTIÉRCOL.

MULO

Hijo del asno y la yegua, o del caballo y el asna. Según Lv 19.19, para los hebreos se prohibía la cría de mulo, pero, al igual que el caballo, más tarde este animal se aclimató en Israel. No consta que se haya usado antes del tiempo de David (2 S 13.29).

Seguramente los primeros se importaban y por su rareza destacaban la nobleza de sus dueños (2 S 18.9; 1 R 1.33; 10.25). Más tarde se utilizaron como acémilas (2 R 5.17).

Cuando los judíos regresaron del cautiverio, trajeron consigo 245 mulos (Neh 7.68). En lenguaje figurado el hombre testarudo se asemeja al mulo (Sal 32.9).

MUNDO

Término con que se traducen cuatro palabras hebreas y tres griegas que se refieren a una realidad existente en el espacio y en el tiempo.

Según el Antiguo Testamento, el mundo se distingue claramente de su Creador y en esto el concepto riñe con los sistemas míticos de los babilonios, egipcios, etc., en los que el mundo es una emanación de lo divino. La cosmología hebrea (CREACIÓN), ajena a todas las preocupaciones científicas y especulaciones filosóficas, sitúa al mundo en relación con el hombre: Dios crea al hombre del polvo de la tierra para dominar el mundo (Gn 1.26–28), y en este sentido lo arrastra a su propio destino. Dicha concepción queda comprendida en los siguientes postulados:

  1. El mundo que Dios creó continúa manifestando la bondad divina. Dios en su sabiduría lo organizó como una verdadera obra de arte, una y armónica (Job 28.25ss; Pr 8.22–31 TIERRA). La contemplación del universo agota las facultades de admiración del hombre (Sal 8.1–9; 104).
  2. Para el hombre pecador, el mundo significa también el instrumento de la ira de Dios (Gn 3.17ss). El que hizo las cosas para la felicidad del hombre, también las utiliza para
  3. De estas dos maneras el mundo se asocia activamente con la historia de la salvación, en función de la cual adquiere su verdadero sentido religioso. Aparece un nexo misterioso entre el mundo y el hombre, ya que los dos viven una misma historia (Gn 1.1– 4).
  4. El hombre, a quien incumbe llevar el mundo a la perfección con su trabajo, le imprime más bien un sello teñido de su propio

Por eso los profetas advierten de un JUICIO final que no solo afectará a la humanidad sino  que trastornará el orden de lo creado (Jer 4.23–26) y traerá de nuevo el caos (Is 13.10; 24.19ss; Jl 2.10; 3.15). Más allá del juicio, sin embargo, se prepara para el mundo una renovación profunda (Is 65.17; 66.22). En el judaísmo posterior se concebía el fin de la historia humana como un paso del mundo (o del SIGLO) presente al mundo (o al siglo) venidero, que tendrá lugar cuando Dios venga a establecer su REINO.

La aparente ambigüedad veterotestamentaria continúa en el Nuevo Testamento: el mundo es la creación excelente de Dios (Hch 17.24), hecha por la actividad de su VERBO para dar testimonio de Él (Hch 14.17; Ro 1.19ss). Sin embargo, sería insensato ensalzarlo demasiado, porque el individuo vale más intrínsecamente (Mt 16.26). Es más, este mundo identificado con el género humano caído y pecaminoso, está realmente en poder de SATANÁS, su príncipe (Jn 12.31; 14.30; 16.11; 1 Jn 5.19; cf. Lc 4.6) y «dios» (2 Co 4.4). Es un mundo de tinieblas regido por los espíritus malignos (Ef 6.12); engañador que esclaviza (Gl 4.3, 9; Col 2.8, 10); su espíritu se opone al de Dios (1 Co 2.12; 1 Jn 4.3), y finge dar sabiduría (1 Co 1.20) y paz (Jn 14.27), pero solo logra una tristeza mortífera (2 Co 7.10). En eso se revela su pecado (Jn 1.29)  e incredulidad que resulta un obstáculo para quien quiere entrar en el Reino (Mt 18.7). Por tanto, el mundo está condenado a ser inseguro y pasajero (1 Co 7.31; 1 Jn 2.16).

Paradójicamente, Dios ama a este mundo (Jn 3.16), y envió a Jesús para salvarlo (12.47). El Hijo no es del mundo (8.23; 17.14; 18.36; cf. 14.30); por eso el mundo lo odia (15.18) y lo condena a muerte. Pero en ese momento se invierte la situación: en la crucifixión y resurrección se efectúa el juicio del mundo (12.31) y la victoria de Cristo sobre él  (16.33). Jesús acepta la voluntad del Padre, abandona el mundo (16.28) y regresa al Padre para sentarse en gloria extraterrestre (17.1, 5) y dirigir la historia (Ap 5.9). Esta victoria rescató al mundo de su esclavitud; Dios puso todo bajo los pies de Cristo (Ef 1.20ss; Col 1.20). Sin embargo, el mundo presente no ha llegado todavía a su fin (1 Co 15.25–28; Ap 21.4ss) y sigue en espera de su redención (Ro 8.19ss).

Los cristianos se hallan, por ende, en el mundo (Jn 11.11) sin ser de Él (15.19; 17.14, 16). Su tarea es separarse del mundo contaminador, o sea, del sistema que se opone a Dios (Ro 12.2; 1 Co 7.29ss; Gl 6.14; 2 Ti 4.10; Stg 1.27; 4.4; 1 Jn 2.15s). Pero no pueden retirarse del mundo; más bien, han de llevar en el mismo una vida que testifique de su Señor (Mc 16.15; Jn 17.18, 21, 23; Flp 2.15; 1 Jn 4.17). Inevitablemente tropezarán con la hostilidad (2 P 2.19ss; Jn 15.18ss; PERSECUCIÓN) pues hasta el final la fe y la incredulidad convivirán en el mundo (Mt 13.38ss; Jn 3.18–21), pero entonces el juicio iniciado llegará a su culminación (Ro 3.6; 1 Co 6.2).

MURCIÉLAGO

Quiróptero insectívoro, parecido al ratón, del cual se han identificado ocho diferentes especies en Palestina. La Biblia lo clasifica entre las aves inmundas (Lv 11.13, 19; Dt 14.11, 12, 18). Isaías considera las cuevas donde se cuelgan los murciélagos como los lugares más inmundos y, por tanto, sitios apropiados para arrojar los ídolos (Is 2.19ss).

MURO

Pared o tapia, muy común en tiempos bíblicos, levantado para proteger las viñas y los campos cultivados (Gn 49.22), o para rodear las CASAS (Is 5.5, 9) y las CIUDADES (Dt 3.5; 1 R 4.13). Jericó tenía un muro doble de ladrillo con viviendas construidas como «puentes» entre los dos muros (Jos 2.15). El espacio entre los muros constituía una «segunda línea de defensa», pero la gente lo aprovechaba para actividades comerciales y para viviendas.

En la época del Antiguo Testamento, los muros de Jerusalén tenían treinta y cuatro TORRES y ocho PUERTAS. En tiempo de guerra los arqueros disparaban desde las torres y desde los muros echaban piedras sobre los atacantes (2 S 11.20–24). La monarquía hebrea terminó cuando los babilonios destruyeron los muros de Jerusalén (2 Cr 36.17– 19). La misión más urgente de Nehemías fue reconstruirlos (Neh 1.3; 2.8–20; 3.4; 6.15), pues los muros representaban protección.

La ciudad celestial descrita en Apocalipsis tiene muros (Ap 21.12–14). Y la profecía de Zacarías es aun más maravillosa por cuanto dice que no habrá necesidad de muro en la nueva Jerusalén, puesto que Dios mismo será un «muro de fuego» para proteger a su pueblo (Zac 2.4, 5).

El lugar más sagrado para los judíos en la Jerusalén moderna es «El muro de las lamentaciones». Creen que formaba parte de los cimientos del templo de Salomón y que encerraba el LUGAR SANTÍSIMO.

MÚSICA

A través del Antiguo Testamento se encuentran numerosas y variadas referencias a la música y los instrumentos musicales del pueblo hebreo. El arte de la música, cantada o ejecutada, permeaba la vida nacional y personal. Lo vemos particularmente en los servicios religiosos (Lv 23.24; 25.9; Nm 10.2, 3; 1 Cr 23.5), en las victorias guerreras (Éx 15.19–21; 2 Cr 20.27, 28) y en las ocasiones sociales (Gn 31.27; Is 5.12; Am 6.5). Abundan en las Escrituras cánticos de regocijo, de acción de gracias, de alabanza, de duelo y de victoria. El libro de los SALMOS, por ejemplo, constituye una admirable variedad de poesías o piezas inspiradas para ser cantadas o recitadas, acompañadas generalmente con instrumentos.

La primera alusión a la música antes del diluvio se encuentra en Gn 4.21, en donde se habla de Jubal, «el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta». Después de aquel cataclismo se menciona a Labán lamentando no haber podido despedir a su yerno Jacob «con alegría y con cantares, con tamboril y arpa» (Gn 31.27). En oportunidades de gran regocijo la ejecución de instrumentos musicales solía ir acompañada de DANZAS.

Moisés, después de haber cruzado el mar Rojo al frente del pueblo hebreo, compuso un cántico y lo cantó con los israelitas, en tanto que las mujeres, dirigidas por su hermana María, celebraban la victoria sobre Faraón y sus jinetes «con panderos y danzas» (Éx 15.20). Es de suponer que la relación de los judíos con los diferentes pueblos, pero de manera especial la convivencia con los egipcios por cuatro siglos, influyera en el arte musical hebreo y en la evolución o incorporación de otros instrumentos a los suyos propios.

Los historiadores del reinado de DAVID proporcionan datos más concretos sobre la práctica musical y la organización de los ejecutantes para las ceremonias religiosas.

David poseía un gran don musical que le sirvió para calmar el conturbado espíritu de SAÚL, el rey que le precedió (1 S 16.16, 23). A él se atribuye no solo el crear y cantar los salmos, sino también la invención de instrumentos musicales (2 Cr 7.6). Cuando llevó el arca a Jerusalén, lo hizo al frente de todo el pueblo con cánticos, ARPAS, SALTERIOS, TAMBORILES, (PANDEROS), CÍMBALOS y TROMPETAS (1 Cr 13.8). Eligió exclusivamente levitas como músicos y cantores para el tabernáculo (1 Cr 15.16–24) y organizó con esmero el coro y la orquesta. No es posible determinar con certeza el uso de la música en los servicios religiosos, dado que, aparte de las citas ya mencionadas y alguna otra como 1 Cr 23.5 que se refiere a «cuatro mil para alabar a Jehová», las referencias al respecto son escasas e indirectas.

David y los jefes del ejército eligieron como directores de la música del tabernáculo a ASAF, HEMÁN y JEDUTÚN, levitas (1 Cr 25.1, 6), quienes después ejercieron esta misma función en el templo que Salomón construyó (2 Cr 5.12ss). Asaf tenía cuatro hijos, Hemán catorce y Jedutún seis. Estos veinticuatro levitas, hijos de los tres grandes directores, estaban a la cabeza de veinticuatro bandas de música que se colocaban en orden alrededor del altar de los holocaustos y servían en el templo por turno. Se dedicaban únicamente a aprender y a practicar la música, ya fuese vocal o instrumental (2 Cr 29.25). Cuando el rey Salomón dedicó el templo, los músicos eran prominentes (2 Cr 5.12ss; 7.6). Los dos mil que componían el coro del templo tenían departamentos reservados y recibían salario.

En las ceremonias del segundo templo se redujo el personal de la orquesta y el coro.

La orquesta constaba de dos salterios como mínimo y de seis como máximo, nueve arpas como mínimo y su máximo sin límites, dos oboes (FLAUTA) como mínimo y doce como máximo, y un címbalo. El coro estaba compuesto por doce hombres como mínimo y su máximo sin límite. Los miembros, todos varones, debían tener como requisito entre treinta y cincuenta años de edad y cinco años de preparación musical.

En tiempo de Cristo el servicio musical del templo era esencialmente el mismo que se practicaba en la época de Salomón. Había dos servicios diarios: el sacrificio matinal y el vespertino. Cada día de la semana se cantaba un salmo específico. El primer día el Sal 24, conmemorando el primer día de la creación, el segundo día el 48, el tercero el 82, el cuarto el 94, el quinto el 81, el sexto el 93 y el séptimo el 92.

No existen datos concretos que permitan conocer la naturaleza de la música hebrea.

Tampoco se sabe, a ciencia cierta, si poseían algún sistema de notación. Se han realizado algunos intentos para interpretar los acentos del texto hebreo de los masoretas (TEXTO DEL ANTIGUO TESTAMENTO) como un sistema de signos o símbolos musicales, pero sin resultado positivo. Los acentos constituían una guía más bien para la recitación que para el canto litúrgico y, además, se originaron posteriormente. No existen datos concretos sobre la música instrumental del templo, pero, según la forma en que los salmos se compusieron, puede deducirse que algunos debían cantarse antifonalmente por dos coros (Sal 13; 20; 38) o por un coro y la congregación (Sal 136; 118.1–4).

Pareciera que después del cautiverio los coros estaban constituidos por igual número de voces masculinas y femeninas (Esd 2.65). Sin embargo, no está comprobado si cada coro era mixto, o si uno de ellos era netamente de voces masculinas y el otro de femeninas. Es muy probable que en vez de cantar se recitara, aunque no se sabe a ciencia cierta en qué forma. Seguramente era muy diferente de la recitación eclesiástica moderna.

En las Escrituras se mencionan muchos instrumentos musicales, aunque no existen datos concretos sobre su forma y construcción. Ha sido imposible clasificarlos acertadamente, pero, dado el intercambio CULTURAL tan amplio entre los pueblos vecinos de la antigüedad, es probable que los restos arqueológicos y dibujos de los instrumentos griegos, romanos y egipcios nos den cierta aproximación a la realidad hebrea. Hubo tres clases de instrumentos: de cuerda, de viento (CUERNO; BOCINA) y de percusión.

En el Nuevo Testamento hay quizás menos apreciación por la música instrumental en sí (cf. 1 Co 13.1), pero se nota un gran apego a los HIMNOS. No solo el Señor Jesús y los discípulos en el aposento alto (Mc 14.26//, una referencia al canto litúrgico de los Sal 113–118), sino todos los cristianos apostólicos cantaban como expresión natural de su fe, y muchos himnos se hallan intercalados en el texto del Nuevo Testamento.

MUSLO

Parte de la pierna desde la juntura de la cadera hasta la rodilla.

Las referencias bíblicas al muslo con sentido anatómico y médico son muy pocas. La más significativa se refiere al caso de JACOB cuando este, en su lucha con un varón en Peniel, se descoyuntó el muslo de su encaje, por lo cual se prohibió a los israelitas comer del tendón femoral (Gn 32.25–32).

Poner la mano debajo del muslo de otra persona al hacer un JURAMENTO significaba un mayor deber de cumplir con una obligación (Gn 24.2, 9). En sentido figurado el muslo es símbolo de poder y fortaleza: tal es la expresión «la espada sobre su muslo» (Sal 45.3; Cnt 3.8); por el contrario, estar herido en «cadera y muslo» parece referirse a una incapacidad total (Jue 15.8).

Como eufemismo, «muslo» también se utiliza para referirse a los órganos genitales, tanto masculinos como femeninos: «y todas las almas que salieron del muslo de Jacob, fueron setenta» (Éx 1.5, RV-1909); «y tuvo Gedeón setenta hijos que salieron de su muslo» (Jue 8.30 RV-1909). Además, la expresión «caer el muslo» (Nm 5.21, 22, 27), refiriéndose a la mujer denotaba esterilidad.

MUTILADOR

Traducción de la voz griega, katatomé (Flp 3.2) que expresa un contraste sarcástico con la palabra peritomé. Esta significa «circuncisión»; aquella, «cortadura» o «mutilación» (NC). Pablo emplea el término para demostrar el enojo y desdén que siente hacia los judaizantes que insistían en que la circuncisión era necesaria para la salvación. Para Pablo este rito ahora, lejos de tener valor religioso, más bien es comparable a la mutilación pagana. En Gl 5.12 su sarcasmo es aun más agudo. Emplea una palabra que puede entenderse «castrarse» o «cortarse todo el miembro».

MUT-LABÉN

(EN HEBREO, AL MUT LABBÉN).

Expresión de significado incierto que aparece en el título del Salmo 9. Algunos autores pretenden explicarla como referida al contenido del salmo, pero otros consideran que mut- labén hace mención a las palabras de una canción conocida. Indica la melodía popular con que se cantaba el salmo citado.

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