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DiccionarioBíblico.Net

Letra D

Contenidos

DABERAT

(PRADO).

Pueblo antiguo en la frontera de Zabulón (Jos 19.12) y de Isacar, asignado a los levitas (Jos 21.28; 1 Cr 6.72). Hoy probablemente es Daburiya, pueblo al noroeste del monte Tabor. Era lugar estratégico y quizás fue aquí donde Barac derrotó a Sísara (Jue 4.14–22).

DABESET

Población en la frontera occidental de Zabulón (Jos 19.11)

DAGÓN

Deidad principal de los FILISTEOS, venerada en Palestina, según parece, aun antes de que ellos la invadieran. En los textos RAS SAMRA, al dios Baal se le llama «hijo de Dagón».

Cuando los filisteos capturaron el arca, la metieron en el templo de Dagón, junto al ídolo, el cual cayó dos veces «delante del arca de Jehová» (1 S 5.1–4). Había dos templos grandes dedicados a Dagón: uno en Gaza y otro en Asdod (Jue 16.23; 1 S 5.2).

Sansón destruyó el de Gaza (Jue 16.23–30) y durante el período intertestamentario se asoló el otro (1 Mac 10.83, 84). Una tradición, sin base histórica, dice que Dagón tenía cuerpo de pescado. Nada se sabe con certeza de la naturaleza del culto ni de la apariencia del ídolo.

DALAÍAS

Descendiente de David (1 Cr 3.24).

DALFÓN

Hijo de Amán, el que quiso destruir a los judíos en tiempo de Ester (Est 9.7).

DALMACIA

Región situada en la costa oriental del mar Adriático, a donde Tito se dirigió, según 2 Ti 4.10 , posiblemente para evangelizar a los feroces habitantes. Más tarde Augusto César y Tiberio subyugaron el territorio y lo convirtieron en provincia romana a la que se llamó Ilírico (Ro 15.19). Hoy forma parte de la Federación Yugoslava.

DALMANUTA

Región al lado occidental del mar de Galilea hacia donde se dirigieron Jesús y sus discípulos después de la alimentación de los cuatro mil, según los mejores manuscritos de Mc 8.10. En el pasaje paralelo de Mt 15.39 se la llama Magadán (BJ y HA, MAGDALA en RV), quizás otro nombre para el mismo lugar. Se desconoce su situación exacta.

DÁMARIS

Hija espiritual de Pablo en Atenas (Hch 17.34).

DAMASCENO

Natural de Damasco (Gn 15.2).

DAMASCO

(LUGAR BIEN REGADO).

Capital de la actual Siria. Es una ciudad antiquísima. Durante los siglos X al VIII a.C., fue también la capital de Aram, un reino rival de Israel (aunque en momentos fueron aliados), hasta que se incorporó al Imperio Asirio en 732 a.C.

Está enclavada en medio de una fértil llanura rodeada por los montes del Antilíbano por todos lados, menos por el este hacia donde se abre el vasto desierto de Arabia. Se alza a orillas del río Abana. Algo más al sur fluye el Farfar (2 R 5.12). Ambos ríos corren hacia las zonas áridas del este, donde desaparecen.

Damasco siempre ha sido centro comercial y religioso por su posición estratégica en el cruce de tres rutas de caravanas. El vino de la región de Damasco era muy famoso en el Medio Oriente, sobre todo el de la ciudad de Helbón (Ez 27.10).

La divinidad principal de Damasco era Hadad, dios de las tormentas y la fertilidad; el templo a su nombre, el principal de la ciudad (2 R 5.18), posiblemente yace bajo la sinagoga Umayyad, en la sección antigua de la actual ciudad.

Damasco aparece por primera vez en una inscripción egipcia de Tutmés III (siglo XVI a.C.). A partir de entonces se menciona con frecuencia en textos asirios y egipcios.

Durante la era de AMARNA fue la capital de un reino AMORREO que participó activamente en los esfuerzos de los asiáticos por sacudir el yugo egipcio. En 1200 a.C., los → ARAMEOS conquistaron la ciudad y establecieron allí la capital de un reino que pugnó con los israelitas por la hegemonía de la región.

David conquistó este reino damasceno y lo hizo tributario de Israel (2 S 8.5, 6; 1 Cr 18.5ss) hasta que, en tiempos de Salomón, Rezón de Soba estableció la independencia (1 R 11.23ss). Durante cerca de dos siglos, Damasco hizo la paz en algunas ocasiones con Israel y Judá, pero  lo más frecuente era verla luchando contra los israelitas.

Al tiempo que luchaba contra Israel, Damasco pugnaba por contener a Asiria. En 854 a.C., encabezó una coalición de pequeños reinos que se enfrentó a Asiria, en la batalla de Qarqar, y logró relativo éxito. Más de un siglo después (734 a.C.), Rezín de Damasco y Peka de Israel pretendieron repetir la hazaña. Acaz de Judá no quiso participar en la alianza, y esto precipitó la invasión de Judá por los ejércitos de la coalición siro-israelita (2 R 16).

Como consecuencia, según lo anunció Isaías, Tiglat-pileser, rey de Asiria, conquistó a Damasco y mató a Rezín. Así llegó el fin de la gloria de Damasco. En lo sucesivo no fue más que capital de provincia bajo asirios, babilonios, persas y seléucidas. Los romanos la pusieron bajo la autoridad de un gobernador NABATEO que cuando Pablo visita a Damasco era → ARETAS IV (2 Co 11.32).

Pablo visitó Damasco luego de su encuentro con el Cristo resucitado, y fue en esta ciudad que realmente se convirtió al cristianismo (Hch 9.22; 26.12–23). En Damasco había una comunidad judía considerable que puede haber estado relacionada con la comunidad esenia de Qumrán, cerca del mar Muerto. De acuerdo a los relatos de Josefo, la gente de Damasco asesinó a diez mil quinientos judíos durante la primera revuelta judía (66 d.C.).

DAN

(JUEZ).

Nombre de un hombre, una tribu y una ciudad nombrada en honor del primero.

  1. Quinto hijo de Jacob y Bilha, sierva de Raquel (Gn 30.1–6). Se le considera el fundador de la tribu de Dan y, por consiguiente, uno de los patriarcas de
  2. Una de las doce tribus de Israel, cuyas cualidades agresivas se ponen de manifiesto y se elogian en Gn 49.16ss; Dt 33.22. En el reparto de la tierra prometida, a los descendientes de Dan correspondió una pequeña faja de terreno fértil que limitaba al sur con Judá y al oeste con el Mediterráneo; Jope era su puerto principal (Jos 19.40–46).

Los filisteos atacaban sin cesar esta región (Jue 13–16) y danitas como → SANSÓN la defendían.

Sin duda, debido a la estrechez del territorio y a los frecuentes ataques de los filisteos, la mayoría de los danitas se dieron a la búsqueda de mejores tierras donde hallar tranquilidad. Sin embargo, parece que un remanente de la tribu se quedó en el área original (Jue 5.17).

Los danitas no se mencionan en la lista de las tribus de Israel en Ap 7.5–8.

  1. Viajando hacia el norte, los danitas llegaron a las vertientes del Jordán, en las faldas del monte Hermón, donde hallaron a Lesem, ciudad pacífica, habitada por gentes sumamente confiadas y poco dadas al comercio exterior. La ciudad estaba enclavada junto a las principales vías de comunicación entre el Mediterráneo, al oeste, y la ciudad de Damasco, al este.

Los danitas conquistaron la ciudad de Lesem y le dieron el nombre de Dan (Jos 19.47; Jue 18.29). No obstante, la idolatría que se practicaba en Lesem dominó a sus conquistadores. Dan se convirtió en un centro idolátrico con una historia posterior muy triste (1 R 12.28, 29; Am 8.14). Finalmente, llevaron a los danitas al CAUTIVERIO en 722 a.C.

La expresión «desde Dan hasta Beerseba» quiere decir que Dan marcaba el límite norte de Israel.

DANA

Aldea de Judá. Probablemente estaba situada cerca de Hebrón (Jos 15.49). Algunos la identifican con la moderna Deir esh-Shemesh o Simya.

DANIEL

(DIOS ES MI JUEZ, JUEZ DE DIOS).

Nombre de cuatro personas en el Antiguo Testamento.

  1. El «Daniel» mencionado en Ez 14.14, 20; 28.3, que quizás sea el Daniel de los textos de → UGARIT, donde la leyenda de Aqht habla de Daniel, un rey justo. Que el Daniel de Ezequiel es distinto al profeta se indica por:
    • la grafía diferente que, en hebreo, tiene este nombre en Ezequiel (falta la yod o i);
    • al Daniel de Ezequiel se menciona en relación con Noé y Job, figuras de la remota antigüedad, mientras que el profeta Daniel era un joven contemporáneo de Ezequiel;
    • Ezequiel habla de una tierra no israelita, y escoge a tres personas no israelitas como ejemplos de justicia

Esto explica por qué Daniel es el nombre del suegro de Enoc en Jubileos 4.20.

  1. Hijo de David (1 Cr 3.1).
  2. Sacerdote en tiempos de Nehemías (Esd 8.2; Neh. 6).
  3. El cuarto de los profetas mayores. Pertenecía a una familia noble de Judá (Dn 6), tal vez incluso de sangre real (Josefo, Antigüedades, X.x.1).

En 605 a.C. fue llevado a BABILONIA en la primera deportación. Fue educado en la corte de Nabucodonosor, instruido en la escritura y el idioma de los babilonios y se le dio el nombre de

→ BELTSASAR. Después de unos tres años de educación y de resistir el impacto de la cultura y la religión babilónica, según el libro de Daniel, este y sus compañeros aventajaban a todos los demás, por lo que recibieron buenos puestos al servicio del rey (JOSÉ). Se hizo famoso como intérprete de visiones (Dn 2–5). Su fama creció cuando, mediante sus propias visiones, profetizó el triunfo del reino mesiánico (Dn. 7–12). Se distinguió por su valor y su tenaz observancia de la Ley. Gozó de la protección especial de Jehová, tanto en la corte (Dn. 1) como en el foso de leones (Dn 6). Con gran sabiduría sirvió en el gobierno bajo NABUCODONOSOR, BELSASAR y DARÍO el medo.

Tuvo su última visión en el tercer año de → CIRO (536 a.C) cuando ya tenía 80 años. Según una tradición rabínica, Daniel volvió a Jerusalén con los cautivos liberados por el decreto de Ciro.

Fuera del libro de Daniel (DANIEL, LIBRO DE), la única mención bíblica de Daniel como profeta la hace Cristo (Mc 13.14; Mt 24.15).

LIBRO DE DANIEL. Libro profético del Antiguo Testamento que recalca la verdad de que Dios es el Señor de la historia. Lleva el nombre de Daniel, su autor y personaje central, a quien Dios rescató milagrosamente de un foso de leones a donde lo habían arrojado por no querer orar a un Dios pagano.

DANIEL: Un bosquejo para el estudio y la enseñanza.

PRIMERA PARTE: La historia personal de Daniel (1.1–21)

SEGUNDA PARTE: El plan profético para los gentiles (2.1 —7.28)

TERCERA PARTE: El plan profético para Israel (8.1 —12.13)

ESTRUCTURA DEL LIBRO

Los doce capítulos de Daniel pueden dividirse en tres secciones importantes:

  • Información acerca de Daniel (capítulo 1);
  • Relatos Sobre Daniel y tres amigos durante los días de cautividad entre los babilonios y los persas (capítulos 2–7); y
  • Los Sueños y visiones de Daniel referentes al futuro de Israel y los postreros días (capítulos 8–12).

El primer capítulo prepara el escenario para el resto del libro al presentar a Daniel y sus tres amigos, Ananías, Misael y Azarías. Los babilonios habían tomado cautivos a estos cuatro jóvenes en sus ataques contra Judá en 605 a.C. Como eran inteligentes y prometedores, los prepararon bien para servir en la corte del rey Nabucodonosor. Les cambiaron el nombre y la dieta para ajustarlos culturalmente en un intento por arrancarles su identidad judía. Pero Daniel y sus amigos se enfrentaron al reto, y demostraron que la alimentación de los judíos era superior a la de los babilonios. Los jóvenes crecieron en conocimiento y sabiduría y se ganaron el favor de la corte imperial.

En la segunda sección (capítulos 2–7), Daniel y sus amigos se vieron sometidos a diversas pruebas, pero a través de ellas demostraron que aunque estaban cautivos de un pueblo pagano, el Dios que adoraban todavía era el Rey de reyes. Los amigos de Daniel (que recibieron los nombres de Sadrac, Mesac y Abed-nego) no quisieron adorar a los dioses babilónicos. Los arrojaron entonces en un horno encendido. Para asombro de sus verdugos, el fuego no los quemó porque Dios les dio su protección. A Daniel, que no quiso adorar a Darío, el rey de Persia, lo echaron en una guarida de leones. Pero Dios intervino directamente y lo protegió. En todas estas pruebas se demostró que el Dios al que servían era superior al dios de sus captores. La capacidad de Daniel como intérprete de sueños queda bien establecida en esta segunda sección del libro. Le interpretó varias visiones y sueños al rey Nabucodonosor de Babilonia. Mientras le revelaba lo que apareció escrito en la pared al sucesor de Nabucodonosor, Belsasar, dejó bien claro que el Imperio Babilónico sucumbiría ante los medos y los persas. Esto sucedió exactamente como dijo Daniel (5.13–31), quien continuó sirviendo en la corte del recién establecido rey persa.

La sección final del libro de Daniel (capítulos 8–12) consiste en una serie de visiones sobre una sucesión de reinados y los postreros tiempos. Estas visiones las tuvo el profeta durante sus años de cautiverio. Estando junto al río Tigris, vio en visión que un macho cabrío atacaba a un carnero. El macho cabrío simbolizaba a los griegos, quienes habrían de derrotar a los medos y a los persas (Dn 8.20–21). Este macho cabrío tenía cuatro cuernos, que representaban la futura división del Imperio Griego entre los cuatro generales de ALEJANDRO MAGNO.

En otra extraordinaria mirada al futuro, Daniel presenta la PROFECÍA de las setenta semanas. En esta visión, el ángel Gabriel reveló a Daniel que Israel un día volvería a su territorio después de su período de cautividad. Esto se vería años después con la llegada del Mesías. Pasado todo esto llegaría el juicio final y el fin de las edades.

El espectacular libro de Daniel concluye con una visión del juicio final, en el que los justos recibirán vida eterna y los malos recibirán el castigo que les impondrá Dios (12.8–9).

AUTOR Y FECHA

La mayoría de los eruditos conservadores creen que el libro de Daniel lo escribió el profeta y estadista de ese nombre que vivió cautivo de Babilonia y Medo-Persia casi setenta años después que comenzara su cautividad en 605 a.C. Pero esta teoría la rechazan algunos eruditos, quienes objetan los detalles específicos de las visiones proféticas de Daniel.

Daniel hizo varias predicciones sorprendentes. Predijo que después del Imperio Babilónico y el Imperio Medo-Persa llegarían los griegos bajo Alejandro el Grande. El Imperio Griego se dividiría más tarde entre los cuatro generales de Alejandro al morir este. Daniel dijo también que el pueblo judío sufriría una gran persecución bajo alguien que ascendería al poder tras la muerte de Alejandro.

La mayoría de los intérpretes identifican a este gobernante como Antíoco Epífanes, gobernador de Siria. Antíoco persiguió sin compasión a los judíos de 176–164 a.C. porque estos no querían adoptar prácticas religiosas paganas. Esto ha llevado a muchos a pensar que el escritor no fue el profeta Daniel, sino un autor desconocido cuatrocientos años después de la época de Daniel. Tal escritor, afirman, debe haber escrito el libro durante la persecución que desató Antíoco Epífanes para llevar esperanza y celo religioso al pueblo que sufría. Para los que apoyan dicha teoría, estas no son profecías sino la historia que se escribió después de los hechos y que alguien quiso atribuir a Daniel.

La realidad es que los que atacan la autenticidad del libro de Daniel no tienen suficientes evidencias. No hay ninguna razón verdaderamente convincente para abandonar la opinión tradicional de que este libro lo escribió el profeta Daniel. Según lo que el mismo libro dice, la cautividad de Daniel se prolongó desde el reinado de Nabucodonosor de Babilonia ( 1.1–6 ) hasta el reinado de Ciro de Medo-Persia ( 10.1 ), que concluyó allá por el 536 a.C. Daniel tiene que haber escrito el libro durante ese período o poco después. Su propósito fue enseñar que Dios es Señor de la historia y que no ha abandonado a su pueblo.

APORTES A LA TEOLOGÍA

La mayor contribución teológica de Daniel surge de su naturaleza como profecía apocalíptica. Altamente simbólica en sus expresiones, la profecía de Daniel estuvo dirigida a lo que era el futuro cercano del profeta, pero aun hoy día contiene un mensaje para el futuro.

En la profecía apocalíptica, el futuro inmediato y el muy posterior a menudo parecen fundirse en uno. Un ejemplo de esto es la figura de Antíoco Epífanes, prominente en los capítulos 8 y 11 del libro. En estos pasajes vemos al personaje que profana el templo en el 168

a.C. actuando como el anticristo de los postreros días (8.23–26; 11.36–45; Ap. 13.1–10). Estos saltos del futuro cercano al distante han confundido a muchos, pues hacen difícil interpretar correctamente el libro.

La narración de Daniel llega a su clímax en la visión de 10.1–12.4. Ahí se ve claramente que Daniel trata uno de los problemas más agudos de la experiencia humana: qué significa vivir la fe bajo la opresión de un gobierno tiránico. Y el camino que Daniel parece recomendar está bien resumido en las palabras: «el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará» (11.32). La base de todo en el libro es el conocimiento de Dios (su carácter y su voluntad), verdadero, profundo y creciente. Se puede ver esto en toda la experiencia personal de Daniel. La idea determinante es que Dios es soberano sobre toda la historia. Las visiones de los reinos del mundo (caps. 2; 7; 8; 10–12) revelan que Dios sí tiene un plan y que su voluntad se cumplirá. El creyente puede confiar en Dios, a pesar de las circunstancias. Daniel muestra una actitud consecuente en cuanto al compromiso con Dios. No importa cuán excepcional sea el poder humano que impere, el creyente orienta su vida hacia el camino de Dios (1.8–21; 3.1–30; 6.1–28).

En Daniel se encuentra la figura del «HIJO DEL HOMBRE » (7.13, 18), término que llegó a ser el título propio de Jesús. También en Daniel se nos presenta la explicación más detallada de la esperanza de resurrección en el Antiguo Testamento (12.2).

Uno de los asuntos más llamativos del libro es la respuesta de Dios a las oraciones del siervo fiel. En ocasiones Dios manifiesta su poder mediante la aparición de seres celestiales (9.20–23). El libro de Daniel proporciona el marco estructural para el libro de Apocalipsis, y es en Apocalipsis donde el contenido de la última semana profética (9.27) se desarrolla.

DANJAÁN

Población, probablemente de Dan, que Joab incluyó en el censo que realizó por órdenes de David (2 S 24.6).

DANZA

Ver. BAILE .

DARA

Ver. DARDA.

DARCÓN

Siervo de Salomón. Algunos de sus descendientes regresaron del cautiverio con Zorobabel (Esd 2.56).

DARDA

Sabio con el que se comparó a Salomón (1 R 4.31). Probablemente se trata del → DARA de 1 Cr 2.6, a quien se identifica como hijo de Zera, de la tribu de Judá.

Como uno de los hijos de Mahol, debe haber pertenecido al gremio de la música.

DARDO

Arma que se arroja, semejante a una lanza corta. En el Antiguo Testamento «dardo» es traducción de varios vocablos hebreos (2 S 18.14; Job 41.26; Ez 39.9; Hab 3.14; Zac 9.14). En ocasiones los soldados ataban estopa encendida a la punta de sus dardos para incendiar el campamento enemigo (cf. Ef 6.16).

DARÍO

Nombre de varios reyes persas.

  1. Darío I (521–486 a.C.). Se destaca en la historia general por su interés en organizar el Imperio Persa siguiendo la labor que iniciaron → CIRO y Cambises. Dividió el imperio en veinte satrapías y continuó, respecto a los pueblos conquistados, la política tolerante de Ciro. Se destacó por su política expansionista. En el este consiguió extender su dominio hasta la India, aunque no tuvo tanto éxito en el oeste; fracasó en su campaña contra Grecia. Su ejército fue derrotado en 490 a.C. en la célebre batalla de Maratón. En la historia bíblica se destaca por haber permitido a los judíos proseguir la construcción del templo de Jerusalén (Esd 4.24–6.12; Hag 1.1, 15; 2.10; Zac 1.1–7).
  2. Darío II (423–408 a.C.). Nehemías 12.22 se refiere a «Darío el persa», el cual es Notos o el emperador de Persia, Darío
  3. Darío el medo. Según el libro de DANIEL, había un Darío, hijo de ASUERO (Jerjes), de la estirpe de los medos (9.1; 11.1) y tenía 62 años cuando empezó a gobernar. Esto fue después de la muerte de BELSASAR y la caída del Imperio de BABILONIA en 539 a.C. (5.30, 31).

Mucha confusión y misterio ha oscurecido la identidad de Darío de Media. Algunos eruditos han negado la existencia de tal legislador, concluyendo que el escritor del libro de Daniel incurre en un disparate histórico al decir que «Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años» (Dn 5.31) cuando Belsasar, rey de Babilonia, murió. Sin embargo, inscripciones cuneiformes persas muestran que Ciro II («el Grande») fue el sucesor de Belsasar.

Una posible respuesta a este problema es que «Darío de Media» fue el general del ejército que Ciro envió a conquistar Babilonia. También es posible que «Darío de Media» fuera otro nombre o título usado por el escritor del libro de Daniel para el mismo Ciro, rey de Persia. A la verdad, en Daniel 11.1, la Septuaginta (traducción griega del Antiguo Testamento) tiene a Ciro en lugar de Darío. Así que, una traducción bastante legítima de Daniel 6.28 podría ser: «Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío, es decir durante el reinado de Ciro el persa» (según nota en Biblia de estudio Harper-Caribe).

Esta es una lógica y razonable interpretación al silencio y al escepticismo en cuanto a este pasaje del libro de Daniel.

DATÁN

Ver. CORÉ.

DAVID

Segundo rey de Israel (1000–962 a.C.). Se menciona unas ochocientas veces en el Antiguo Testamento y sesenta en el Nuevo Testamento. No se sabe con certeza el significado de su nombre. Fue el menor de ocho hermanos (1 S 17.12ss) y su padre, Isaí, era nieto de Rut y Booz. Desde muy joven demostró tener valor y ternura como pastor de ovejas.

Se alude a David por primera vez después de la desobediencia de Saúl, durante la campaña contra los amalecitas, cuando Samuel informó a este que Dios le había quitado el reino (1 S 15.28). Es notable que, habiendo fracasado el primer reino, no se haya pensado en la posibilidad de volver al sistema de jueces. Antes bien, Samuel es enviado a Belén con el mandato divino de escoger al sucesor de Saúl.

La elección de David en vez de uno de sus hermanos mayores llama la atención a una curiosa serie de casos en que se ha dado preferencia al hermano menor (por ejemplo, Isaac, Jacob y José), casos estos que constituyen una violación del derecho de PRIMOGENITURA y que ilustran, por tanto, la soberanía de Dios en el desarrollo de los sucesos que culminan en nuestra redención.

Más adelante ungen a David y a Saúl se le priva del poder carismático. A David, un músico excelente, se le pidió presentarse en la corte para tocar el arpa y así calmar la turbada mente de Saúl. Posteriormente se enfrentó a GOLIAT y lo venció, hazaña que señala el comienzo de la amistad con Jonatán (hijo de Saúl) y de su desarrollo como guerrillero y héroe del pueblo. Saúl, celoso de la creciente popularidad de David, procuró atraerle la enemistad de los filisteos ofreciéndole sus hijas Merab y Mical (1 S 18.17–29). Al fin David aceptó casarse con esta.

Dos veces intentó Saúl matar a David, pero este logró escapar. Jonatán procuró restaurar la amistad entre su padre y David, pero su intervención fue infructuosa y David adoptó una vida de fugitivo y guerrillero. Se refugió entre los filisteos que le brindaron asilo. Tras una breve y tal vez peligrosa permanencia en la tierra del rey filisteo Aquis, huyó a la cueva de ADULAM donde «se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu» (1 S 22.2).

Reunió a cuatrocientos hombres y los preparó como guerrilleros profesionales.

Después que David rechazó a los filisteos en Keila (ciudad judaica), Saúl supo dónde encontrarlo. Por tanto, David se vio obligado a trasladarse al desierto de Zif y posteriormente a Maón. En EN-GADI le perdonó la vida a su perseguidor (1 S 24.1s).

Poco después David contaba ya con seiscientos soldados. Saúl persistió en perseguirlo y una vez más cayó entre sus manos (1 S 26.7ss). Como le era ya imposible estar a salvo en su propia tierra, David decidió buscar nuevamente la protección de los filisteos. Estos le permitieron establecerse en Siclag, ciudad que llegaría a ser tierra de los reyes de Judá (1 S 27.6). Una vez que los filisteos derrotaron a Israel, el mismo soldado que acababa de matar a Saúl fue a comunicárselo a David (2 S 1.10). Muerto Saúl, se inició una nueva etapa en la vida de David.

Posteriormente, David se dirige hacia el norte y en Hebrón lo proclaman rey de Judá.

Allí reinó siete años y medio (5.5). Mientras tanto, Abner, el general de Saúl, coronó a → IS- BOSET. Era inevitable un conflicto entre las fuerzas leales a Saúl y las de David. Tras una serie de encuentros entre David y Abner, asesinaron a este, lo cual dejó libre el camino para que David asumiera el gobierno de todo Israel.

Apenas coronado rey de Israel, David conquistó la fortaleza de Jerusalén que aún se hallaba en manos de los jebuseos y trasladó su corte allí. Los filisteos reaccionaron lentamente ante la expansión de la hegemonía de David, aunque sí guerrearon con él dos veces. Sistemáticamente David fue subyugando a los demás enemigos que lo rodeaban hasta extender su reino desde la frontera egipcia y el golfo de Aqaba en el sur, hasta el Éufrates en el norte.

Realizó estas conquistas durante la primera parte de su reinado. Sus múltiples triunfos no se debieron tan solo a la escasez general de grandes líderes militares en esa época, sino también a su propio genio militar. Después de sus conquistas, se produjo el consiguiente enriquecimiento de Israel.

Como una mancha en la vida de David fue la relación que tuvo con Betsabé, esposa de Urías (2 S 11). Este pecado, junto con los problemas implícitos en la poligamia, marcó el principio de su descenso.

Los conflictos familiares comenzaron cuando Amnón, uno de los hijos de David, deshonró a Tamar, su hermana. Absalón, otro hijo de David, lo hizo matar para vengarla, después de lo  cual tuvo que ir al destierro (2 S 13). Pasados tres años, Absalón se reconcilió con David, aunque después, aprovechando el descontento de cierto sector del pueblo, se sublevó contra  su padre y se proclamó rey en Hebrón. Se produjo el inevitable choque militar entre David y su amado hijo, durante el cual mataron a este a pesar de las órdenes que David dio de que no lo hicieran.

Aplastada la sublevación de Absalón, sobrevino la de Seba, que también se frustró.

Pero estas rebeliones hicieron que David se organizara mejor. Por ejemplo, decidió hacer un censo (2 S 24; 1 Cr 21). No obstante, en sus últimos días lo acosaron las intrigas de sucesión. Adonías intentó usurpar el trono, a pesar de que David lo había destinado para Salomón. Después de asegurarle el reino a este, «murió en buena vejez, lleno de días, de riqueza y de gloria» (1 Cr 29.28).

Rara vez se encuentran en una sola persona la habilidad, la virtud y la fuerza de voluntad que vemos en David, aunque haya pasado por momentos de debilidad. Cierto que hubo ocasiones en que a su corazón lo endureció la pasión o el orgullo, pero jamás quiso vengarse de la crueldad de Saúl, y la genuina sinceridad de su lamento por la muerte de este, de Jonatán y de Absalón, patentiza nuevamente la gran ternura que le era característica. Repetidas veces se manifiesta su grandeza como poeta, músico y compositor.

DEBIR

Ciudad conocida primero por QUIRIAT-SEFER (Jue 1.11).

En los días en que Josué entabló sus luchas de conquista, Debir era la fortaleza de uno de los cinco reyes de los vastos dominios de los amorreos. Se encontraba casi a igual distancia entre Hebrón y Laquis, a la orilla de la ruta principal hacia Egipto. Josué la conquistó (Jos 10.38), pero más tarde la reconquistaron sus antiguos moradores, los cananeos. Otoniel volvió a subyugarla (Jos 15.15, 16) y posteriormente esta ciudad se entregó a los hijos del sacerdote Aarón. Debir se ha identificado como Tel Beit Mirsim, unos 20 km al sudoeste de Hebrón.

Otros dos sitios llevan el nombre Debir (Jos 13.26; 15.7) y también un rey amorreo (Jos 10.3).

DÉBORA

(UNA ABEJA).

  1. Ama y compañera de Rebeca (Gn 24.59; 8).
  2. Profetisa que aparece en la serie de jueces que gobernaron en Israel antes de la monarquía (ca. 1125 C.).

Era esposa de Lapidot (Jue 4.4). A su sede en el centro del país llegaban a consultar sobre casos demasiado difíciles para los jueces locales, y disputas entre las tribus. Así Débora fomentó entre las tribus dispersas un sentido de unidad y lealtad a Jehová que les hacía falta para la lucha contra los cananeos.

Aunque no era líder militar, Débora organizó el ataque contra SÍSARA, capitán del ejército  del opresor cananeo Jabín, valiéndose de BARAC para dirigir las fuerzas israelitas. A instancias de este, Débora los acompañó a la batalla, la cual terminó en victoria para Israel (Jue 4). El cántico de victoria de Débora y Barac (Jue 5), en que se ha conservado el lenguaje del Antiguo Testamento, constituye una de las principales fuentes de información para el estudioso de la poesía hebrea, y de la historia de este período cuando las tribus vivían aisladas en las montañas y apenas comenzaban a disputar a los cananeos el dominio de los valles y los caminos.

Ver. DIEZ MANDAMIENTOS. (EN GRIEGO, DIEZ CIUDADES).

DECÁPOLIS

Grupo de ciudades griegas de considerable importancia, situadas principalmente al este y al sur del mar de Galilea (lago Tiberíades), y al lado oriental del Jordán, en la que Jesús llevó a cabo una parte destacada de su ministerio (Mt 4.25; Mc 5.1–20; 7.31–37). El nombre se relaciona a una liga de ciudades, de las que siete se encontraban dentro del área propiamente denominada.

Decápolis: Escitópolis (BET-SAN), GADARA, Hipo, Pela, Abilá, Gerasa y Filadelfia.

Al nordeste de esta región se hallaban cuatro más: Dión, Canatá, Rafaná (Rafón) y DAMASCO. El número de ciudades que se identificaban con el nombre no estaba claramente definido, aunque se alude específicamente a diez.

La liga de ciudades surgió después de la conquista de Alejandro Magno, cuando numerosos grupos de griegos invadieron a Palestina y levantaron ciudades que más tarde se constituyeron en centros de cultura helénica, cultura que competía con la judía (lo cual explica la presencia allí de un hato de cerdos, Mc 5.11). Se organizaron en una liga por razones de comercio y defensa. Luego de la conquista romana, fueron declaradas ciudades libres, aunque sujetas al gobernador romano de Siria. Con la anexión nabatea y la creación de la provincia de Arabia por el emperador Trajano (106 d.C.), la Decápolis llegó a su fin; las ciudades que la constituían formaron más tarde parte de las provincias vecinas.

DECRETO

Traducción en el Antiguo Testamento (entre otras, por ejemplo, «edicto», «estatuto», «ley», «mandamiento», «ordenanza», «sentencia») de varios términos hebreos y arameos que significan «orden real» o «proclamación oficial». Por ejemplo, los decretos de Nabucodonosor, Darío y Asuero (Dn 3.29; Esd 6.12; Est 1.20; etc.).

El Antiguo Testamento describe a Dios como el gran rey de la tierra que promulga sus decretos (Sal 2.7), y tanto la creación (la lluvia, Job 28.26; los cielos, Sal 148.6; el mar, Pr 8.29; Jer 5.22), como la historia (Sof 2.2, «el día de la ira») los dominan estos «estatutos» o «leyes». En el Nuevo Testamento la palabra griega traducida por «decreto», «edicto» y «ordenanza» se refiere a los decretos de César (Lc 2.1; Hch 17.7) o del faraón de antaño (Heb 11.23), a la resolución del concilio de Jerusalén (Hch 16.4), y en Col 2.14 (cf. 2.20 , «preceptos») y Ef 2.15 («ordenanza») a las demandas detalladas de la Ley Mosaíca.

DEDÁN

Nombre de dos hombres y una región en la Biblia.

  1. Camita, hijo de Raama y nieto de Cus (Gn 10.7). No se ha identificado el pueblo del cual fuera progenitor.
  2. Nieto de Abraham y Cetura (Gn 25.3). La tribu dedánica se estableció al sur de Edom. Los israelitas los consideraban como parientes suyos (Jer 49.8). Eran comerciantes y sus grandes caravanas viajaban por Palestina (Is 13–17).
  3. Una región cerca de Edom y el mar Muerto. Dedán se menciona en la literatura cuneiforme de Asiria y Babilonia, y hoy todavía es un notable centro comercial llamado Alula, a 112 km al sudoeste de Tema (Ez 25.13; 27.15, 20; 13).

DEDICACIÓN, DE LA FIESTA

Fiesta mencionada solo una vez en la Biblia (Jn 10.22). Se instituyó para conmemorar la gesta de Judas Macabeo, quien en 164 a.C. purificó ceremonialmente y rededicó el templo y el altar de los holocaustos, que Antíoco Epífanes profanó (1 Mac 4.52–59; 2 Mac 2.20; 10.6ss). Se iluminaba profusamente el templo y también las casas.

Los judíos modernos celebran esta «Fiesta de las luces» (Hanukkah) y en varios aspectos es semejante a la Navidad de los cristianos. Incluso, la fecha de esta celebración a veces coincide con el 25 de diciembre.

DEHESA

Tierra acotada y dedicada a pastos (Is 30.23).

DELAÍA

Nombre de cuatro personajes de la Biblia.

  1. Cabeza del vigesimotercer grupo de sacerdotes (1 Cr 18).
  2. Príncipe que trató de evitar la destrucción del rollo de Jeremías (Jer 36.12, 25).
  3. Antepasado de unos que regresaron con Zorobabel (Esd 2.60; Neh 62)
  4. Padre de Semaías (Neh 10).

DEMAS

(EN GRIEGO, HOMBRE DEL PUEBLO).

Cristiano de Roma y compañero de Pablo en su primer encarcelamiento allí (Col 4.14; Flm 24). Es lamentable, pero durante el segundo encarcelamiento de Pablo, Demas lo abandonó «por amor de este mundo», y se fue a Tesalónica (2 Ti 4.10).

DEMETRIO

Nombre común entre los griegos.

  1. Jefe del gremio de plateros de Éfeso, fabricantes de diminutos nichos que contenían imágenes de la diosa Artemisa (DIANA). Demetrio, alarmado por la amenaza económica que representaba la evangelización, instó a sus colegas a organizar una protesta masiva contra Pablo y sus compañeros. Su discurso (Hch 19.24–28) incluyó también el motivo religioso. El secretario de Éfeso logró evitar el motín y reprendió a Demetrio (v. 38).
  2. Cristiano de Asia Menor cuya conducta loable era conocida de muchos: Juan lo recomendó con entusiasmo (3 Jn 11s) a Gayo y su

DEMONIOS

(DEL GRIEGO O DAIMÓNION).

Seres espirituales hostiles a Dios y a los hombres. En el pensamiento griego popular se designaba así a los espíritus malos, y en particular a los de los muertos que ejercían su maleficio como fantasmas.

La mención de los espíritus de los muertos, llamados elohim en 1 S 28.13 e Is 8.19, a los cuales se consultaba por los médiums (HECHICERÍA), revela que muchas de los conceptos que encontramos en Grecia acerca de los demonios, aparecieron esporádicamente en Israel. La prohibición del espiritismo (Nm 23.23; Dt 18.10; 1 S 15.23) explica que la demonología haya ocupado un lugar tan marginal en el Antiguo Testamento. Más bien muchas actividades destructoras, que las naciones vecinas imputaban a los demonios, se atribuyen a Jehová (1 S 16.14b; 2 S 24.16).

En el Antiguo Testamento la nomenclatura para los demonios es variada y extraña: se llaman shedim (señores) en Dt 32.17, y es probable que sh’rim en Is 13.21, lilit en Is 34.14 (ambas palabras se traducen CABRAS en RV) y AZAEL (Lv 16.10–22) se refieran a demonio.

En el judaísmo tardío y en el rabinismo aparecen los demonios más explícitamente como seductores de las personas y enemigos de Dios. Se trata de ÁNGELES caídos (cf. Jud 6), a veces relacionados con los «hijos de Dios» de Gn 6.1–4. Los demonios están sujetos a SATANÁS o BELIAL. En la Mishnah se consignaban instrucciones para los exorcistas (cf. Lc 11.24; Ap 18.2), como los cementerios (Mc 5.2) y por ello se les llama «espíritus inmundos».

La mención de la actividad demoníaca en el Nuevo Testamento se concentra en los Evangelios, como si la irrupción especial del ministerio terrenal de Jesús provocara mayor oposición satánica. Frente a la evidencia de los milagros del Señor, sus enemigos lo acusaron de «tener un demonio» (Jn 7.20; 10.20), pero al contrario, Jesús actuaba con autoridad propia «desatando» a los dominados por Satanás (Lc 13.10–17). Su poder sobre los demonios confirmó que Él es el «más fuerte», que entró en la casa del «fuerte» [Satanás], lo ató, y ahora «saquea sus bienes [los demonios]» (Mc 3.27). El poder de Jesús sobre los demonios señalaba la llegada del Reino de Dios (Lc 11.20). Jesús compartió esta victoria con sus discípulos (Lc 9.1; 10.17) e incluso con los que no se contaban entre sus seguidores íntimos (Mc 9.38s).

Muchos eran los efectos de la posesión demoníaca: la mudez (Mt 9.32s), la epilepsia (Mc 9.17s), hábitos antisociales (Mc 5.1–5) e intentos suicidas (Mt 17.15). Sin embargo, no toda enfermedad se atribuía a la posesión. Mateo 4.24 distingue bien entre las causas naturales y sobrenaturales al afirmar que Jesús sanó a «los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos».

Como habitantes del mundo espiritual, los demonios sabían quién era Jesús aunque Él callaba este tipo de testimonio (Mc 3.11s). Reconocían también que su fin en el ABISMO será para destrucción eterna (Mt 8.29; Lc 8.31; cf. Stg 2.19).

Después de los Evangelios canónicos, disminuye la preocupación por los demonios. Hechos 19.13–16 (ESCEVA) es una anécdota singular acerca del judaísmo contemporáneo. Escribiendo a mediados del siglo II, el autor desconocido de la conclusión del Evangelio de Marcos (16.9–20) se refiere al exorcismo, puesto que este pasaje se basa en una tradición confiable, es probable que Jesús haya hecho una promesa tal. Según 1 Ti 4.1 los demonios atentan contra la sana doctrina. En 1 Co 10.20s, Pablo equipara el culto a los ídolos con el tributo a los mismos demonios en su esencia (cf. Ap 9.20).

DENARIO

(DEL GRIEGO DENI, DIEZ A LA VEZ).

Moneda romana, de plata, usada en la época novotestamentaria (Mt 18.28; Mc 6.37; 12.15; Jn 6.7; 12.5; Ap 6.6). Su nombre se deriva de los diez ases (pequeña moneda romana; → CUARTO) que valía al principio, cantidad que aumentaron después a dieciséis. Desde el siglo II a.C. el denario era la principal moneda del imperio y llevaba, como todas las de plata u oro, la imagen del emperador (Mt 22.19s). De la parábola de los jornaleros en la viña se desprende que un denario era lo que se solía ganar por un día de trabajo (Mt 20.1–16). El buen samaritano dio dos denarios al mesonero (Lc 10.35).

DEPORTES

Ver. JUEGOS DEPORTIVOS.

DERBE

Pequeña población de Licaonia, en el Asia Menor, a donde Pablo y Bernabé se dirigieron después de visitar a Listra (Hch 14.20s). Quedaba unos 90 km al este de Listra y a corta distancia del muy conocido paso llamado «Las puertas cilicianas». Los misioneros hicieron «muchos discípulos» aquí, y entre estos → GAYO que trabajó después con Pablo (Hch 14.21; 20.4). Pablo volvió a visitar a Derbe durante el segundo viaje y quizás en el tercero (16.1–4; 18.23; 19.1).

DESCENSO AL INFIERNO

Doctrina según la cual Jesucristo, después de su muerte y antes de su resurrección, descendió a la morada de los muertos: HADES (griego) o SEOL (hebreo). Esta doctrina, si bien no se enseña explícitamente en el Nuevo Testamento, ya en el siglo II se hallaba en los escritos patrísticos y en el siglo IV se encuentra en todos los credos de la iglesia.

Esta doctrina parece hallarse en forma implícita en Hch 2.27; Ro 10.7, y quizás en Ef 4.9ss; pero sobre todo en 1 P 3.18–4.6. Según este último pasaje, Cristo «fue y predicó» a los espíritus de los muertos («espíritus encarcelados») en el Hades.

Algunos, para obviar la enseñanza del «descenso», interpretan el pasaje como una referencia a la predicación de Cristo por medio de Noé en los días de este, tesis que resulta difícil de sostener por el contexto sintáctico en que se encuentra «espíritu» en 1 P 3.18, del original griego.

Si se rechaza esta interpretación, siempre queda el problema de quiénes eran los espíritus encarcelados. ¿Ángeles caídos (Gn 6) u hombres? ¿Y qué clase de mensaje habrá predicado?

¿De condenación o de esperanza? El problema tiene que resolverse de acuerdo con el concepto que uno tenga de la enseñanza general de las Escrituras sobre este tema. O bien se puede dejar, por ahora, sin resolver.

DESEADO DE TODAS LAS NACIONES

Frase con que en algunas versiones se traduce lo que algunos interpretan como un título mesiánico (Hag 2.7; cf. Mal 3.1). El profeta Hageo habla de un día en que lo más preciado de los tesoros de los gentiles será dedicado al Dios de Israel. Algunos creen que se refiere al primer advenimiento de Cristo.

DESIERTO

Traducción de varias voces hebreas. Midbar, la más común, se relacionaba con el nomadismo y designaba un lugar de pastos libres, no muy colonizado, a donde se podía llevar el ganado. En estos desiertos había aldeas (Jos 15.61, 62; Is 42.11) dedicadas, por lo general, al abastecimiento de las caravanas. Eran puntos de descanso.

En ciertos sectores del NEGUEV se desarrollaron cultivos, pero para los israelitas, que vivían en regiones más fértiles, el desierto representaba lugares solos (Dt 32.10), secos (Os 13.5), oscuros (Jer 2.6, 31) e inseguros (Lm 5.9).

El término hebreo horba (desolación), que también se traduce desierto, se refiere a lugares habitados (Lv 26.31, 32; cf. Is 48.21; Ez 13.4). El término ARABÁ (seco, estéril) denomina el valle del Jordán y su extensión hasta el golfo de Aqaba. Pero se refiere también, en sentido más general, al desierto (por ejemplo, Job 24.5; Is 33.9). En el Nuevo Testamento, el desierto simboliza una separación de la vida social; Juan el Bautista vive en el desierto de Judá (Mc 1.4) y Jesús va al desierto para luchar con Satanás (Mc 1.12s) y para orar (Mc 1.35).

DESNUDEZ, DESNUDO

Palabras que pueden significar diferentes cosas:

  1. Sin ropas (Gn 25).
  2. Pobremente vestido (Job 6)
  3. Partes del cuerpo que no deben exhibirse (Lv 1–19).
  4. Acto vergonzoso (Gn 22).

DESPOJOS

Botín de guerra, sea de bienes materiales o prisioneros humanos, tomado después de una batalla victoriosa. Desde tiempos de Abram se dedicaba la décima parte de este botín a Jehová (Gn 14.20; cf. Heb 7.2ss), la cual se destinaba al uso de los sacerdotes.

David dividió los despojos por igual entre los que pelearon y los que guardaron el equipaje (1 S 30.26–31).

«Despojar» a veces significa saquear (Gn 34.27, 29; 1 S 14.36).

«Despojar» se usa también en sentido figurado (por ejemplo, Col 2.5).

La idea de «despojarse» (deshacerse voluntariamente de una cosa) aparece en dos ocasiones en el Nuevo Testamento (Ef 4.22; Flp 2.7).

DESPOSAR

Contraer un compromiso nupcial que, en la sociedad hebrea, establecía una relación permanente y exigía fidelidad absoluta, aunque la unión no se consumaba antes del matrimonio (Gn 29.21). Violar esta relación se consideraba como adulterio (Dt 22.23s), lo cual explica que José haya resuelto divorciarse de María (Mt 1.18s). (MATRIMONIO)

Generalmente, los padres del joven iniciaban las gestiones para el desposorio (Gn 24.4; 38.6), aunque a veces el joven mismo escogía primero la novia (Gn 34.4, 8; Jue 14.2). En algunas ocasiones se pedía el consentimiento de la novia, como en el caso de Rebeca (Gn 24.58). El pacto con la familia de la novia se sellaba con el pago de la DOTE.

Dios habla de desposarse con su pueblo, empleando una preciosa metáfora para ilustrar su amor y fidelidad hacia el hombre (Os 2.19s; Jer 2.2; cf. 2 Co 11.2).

DEUDOR

Aunque la ley israelita admitía que un deudor se vendiera a sí mismo como esclavo para saldar una deuda (Lv 25.39, 47) y que el LADRÓN (ROBO) incapaz de restituir se vendiera como esclavo (Éx 22.3), sin embargo, no autorizaba al acreedor a poner sus manos sobre el deudor (Dt 24.7). Por otra parte, parece que la ley israelita apoyaba la costumbre antigua de que un padre vendiera los suyos para pagar una deuda (Éx 21.7). En todo caso, en 2 Reyes se habla de una viuda que recurrió a Eliseo para no verse obligada a vender sus dos hijos (4.1–7). Nehemías habla de padres que se ven en el trance de vender sus hijos para hacer frente a sus deudas (5.5; cf. Gn 47.18, 19; Is 50.1). Amós censura a los acreedores que vendían sus hermanos israelitas porque estos no les pagaban un par de sandalias (2.6).

En el Nuevo Testamento se cuenta una parábola que narra acerca de un señor que mandó a vender un siervo que le debía una fuerte suma: él, su mujer y sus hijos (Mt 18.25). Este mismo relato nos hace ver, además, que en tiempos de Cristo se conocía la prisión por deudas.

Las relaciones entre acreedores y deudores solían ser muy tensas en Israel. Jeremías alude al odio que las animaba (15.10). Más de un deudor prefería salir del paso, dándose a la fuga. No obstante, la legislación procuró siempre proteger al deudor, refrenando los abusos de los acreedores con medidas en favor de quienes, por su insolvencia, tuvieron que venderse como esclavos (AÑO SABÁTICO).

Jesús no permaneció insensible ante las preocupaciones del pueblo en este aspecto.

Además de la parábola que acabamos de mencionar, refirió la parábola del mayordomo infiel (Lc 16.5ss) y la de los dos deudores desiguales (Lc 7.41ss). En el modelo de oración, que el Señor propuso a los suyos, dice literalmente: «Perdónanos nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores» (Mt 6.12). Son conocidas, además, aquellas palabras de Pablo: «Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor» (Ro 13.8, BJ).

DEUTERONOMIO

LIBRO DE DEUTERONOMIO, Libro del Antiguo Testamento que comúnmente se identifica como el discurso de despedida de Moisés antes de morir. El título del libro viene de deuteronomion (que quiere decir «segunda ley» o «repetición de la ley»), palabra griega con la que la Septuaginta tradujo Deuteronomio 17. 8. El texto hebreo no dice «repetición», sino copia, como se traduce en Reina-Valera (revisión de 1960). En hebreo el título se compone de las primeras palabras del libro: Ele Jadvarim («estas son las palabras»).

ESTRUCTURA DEL LIBRO

Según el libro mismo, Deuteronomio tuvo su origen en la enseñanza de MOISÉS.

Después de una breve presentación de Moisés como el que habla, el libro presenta una serie de cálidos discursos y alocuciones de Moisés ante el pueblo. Con breves interrupciones, estos discursos continúan hasta el capítulo 31. El capítulo 32 registra el Cántico de Moisés y el capítulo 33 es la Bendición de Moisés. El último capítulo habla de la muerte de Moisés y el nombramiento de Josué como nuevo jefe del pueblo.

Dios sacó al pueblo de Egipto (les recuerda Moisés en sus discursos) y los condujo por el desierto hasta la frontera misma de la tierra prometida. Los Diez Mandamientos estaban en vigencia, y sus principios debían gobernar la vida del pueblo de Dios. Como pueblo escogido, debían mostrar al mundo una vida santa y actuar siempre con justicia.

Estarían rodeados de un mundo de idólatras, pero Israel debía adorar solo al único Dios.

«Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas» (6. 4–5).

Al hablar, Moisés repite muchas de las leyes y regulaciones sobre el día de reposo, las formas de adorar, el cuidado de los pobres, las festividades religiosas, las herencias, la moralidad sexual, el derecho de propiedad, el trato de los esclavos y la administración de justicia.

DEUTERONOMIO: UN BOSQUEJO PARA EL ESTUDIO Y LA ENSEÑANZA.

PRIMERA PARTE: El primer discurso de Moisés Lo que Dios ha hecho por Israel (1.1— 4.43)

SEGUNDA PARTE: El segundo discurso de Moisés Lo que Dios espera de Israel (4.44 — 26.19)

TERCERA PARTE: El tercer discurso de Moisés Lo que Dios hará (27.1 — 34.12)

AUTOR Y FECHA

Se hace difícil cree que Moisés haya escrito la narración de su propia muerte (34.1–12). Pero no hay razón para dudar que tanto la estructura como las enseñanzas básicas del libro tuvieran su origen en Moisés. Es más, los eruditos bíblicos conservadores están unidos en la convicción de que Moisés escribió este libro. Pero muchos eruditos liberales teorizan que el libro se debe a la pluma de algún reformador religioso de Judá poco antes o durante el reinado de Josías, entre el 640 y el 609 a.C. (Véase 2 R 22–23)

Esta teoría pasa por alto la declaración del libro mismo de que Moisés escribió la mayor parte del mismo, si no todo, y pidió que el pueblo lo leyera con regularidad (31.9–13). Los pronombres personales «yo» y «nosotros» que aparecen en el libro parecen referirse a las experiencias de Moisés y su pueblo. La conclusión lógica es que Moisés escribió los primeros treinta y tres capítulos, y que su sucesor añadió el capítulo 34 como tributo al líder caído. El libro debe haberse escrito allá por el 1400 a.C.

CONSERVACIÓN E INFLUENCIA

El pueblo recibió el encargo de escribir las leyes después de la muerte de Moisés (27.1–8). Los ancianos (27.1) y los levitas (27.9, 11, 14) participaban con Moisés en la producción oral del material.

Moisés encargó a sus hermanos levitas la fiel conservación del libro (4. 2; 17.18; 31. 9, 24– 26). Hay estudios relativamente recientes que demuestran que Deuteronomio fue cuidadosamente conservado y utilizado, particularmente en las tribus del norte (compárese por ejemplo 33.13–17 con 33. 7), por los profetas (13.1–5); 18.15–22; 34.10) y los levitas (33.8–11; cf. 10.8, 9; 12.12, 18, 19; 14.27s; 16.11, 14; 18.1–8, etc.).

Deuteronomio se leía cada siete años (31. 10, 11); cf. 15.1–6) en la fiesta de los tabernáculos (16. 13–15) para celebrar la renovación del pacto entre el siervo Israel y su rey Jehová (33.2– 5). Puede ser que esta fiesta se celebrara durante muchos años, especialmente en → SIQUEM (Jos 24.1, 25s).

Después de la caída de Samaria (722 a.C.), los profetas y levitas del norte llevarían el libro a Jerusalén, donde inspiró la reforma en el tiempo de Josías (2 R 22; 23).

Durante los muchos años que se conservó y utilizó el libro, se le habrán hecho enmiendas y alguna edición menor. Se le adaptó a las diversas situaciones locales, pero siempre bajo la inspiración del mismo Espíritu que había dirigido a Moisés. Compárese las leyes de Éxodo 21– 23 con las de Deuteronomio y cf. Josué 24. 25.

APORTE A LA TEOLOGÍA

Como un libro «litúrgico» que promueve la renovación del pacto, Deuteronomio representa un esfuerzo por salvar la brecha entre las generaciones (4.9; 5.2, 3, etc.) Y relaciona la fe Mosaíca con la nueva vida en Canaán (4.14; 6.1, etc.). Se dirige al hombre integral, y explica la ley al intelecto (por ejemplo 4. 12, 15, 16), apela al corazón (4.29, 39; 6.4–6, etc.) y estimula la voluntad (30.19, 20).

Como libro «ecuménico», Deuteronomio recalca la unidad del pueblo de Dios («todo Israel»; 1.1; 5.1, etc.). Y la centralización del culto que Jehová escogió (12.5, 11, 14, 18, 21, 26, etc.).

Como libro «de protesta», Deuteronomio subraya la suprema autoridad de la Palabra de Dios, una revelación clara (30.11–14) y sencilla (29.29) que los padres de familia pueden enseñar a sus niños (6.6–9; 20.25, etc.).

Como libro «evangelístico», Deuteronomio insiste en la necesidad de la regeneración (10.16; 30.6) y la conversión individual (4.29; 30. 19, 20). Se instruye al pueblo de Dios para una guerra santa, enérgica y victoriosa (20.1–20). Pero Deuteronomio también recalca la importancia de las leyes justas (4.8) para gobernar a la sociedad (16.18–19.21, etc.).

Deuteronomio define por primera vez en el Antiguo Testamento la doctrina de la elección de Israel 4.20, 34; 7.6; 8.17s; 9.4s; 10.15, etc.), basada en la gracia de Jehová.

Como libro «existencialista», Deuteronomio insiste en la importancia del presente y la necesidad de una decisión «hoy» (30.2, 8, 11, 16, etc.).

Por primera vez en el Antiguo Testamento, encontramos en Deuteronomio un monoteísmo explícito (4.35, 39; 32, 39, etc.). En esto se basa lo que Jesús llamó «el primer mandamiento» (6.4, 5; cf. Mc 12. 29, 30).

Como sabía bien que las provisiones del viejo pacto no bastaban (31.1, 22, 26–29), Moisés habló de un profeta venidero (18.15–19) cuya enseñanza produciría obediencia.

En su propia muerte Moisés simbolizó la del nuevo Siervo que sufriría en lugar del pueblo la ira penal de Jehová (1. 37; 3.26; 4. 21; 34.4; cf. Is 53; Gal 3.10–14).

DEUTERONOMIO EN EL NUEVO TESTAMENTO

Deuteronomio se cita unas ciento noventa y cinco veces en el Nuevo Testamento. De aquí tomó Cristo toda su defensa contra el tentador y la primera parte de su resumen de la ley y los profetas.

Según Pablo, Deuteronomio, bien entendido, implica la justificación por la fe (Ro 10.6–8; cf. Dt 30.12–14; 1.32). Mas no se trata de una fe meramente intelectual, sino de un entregarse absolutamente a Jehová, de una confianza cabal en Él para toda bendición presente y futura, que redunde en una obediencia completa (cf. 1.32 y 1.26).

DÍA

Unidad de tiempo equivalente a veinticuatro horas, que a través de la historia se ha medido de diferentes maneras: de mañana a mañana por los caldeos, de puesta a puesta de sol por los hebreos y griegos, o asignándole cierta cantidad de partes.

Actualmente es común medirlo de medianoche a medianoche.

En ocasiones, sin embargo, solamente se denomina «día» al tiempo de luz (Gn 1.5, 16, 18). Jesús lo mencionó en este sentido (Jn 11.9). Así establece, además, el contraste con la noche (Is 27.3; Mc 5.5; Lc 18.7; 1 Ti 5.5).

La Ley judía establecía seis días laborales y el séptimo como día de reposo. Esta disposición recordaba que Dios terminó su obra el séptimo día y lo bendijo (Gn 2.2, 3; cf. Éx 12.14, 16; 20.8–11).

Son múltiples los usos figurados de «día». Denota un acontecimiento único o implica las características de determinado tiempo. Se usa tanto en singular como en plural, por ejemplo, «el día de Jesucristo» (Flp 1.6, 10; 2.16), «el día de Jehová» (Mal 4.5), «el día de salvación» (Is 49.8), «los días de Noé» (Mt 24.37), «los días del Hijo del Hombre» (Lc 17.26), «todos los días», como expresión de siempre (Mt 28.20), etc.

Los creyentes en Cristo son llamados «hijos del día», porque su naturaleza es opuesta a la de los hijos de las tinieblas (1 Ts 5.5–8). Jesús llamó día al tiempo en que podría trabajar (Jn 9.4). Según Pablo, la NOCHE es el tiempo actual mientras vivimos en espera del día cuando Cristo se manifestará (Ro 13.11–13). Nuestro deber como cristianos, exhorta el apóstol, es andar como de día (Ro 13.13).

En el Antiguo Testamento, «día» se asocia a acontecimientos que constituyen una visitación especial de Dios. El día de Jehová (o del Señor) es de juicio nacional o individual, sobre su pueblo o sobre los pueblos paganos (Is 2.12; 13.9; Sof 1.14–18). Es el día de la ira de Dios (Jl 2.31; Mal 4.5; cf. Is 13.13; 66.15; Sof 2.2).

En el Nuevo Testamento, el día final especialmente alude a la Segunda Venida de Cristo (Mt 10.15; Jn 6.3, 9; 1 Ts 5.4). Este día será, como en el Antiguo Testamento, de juicio, salvación y exaltación divinos.

La expresión «en los últimos días» parece abarcar todo el tiempo desde el sacrificio  de la cruz hasta la Segunda Venida de Cristo. Pedro reconoce el Pentecostés como manifestación de estos días (Hch 2.17), y el autor de Hebreos afirma que en ellos Dios se ha revelado por medio del Hijo (Heb 1.2). Sin embargo, «en los postreros días vendrán tiempos peligrosos» y el juicio estará cercano (2 Ti 3.1; 2 P 3.3). Cristo se refirió a estos días como el tiempo de la GRAN TRIBULACIÓN que se relaciona con su segundo advenimiento (Mt 24.19–22; cf. Mc 13.5–23), cuya fecha es el gran secreto del Padre (Mt 24.36; Mc 13.32).

DÍA DE EXPIACIÓN

El día santo más solemne de los judíos, que se celebraba el décimo día del séptimo mes. La Biblia especifica claramente lo que debía hacerse en este día (Lv 16; 23), como también su significación cristiana (Heb 9; 10). Esta era la única ocasión del año en que al SUMO SACERDOTE se le permitía entrar al LUGAR SANTÍSIMO.

Se quitaba sus vestimentas oficiales y se vestía humildemente de blanco; luego entraba llevando un incensario de oro y una vasija con incienso. Al poner incienso en los carbones encendidos, tomados previamente del altar, una nube de humo cubría el PROPICIATORIO del ARCA DEL PACTO. De la sangre del becerro sacrificado para expiación, el sacerdote tomaba con su dedo y rociaba siete veces el propiciatorio, para purificar el santuario y expiar los pecados del sacerdocio.

Luego, se echaban suertes sobre dos machos cabríos: uno era sacrificado, y con parte de la sangre entraba el sumo sacerdote nuevamente en el Lugar Santísimo; repetía la ceremonia del rociamiento y purificaba esta vez al pueblo. Después ponía sus manos sobre la cabeza del otro macho cabrío, el de AZAZEL, y el animal era llevado lejos, a un lugar desierto, donde se le perdía. Con esto se simbolizaba la expulsión de los pecados del pueblo. Todo el ceremonial de este día era un tipo de Cristo y de su obra vicaria, según la interpretación de la Epístola a los Hebreos. Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, ofreció el sacrificio de sí mismo, no por pecados suyos, sino por los nuestros; no entró en el Lugar Santísimo del templo, sino en el cielo mismo; y su ofrenda propiciatoria no necesita repetirse cada año, sino que fue perfecta, única y completa.

DÍA DE REPOSO

Ver. SÁBADO.

DÍA DE JEHOVÁ

Expresión cuya idea común en el Antiguo Testamento denota la consumación del REINO DE DIOS y la destrucción de sus enemigos (Is 2.12; 13.6, 9; Ez 13.5ss; 30.3; cf. Dn 2.44). Es el día de la visitación y de la ira de Jehová (Is 13.9, 10; Sof 1.14).

Con el sentido de un día de juicio o de manifestación de la cólera divina, aparece por primera vez en Amós. El profeta ve este día como de tinieblas y no de luz (Am 5.18, 20); como el día de la separación definitiva entre los buenos y los malos, y de juicio y castigo sobre el pecado también de Israel. Así lo consideran también Sofonías, Nahúm, Habacuc y Joel.

Posiblemente para los israelitas, la significación de este día estuvo asociada inicialmente con un festival anual en el que celebraban el reinado de Dios sobre la creación. Festejaban los dones divinos de la fertilidad y las cosechas, la majestad de Jehová en la liberación de Israel y su dominio sobre todas las naciones (cf. Sal 93; 95– 100). Toda esa majestad y soberanía serían plenas en el día de Jehová (Sal 9.8; 96.13; 98.9). Israel conoció a Jehová, pero cuando venga ese día «toda la tierra será llena del conocimiento de Jehová» (Is 11.9; cf. Hab 2.14; Zac 14.9).

En la literatura apocalíptica, es el día de la aniquilación de los pueblos enemigos de Israel. Sin embargo, hay textos del precautiverio en los que se declara alguna posibilidad de salvación para aquellos.

En el Nuevo Testamento, la realización del día de Jehová se traslada al fin del mundo.

Su sentido escatológico es más específico en cuanto a la SEGUNDA VENIDA del Hijo del Hombre, pero esto no significa olvidar las implicaciones en el presente (cf. Jn 8.56).

Segunda de Pedro 3.10 alude a la conmoción cósmica que precede al juicio de Dios. Se incluyen elementos de gozo, esperanza y victoria. Es el día de Cristo (2 Co 1.14; Flp 1.6; cf. Mt 24.27, 30). Sin embargo, permanecen la ira, el juicio y el castigo para los incrédulos que serán juzgados en este día (Mt 10.15; Ro 2.5, 6; 1 Co 3.13; 2 P 3.7). Pero para quienes creen en Cristo, que también serán juzgados (1 Co 1.8), es día de resurrección y recompensa (Mt 16.27; Jn 6.39).

Pablo afirma que este día vendrá como «ladrón» (1 Ts 5.2). Determinará la culminación de la historia y el establecimiento definitivo del reino eterno del MESÍAS.

DÍA DEL SEÑOR

Frase que en su forma griega (Kyriaké gemera) aparece únicamente en Ap 1.10, donde no se refiere a un período apocalíptico, sino a un día de veinticuatro horas. «Día del Señor» con sentido escatológico es traducción en el Nuevo Testamento de la frase  (1 Ts 5.2; 2 Ts 2.2; 2 P 3.10). La expresión inicial, en que la primera palabra no es sustantivo sino adjetivo, se podría traducir literalmente «día señorial» o «día dominical» (entendiendo que «dominical» viene del latín dominus que significa «Señor»).

La Vulgata traduce la frase correctamente dominica die. La VM la traduce «día de domingo», que conserva el sentido ya que «domingo» se deriva de dominus. La traducción de RV no es incorrecta, pero no distingue entre el día de Ap 1.10 y el día escatológico.

Para aclarar a qué día se refiere Juan es necesario ver los escritos de los padres apostólicos. La Didajé (ca. 100 d.C.) 14.1 exhorta: «Reunidos todo día del Señor [kyriakén] romped pan». Muy semejante es Hch 20.7, donde leemos que los discípulos se reunieron «el primer día de la semana para partir el pan». En la Epístola de Ignacio a los magnesios 9.1 (ca. 110 d.C.), se dice:

«no guardando ya el sábado sino viviendo según el domingo [kyriakén], día en que amaneció nuestra vida» (Ruiz Bueno, Padres apostólicos, pp. 91,464).

Así, pues, antes del fin de la época apostólica, se daba importancia al primer día de la semana (cf. también 1 Co 16.2), día cuando, según el testimonio unánime de los cuatro Evangelios, resucitó nuestro Señor e hizo sus primeras apariciones a los creyentes. (SÁBADO.)

DIABLO

Transcripción del vocablo griego diabolos (calumniador, acusador), usado en la LXX para traducir la palabra hebrea Satán (SATANÁS). El Nuevo Testamento usa el nombre diablo como sinónimo absoluto de Satanás, pero esta última denominación es más típica de Palestina (BELIAL; BAAL-ZEBÚ; DEMONIOS). En las Epístolas pastorales (1 Ti 3.11; 2 Ti 3.3; Tit 2.3) el plural de este vocablo se traduce «calumniadores».

DIACONISA

Una sola mujer lleva el título griego de diákonos (DIÁCONO) en la Biblia: «la hermana Febe» de la iglesia de Cencrea (Ro 16.1). De esta referencia se deduce la existencia del oficio y la presencia de mujeres en el diaconado de la iglesia primitiva. Quizás la frase «mujeres» en 1 Ti 3.11 se refiere a diaconisas, aunque algunos exégetas sostienen que estas son las esposas de los diáconos. En el primer caso, Pablo indicaría los requisitos para el diaconado total en los vv. 8–13, subrayando que las diaconisas deben ser «honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo». Las mujeres que servían a Jesús (Lc 8.2, 3) podrían conceptuarse como precursoras de estas.

DIÁCONO

(EN GRIEGO, SIERVO O MINISTRO).

Diákonos y sus derivados aparecen más de cien veces en el texto griego del Nuevo Testamento, pero la palabra «diácono» solo tres en la RV. Este término semitécnico designa al que desempeña determinado oficio en la iglesia local. En Filipenses 1.1 Pablo menciona a los diáconos en íntima relación con los OBISPOS; igualmente según 1 Timoteo 3.8, 12 los requisitos para el diaconado (cf. los vv. 8–13) no difieren mucho de los correspondientes al obispado. Las responsabilidades de los diáconos son sobre todo administrativas y caritativas, y sus virtudes (sobriedad, honradez y transparencia [de carácter]), las más apropiadas para oficiales encargados de las finanzas y el servicio social. Aunque toda la iglesia ha de ejercer la, es también un don especial (Ro 12.7; 1 P 4.11; cf. «los que ayudan» en 1 Co 12.28), el cual pueden recibirlo tanto hombres como mujeres (DIACONISA). Los diáconos se destacaban sobre todo en la SANTA CENA, o en el ágape de esta, en el cual la iglesia expresaba su preocupación social.

El relato en Hechos 6 de la selección de siete personas aprobadas para supervisar el fondo para las VIUDAS, se ha interpretado como la institución formal del diaconado (IMPOSICIÓN DE MANOS); pero su importancia estriba ante todo en la autorización apostólica de obras de beneficencia y en la delegación de tales tareas a los que Dios ha señalado mediante dones particulares.  Nótese,  sin  embargo, que la material no entra en discrepancia con la de la Palabra y los prodigios (Hch 6.8–8.40).

Durante el período postapostólicos, el concepto neotestamentario del diaconado sufrió una constricción e institucionalización y llegó a ser una orden en la jerarquía ministerial.

En los otros usos de esta familia de palabras (SIERVO; MINISTRO) nunca se pierde de vista la acepción original: el diácono es el que sirve en un banquete (Mc 1.31; Lc 10.40; Jn 2.5, 9; cf. Mc 10.45; Lc 22.26s), aunque se habla también de servir o ministrar en un sentido más general.

DIADEMA

Tocado de metal precioso; por ejemplo, una chapa de oro que llevaban sobre la frente los de categoría social o religiosa, en ciertos actos importantes. Por diadema se traducen cuatro vocablos hebreos y uno griego que tienen diferentes matices.

Era insignia del rey o del sumo sacerdote. Tenía forma de banda, adornada con piedras preciosas o con una inscripción (Ap 19.12) y se sujetaba con una cinta (Éx 29.6; 2 S 1.10; etc.). Era una CORONA DE HONOR que usaban los recién casados, los comensales, los reyes, los sumos sacerdotes y los funcionarios del gobierno persa (Cnt 3.11; Is 28.5; 62.3); y era una lámina de oro puro que llevaba el sumo sacerdote en el turbante durante las ceremonias (Lv 8.9; etc.).

DIAMANTE

Piedra preciosa de sin igual dureza y lustre; es transparente, pero puede presentarse opaca. Es un carbón mineral cristalizado que se usa para diversos adornos. En la Biblia «diamante» es la traducción de dos palabras hebreas: shamir, piedra dura usada para grabar (Jer 17.1); y yahalon, término que usaron los profetas para ilustrar la dureza de la frente (Ez 3.9) y del corazón (Zac 7.12).

Por su rareza y costo, se supone que el diamante fue poco conocido por los judíos, aunque había una piedra semejante en el pectoral del sumo sacerdote (Éx 28.18).

DIANA

Nombre latino de la diosa más célebre de Asia Menor, llamada Artemisa por los griegos. En la mitología clásica griega Artemisa era una hermosa cazadora virgen, una deidad lunar a la que se consideraba protectora de las jóvenes casaderas y ayudadora de las mujeres en tiempo de parto. En sus orígenes asiáticos había sido diosa de la naturaleza silvestre y de la fecundidad, con rasgos a veces feroces. Gracias al sincretismo de la época, la Diana de los romanos era una fusión de varias diosas primitivas.

Diana de Éfeso (Hch 19.23–41) se parecía a ASTAROT o a ASTORET; era la diosa madre, símbolo de fertilidad y dadora de los alimentos. Probablemente los efesios la veneraban con ritos impuros y prácticas misteriosas y mágicas. Se creía que la imagen original cayó del cielo (Hch 19.35), lo que tal vez indica que el ídolo se formó con material de un meteorito. Por lo general, a Diana la representaban de la cintura a los pies por un trozo cónico de madera, con busto de mujer cubierto con muchos pechos, la cabeza coronada con torrecillas y cada una de sus manos apoyada en un báculo.

El templo de Diana tenía ciento treinta y tres metros de largo y setenta y cuatro de ancho. Lo sostenían ciento veintisiete columnas jónicas hechas de mármol blanco, cada una con  dieciocho metros y medio de altura. Se reconstruyó en tiempo de Alejandro Magno con la ayuda de todas las ciudades griegas del Asia. Era una de las siete maravillas del mundo y orgullo de los efesios (Hch 19.27–34). Si Pablo estuvo en Éfeso cuando escribió 1 Corintios, posiblemente pensó en este templo cuando escribió las palabras de 3.9–17 (cf. Ef 2.19–22).

Los templecillos de Diana hechos por DEMETRIO y otros plateros se vendían como fetiches o recuerdos, y representaban un negocio de grandes ganancias (Hch 19.24).

Algunas copias hechas de terracota o mármol se conservan hasta hoy. En el mes de Artemisión (abril-mayo), peregrinos de toda Asia Menor acudían a las fiestas de Diana.

DIÁSPORA

Ver. DISPERSIÓN.

DIBLAIM

Suegro del profeta Oseas (Os 1.3).

DIBLAT

Lugar de ubicación desconocida que el profeta Ezequiel menciona (Ez 6.14).

Quizás se trate de la RIBLA donde el faraón Necao depuso a Joacaz de Judá (2 R 23.33).

DIBÓN

Ciudad moabita ubicada a seis kilómetros al norte del río Arnón.

Cuando Moisés llegó al Arnón, los amorreos les habían quitado el territorio al norte de este río a los moabitas. Moisés atacó a Sehón, rey amorreo, y acampó en Dibón (Nm 21.21–31; 33.46) que después se asignó a Gad (Nm 32.34; cf. Jos 13.7–9).

Moab volvió a ocupar Dibón hasta que David la reconquistó (2 S 8.2). Cuando la guerra civil y la división de Israel, Moab la volvió a tomar. Omri se la quitó a Moab pero MESA, rey moabita, se levantó contra Acab, hijo de Omri, y logró recuperarla.

DIENTES

Término usado a menudo en sentido figurado. Por ejemplo: «crujir de dientes», para expresar la rabia y angustia de los condenados en el infierno (Mt 8.12; 24.51; Lc 13.28); «a diente limpio», para indicar la falta de alimentos (Am 4.6); «diente por diente», para explicar una acción recíproca contra un ofensor (Lv 24.20).

A veces se emplea el refrán «Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera» para ilustrar la herencia de pecados paternales (Ez 18.2).

DIEZ MANDAMIENTOS

(O DECÁLOGO).

Resumen de los preceptos básicos del PACTO MOSAICO (Éx 20.1–17; Dt 5.6–21). Moisés tres veces los llama los Diez Mandamientos, o literalmente, Diez Palabras (Éx 34.28; Dt 4.13; 10.4). Tanto el hecho de estar enmarcados en un contexto del pacto como los términos de su prólogo (Éx 20.2; Dt 5.6) hacen resaltar que nunca habían de ser un camino de salvación. Más bien constituyeron una instrucción básica para el pueblo de Dios ya redimido (ÉXODO).

La validez permanente de estas diez palabras como principios básicos que siguen guiando al PUEBLO DE DIOS, aun bajo el nuevo pacto, se hace evidente por:

  1. La unidad del pacto, que prometió un cambio de lugar (en el corazón), y no la unidad de la ley misma (Jer 31.33; Heb 16).
  2. La majestuosa promulgación original (Éx 19; Dt 1–5).
  3. Su forma física tan perdurable (Éx 31.18).
  4. Su colocación bajo el trono de Dios en el ARCA DEL PACTO como expresión eterna de su carácter santo (Éx 25.16; 20; cf. Ap 11.19).
  5. La naturaleza divina y comprensiva de su contenido, que abarca todo el campo de la vida religiosa y
  6. La actitud del Nuevo Testamento hacia ellas (por ejemplo, Mt 19.17–19; y cartas paulinas Gl y Ro).

La división de las diez palabras que mantienen los protestantes es la que Josefo dice que prevalecía entre los judíos de su tiempo. La iglesia Católica Romana hace una división diferente: une la primera y la segunda (Éx 20.4–6), para formar una primera, y divide en dos la décima (20.17a y 20.17b), para formar la novena y la décima de su orden. La división tradicional de las diez palabras en «dos tablas» (preceptos religiosos) [Éx 20.3–11] y preceptos morales [Éx 20.12–17] no es legítima.

La arqueología ha sugerido que las «dos tablas» (Éx 31.18; 32.15s; etc.) eran iguales y contenían unas mismas estipulaciones en vez de ser dos partes de una lista. Esto hace resaltar la unidad esencial de las dos dimensiones de la responsabilidad del hombre (hacia Dios y hacia el prójimo) que Cristo recalcó en su propio resumen de los preceptos del pacto (Mt 22.34ss; cf. Ro 13.8–10; 1 Jn 4.20).

Los elementos discrepantes entre la versión de Éx 20 y la de Dt 5 y entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento (SÁBADO) son de esperarse, a la luz de las prácticas establecidas en la antigüedad para las renovaciones de los pactos. Esto no afecta la permanencia esencial de los principios básicos del pacto (cf. Gn 17.7; Heb 13.20).

A la luz de su contexto (el pacto), podemos apreciar la forma negativa de ocho de los Diez Mandamientos, que pone de relieve la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues el primero libera del temor de muchos poderes divinos: solo hay un Dios, el que les salvó.

El segundo evita que el hombre adore una proyección o creación de sí mismo. El tercero mantiene reverencia ante el nombre (y persona) de Dios. El cuarto proclama un día de reposo, comunión con Dios, y la dignidad del trabajo. El quinto santifica la institución de la familia y añade una promesa. El sexto proclama la santidad de la vida y la libertad del vivir. El séptimo mantiene la unidad del esposo y la esposa. El octavo indica derechos personales. El noveno destaca el valor de la verdad. Y el décimo prohíbe la codicia, que puede trastornar la vida en la comunidad del pacto. Así, los Diez Mandamientos son una especie de carta de libertad, que Jehová presentó a su pueblo salvado de Egipto. Y aun en la presente dispensación, el tenerlos en el corazón nos libera del mundo, del pecado y del diablo (Ro 6.17).

DIEZMOS

La décima parte de las entradas o ganancias netas, dedicada a Dios para fines religiosos y como expresión de adoración a Él. La práctica de diezmar es muy antigua y se conoció aun entre los pueblos no hebreos. En la historia bíblica la primera mención que se hace de los diezmos es cuando ABRAHAM, después de haber logrado una victoria militar sobre cuatro reyes, dio los diezmos del botín a MELQUISEDEC, sacerdote del Dios Altísimo (Gn 14.17–20). No se nos dice quién instruyó a Abraham a hacerlo así, pero fácilmente podemos inferir que por el ejemplo de sus antepasados (cf. La ofrenda de ABEL, Gn 4.4) entendió que esta era una manera apropiada de reconocer la soberanía de Dios sobre todas las cosas. El sacerdote, en este caso, representaba a Dios y a la religión.

Este mismo principio, que sirve de base a la costumbre religiosa de dar los diezmos, aparece también en el Nuevo Testamento, no necesariamente en cuanto a la proporción de la décima parte, pero sí en cuanto a la motivación de adoración, gratitud y responsabilidad cristianas (2 Co 9.7; Heb 7.1–10; cf. Lc 21.1–4).

Es en el sistema mosaico, sin embargo, donde sin duda Dios demanda de su pueblo los diezmos de todo. Aunque no se anuncian castigos por no darlos, hay promesas de bendiciones por darlos (Dt 28.1–13; Mal 3.10). Los diezmos son de Jehová y abarcaban la tierra y su producto y los animales del campo. Cuando por una razón especial alguien quería rescatar algo del diezmo, debía agregar la quinta parte del precio (Lv 27.30–32).

Los escribas y los fariseos fueron sumamente escrupulosos en diezmar aun hierbas diminutas como la menta, el eneldo y el comino, y merecieron la reprensión de nuestro Señor por el legalismo extremo, vacío de la debida motivación espiritual (Mt 23.23).

Los israelitas debían dar los diezmos a los LEVITAS, quienes eran la tribu sacerdotal del pueblo. Esto era la compensación a ellos por su ministerio. Pero los levitas, a su vez, debían dedicar en ofrenda a Dios el diezmo de los diezmos, presentándolo delante de AARÓN (Nm 18.21–28). El principio detrás de esta práctica rige para el sostén económico de la obra del evangelio, pues Pablo dice que «ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio» (1 Co 9.11–14).

DILEÁN

Aldea al extremo sur de Judá, cerca de Laquis (Jos 15.38). Es posible que sea el lugar que hoy se llama Tell en-Najileh.

DILUVIO

HISTORIA BÍBLICA

Una vez que el pecado entró en la humanidad, la maldad se multiplicó a medida que los hombres se multiplicaron. Con dolor, Dios decidió aniquilar gran parte de la creación, pero no sin antes señalar un plan de salvación. Noé, quien fue la excepción en medio de la generación corrupta, llegó a ser el personaje redentor en este juicio divino (Gn 6.1–8; Lc 17.27).

Dios le da instrucciones a Noé para construir una enorme embarcación de ciento treinta y siete metros de largo, veintitrés de ancho y catorce de alto aproximadamente (CODO), que para acabarla necesitó cien años. A la vez que trabajaba como constructor, Noé predicaba un mensaje urgente de arrepentimiento (1 P 3.20), que lamentablemente nadie creyó en aquella ocasión.

Concluido su trabajo, y según la orden divina, Noé metió en el arca ejemplares de  todo animal de la tierra: siete parejas de cada uno de los animales limpios y una de los inmundos. Entraron también Noé, su esposa, sus tres hijos y las esposas de estos, y luego «fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas» (Gn 7.11).

Al cabo de ciento cincuenta días la lluvia cesó (Gn 8.2) y Dios se acordó de Noé. El patriarca  se salvó por gracia y en muestra de gratitud ofreció a Dios un sacrificio sobre un altar (Gn 8.20). Dios prometió, entonces, que nunca más destruiría la tierra con agua y como señal de esta promesa puso su arco en el cielo (Gn 8.20–22; 9.12–17; ARCO IRIS).

Aunque la historia bíblica no es un relato propiamente científico según nuestro moderno entendimiento, de sus detalles algunos creen entender que el diluvio fue algo más que una magna inundación. Las edades de los hombres cambiaron una vez pasado el diluvio, tal vez por un cambio en la órbita del mundo; Génesis 7.11 parece implicar un fenómeno cósmico, y la afirmación de que «las aguas crecieron» y luego permanecieron sobre la tierra (Gn 7.24; 8.11) parece recordar el mundo primitivo completamente líquido (Gn 1.2, 9).

LA ARQUEOLOGÍA Y EL DILUVIO

Wooley descubrió en Ur un depósito de arena de tres metros de profundidad en el nivel que corresponde al 4000 a.C., y se han encontrado depósitos semejantes en Kis, Fara y Nínive, pero debido a que las edades de estos hallazgos no concuerdan entre sí, no pueden considerarse como pruebas del diluvio de Noé.

En Mesopotamia se han encontrado versiones del diluvio tales como las epopeyas del Gilgamés, Atrahasis y Ziusudra, pero las diferencias entre estas y la historia bíblica son mayores que las semejanzas. El diluvio mismo, por ejemplo, es resultado del capricho de los dioses, los cuales son numerosos «como las moscas». De esta manera, en vez de pensar que el autor bíblico copió de la tradición mesopotámica, sería mejor postular un origen común que se refleja más correctamente en la Biblia.

LA ANTROPOLOGÍA Y EL DILUVIO

Además de las historias antiguas de los sumerios y los babilonios, existen en muchas partes del mundo leyendas acerca de un diluvio: 13 en Asia, 4 en Europa, 9 en Australia y Polinesia, y 37 en las Américas. Las cuentan entre los esquimales, en Tierra del Fuego, en el Perú, Brasil y América Central; en Grecia, India, Tíbet y China. Se cree que debido a las proporciones de esta catástrofe no se ha podido borrar de la memoria de la humanidad y que a medida que la humanidad ha aumentado, esta historia se ha difundido.

DIVISIÓN DEL AÑO EN EL RELATO DEL DILUVIO DÍAS

Llueve 40 días (7.21) 40

Aguas crecen y prevalecen (24) 110 Bahan hasta encallarse el arca (8.5) 74 Noé espera 40 días, suelta el cuervo (6) 40

Espera una semana, suelta la paloma (10) 7 Suelta la paloma por segunda ves (10) 7 Esta vez la paloma no vuelve (12) 7

Noé quita la cubierta del arca (13) 29

Desembarcan (14) 57

Total de días en el arca. 371

DIFICULTADES EN EL RELATO DEL DILUVIO

No es de extrañar que haya dificultades textuales. Cuando se compara la historia bíblica con la babilónica, o con las otras, no se puede menos que admirar el alto tono moral y espiritual de aquella y la claridad de los detalles del relato acerca de Noé.

Muchos conjeturan un texto compuesto de dos tradiciones (J y P), pues hay muchas repeticiones y algunas discrepancias. Sin embargo, esta explicación enfrenta muchas dificultades (PENTATEUCO). La aparente discrepancia en los datos cronológicos del diluvio desaparecen si entendemos que el final del cap. 7 de Génesis resume los resultados de los cuarenta días de lluvia mencionando los ciento cincuenta días, y el cap. 8 empieza inmediatamente después de los cuarenta días, mencionando de nuevo los ciento cincuenta días. Así, el año (meses de treinta días) y diez días se divide según se indica en la tabla al pie de esta página.

Diferentes opiniones se contraponen en cuanto al alcance del diluvio y muchos factores científicos hacen difícil pensar en un diluvio universal. La superficie de la tierra no aguantaría tanta agua, hay falta de evidencia geológica, muchos fósiles humanos antiguos se han hallado muy esparcidos, y algunas especies de animales solo se han encontrado en áreas remotas como Australia. Además, el lenguaje bíblico bien puede interpretarse en sentido relativo indicando un diluvio local o limitado.

Por otro lado, algunos creen que la existencia de mastodontes congelados en los hielos de Siberia y Alaska comprueba que hubo una inundación repentina con un trastorno catastrófico del clima. Ven la posibilidad de un diluvio universal en la edad posglacial cuaternaria o aun en las edades glaciales. Además, las universales tradiciones del diluvio tienen en común la destrucción total de la humanidad y el reinicio de la cultura. Esta idea se puede asociar con un diluvio local si la humanidad no se había extendido, o si la edad del hielo reconcentró a la población en un área. Sin embargo, no existen suficientes datos para asumir una actitud dogmática sobre el alcance geográfico del diluvio.

CONCLUSIÓN

Las lecciones espirituales no dependen de pruebas científicas. La historia del diluvio sirve como prototipo del juicio final del mundo y la aparición de un nuevo mundo (2 P 3.5–7). Lo

ineludible y repentino del juicio, lo duradero de la fe, la solidaridad familiar, la obediencia, la paciencia de Dios y la acción de gracias se ven gráficamente ilustrados en la historia del diluvio. La única mención del término diluvio en el Antiguo Testamento, aparte de Gn 6–11, se encuentra en Sal 29.10 (cf. Is 54.9). Sin embargo, las referencias al diluvio son numerosas en el Nuevo Testamento: Mt 24.37s; Lc 17.26s; Heb 11.7; 1 P 3.20; 2 P 2.5.

DIMNA

Ciudad de Zabulón asignada a los levitas de la familia de Merari (Jos 21.35). Quizás sea el mismo lugar que en 1 Cr 6.77 se llama Rimón.

DINA

Única hija de Jacob y Lea mencionada en el Antiguo Testamento. En Canaán, SIQUEM, hijo del príncipe de Siquem, la violó. Más tarde la pidió en matrimonio. Los hijos de Jacob pusieron como condición la circuncisión de todos los varones de la ciudad, y después se vengaron del ultraje matando a todos los varones mientras sanaban de la circuncisión. Jacob desaprobó la conducta de sus hijos (Gn 34; 49.5–7).

DINERO

En el Antiguo Testamento, se refiere a los metales preciosos (oro, plata, cobre, etc.) usados libremente como medio de cambio. Es por tanto distinto a la moneda cuyo peso y aleación legítimos garantizaban la autoridad pública al acuñarla. En la antigüedad, el dinero se pesaba en forma de barras, anillos o lingotes (Jos 7.21). Por eso, en el Antiguo Testamento el verbo «pagar» significa en realidad «pesar» para su entrega (Gn 23.15, 16; Is 46.6; Jer 32.9). Al pago se le llamaba kesita (Gn 33.19; Jos 24.32; Job 42.11), pero más tarde se designa simplemente como «pieza» o «moneda».

En la historia económica de la Palestina anterior al cautiverio, no existía ninguna moneda acuñada. Esto no se conoció en la región sino hasta la época persa, y en el Asia Menor tal vez en el siglo VII a.C.

MONEDAS PERSAS

Entre las primeras monedas se cuentan las que acuñaba en Lidia el rey Creso (561–546 a.C.). Ciro el Grande conquistó el país, y seguramente llevó consigo la idea de acuñar monedas en su país.

El rey Darío el Grande (522–486 a.C.) acuño monedas de oro conocidas como daricos (dracmas de oro en algunas versiones castellanas de la Biblia) en la que aparecía la efigie del rey persa. Esta era común entre los israelitas durante la cautividad. Era similar a la moneda de oro de cinco dólares norteamericana.

Los arqueólogos han hallado monedas de diseño griego que dicen «YGD» (Judá), probablemente acuñadas por los persas para el uso de los judíos. Sin embargo, estas monedas no se mencionan en la Biblia.

MONEDAS GRIEGAS

Los griegos pronto adoptaron la práctica de acuñar monedas, en las que grababan figuras de animales, objetos y dioses griegos, y las llamaron DRACMAS. El tetradracma o siclo de Tiro tenía el tamaño de una moneda norteamericana de cincuenta centavos. Probablemente circulaba entre los israelitas.

Alejandro el Grande de Grecia conquistó el Imperio Persa. En el período entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, las monedas griegas (especialmente el tetradracma) comenzaron a circular por toda Palestina. Después de Alejandro, los Tolomeos establecieron casas para acuñar monedas en Gaza, Jaffa y Tiro.

En el Nuevo Testamento, los judíos utilizaban el didracma (pieza de dos dracmas) para pagar el impuesto del templo (Mt 17.24). Se menciona también el estatero (Mt 17.27), moneda equivalente a cuatro dracmas.

MONEDAS JUDÍAS

Cuando los seléucidas se apoderaron de Palestina, allá por el año 200 a.C., impusieron la cultura griega a los judíos. Cerca del año 167 a.C., los judíos se rebelaron bajo el mando de Simón Macabeo, y el derecho a acuñar moneda era uno de los motivos.

La rebelión fracasó. La dominación Seléucida se prolongó hasta que la familia sacerdotal  judía de los asmoneos, a la que pertenecían los Macabeos, se rebeló, tomó el poder y comenzó a emitir monedas de cobre (medio SICLO, un tercio de siclo y un cuarto de siclo de peso). Pero esta breve fase de libertad duró solo hasta que los romanos se anexaron a Palestina en el 64 a.C.

La única moneda judía que menciona el Nuevo Testamento son las dos blancas o cuadrante que mencionó Jesús en Mateo 5.26 y que valía una cuarta parte de una moneda de plata. Vuelve a mencionarse en Marcos 12.

MONEDAS ROMANAS

Las monedas romanas que se mencionan en el Nuevo Testamento tenían una marcada influencia griega, aun las de Herodes el Grande y sus hijos. La unidad básica era el DENARIO DE PLATA, que probablemente equivalían al salario diario de un obrero, como en la parábola de los obreros de la viña (Mt 20.9–10, 13). A Jesús le mostraron un denario cuando trataron de comprometerlo en cuanto a si se debía pagar impuestos a Roma (Mt 22.15–22).

El denario de oro valía como veinticinco denarios. La «moneda de plata» apenas valía la decimosexta parte de un denario de plata.

DINTEL

Pieza superior que corona y une las dos partes laterales del marco de la puerta. Era de piedra o madera (Éx 12.7, 22, 23; 1 R 6.31). Los israelitas pusieron en los dinteles la sangre del cordero sacrificado la noche de la PASCUA (Éx 12.7–22).

DIONISIO

Miembro del tribunal aristocrático del AREÓPAGO en Atenas, convertido por la predicación de Pablo (Hch 17.34). El Nuevo Testamento no lo menciona más, pero la tradición afirma que llegó a ser un eminente instructor, que lo nombraron primer obispo de la iglesia en Atenas y que sufrió el martirio bajo Domiciano. Las obras místicas que se le atribuyen son espurias, pues son producciones de algún escritor desconocido del siglo V o VI.

DIOS

La Biblia no intenta probar la existencia de Dios ni especular sobre su naturaleza. Da por sentado que «Jehová es el Dios verdadero; Él es Dios vivo y Rey eterno» (Jer 10.10). El insensato que niega a Dios (Sal 14.1; 53.2) no es un ateo; su negación es de orden ético: vive como si Dios no existiese y juzgase a las personas. Los milagros y actos poderosos de Dios no se aducen para demostrar su existencia, sino para afirmar la confianza o estimular la alabanza (Sal 8; 19.1–7; 104; Is 40.25–31). Dios se da a conocer en la creación y en la historia: es por ello el Dios vivo (Jos 3.10; Sal 19.1ss; Os 1.10; Ro 1.19ss; 1 Ti 3.15; Heb 9.14; 10.31). En consecuencia, el hombre se allega a Dios prestando oído a su Palabra y obedeciendo su voluntad, y no mediante la especulación (Jer 22.15s; Jn 7.17).

LOS NOMBRES DE DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Diferentes nombres subrayan el carácter personal de Dios. Ello no significa, sin embargo, que se considere al Dios verdadero simplemente como una persona poderosa, como los dioses del medio (1 S 15.29; Is 40.28). Se subraya la diferencia entre Dios y el hombre (Nm 23.19; Ez 28.2; Os 11.9), aunque la Biblia no se niega a hablar de Dios con términos antropomórficos.  Dios  creó al hombre a su imagen y es lógico que los términos tomados de la experiencia humana sean los más aptos para hablar de Él.

El nombre El, ELOHIM (traducido en nuestras versiones a veces por «Dios» y otras por

«Señor») viene de una raíz que significa «poder» y se refiere a todo lo divino. A veces se combina con otras palabras (Gn 28.19; 33.20). Se usa el plural (ELOHIM) para referirse al Dios de Israel, no por resabios politeístas, como pretenden algunos, ni en directa referencia a la TRINIDAD, como dicen otros, sino para intensificar o reforzar la idea expresada: la plenitud de Dios.

JEHOVÁ (YAHVEH) representa el nombre propio de Dios tal como se ha revelado a Israel en los actos poderosos de liberación (JEHOVÁ). Adonaí (traducido por lo general en nuestras versiones por «SEÑOR») es también un plural, que da la idea de soberanía, poder pleno, y se combina a veces en expresiones como «Señor se señores» o «Señor de toda la tierra».

Otros términos («JEHOVÁ DE LOS EJÉRCITOS», usado 279 veces en el Antiguo Testamento;

«Jehová Dios eterno», Gn 21.33; «el Altísimo» y «el Omnipotente», Nm 24.16; o combinaciones con Jehová: Gn 22.8, 14; Jue 6.24; Jer 23.6) representan combinaciones de las designaciones mencionadas, que conmemoran manifestaciones o señales particulares del Dios de Israel.

EN EL NUEVO TESTAMENTO

Al eliminarse en el judaísmo el uso ordinario de Jehová, aparecen muchas designaciones abstractas o indirectas: «el Nombre», «el Eterno», «el Inmortal», «EL TODOPODEROSO», «el Altísimo». El Nuevo Testamento toma las traducciones griegas de estos nombres, que frecuentemente son referidos también al Señor Jesucristo. Dios y Señor (KYRIOS) son, sin embargo, los más utilizados y hemos de ver en ellos la traducción de «Jehová Dios» y de «el

Señor Dios» del Antiguo Testamento. La paternidad de Dios se enseña en el Antiguo Testamento con respecto al pueblo de Israel y a algunos de sus líderes. En el Nuevo Testamento se caracteriza a Dios como Padre de nuestro Señor Jesucristo y a los creyentes, que han recibido el Espíritu de adopción, como hijos de Dios.

LAS CARACTERÍSTICAS DE DIOS

Dios es poderoso y ejerce su dominio como Señor (ADONAI) y dueño o amo (Baal) de su pueblo y del universo entero (Éx 15.3; Sal 24.8; Jer 32.18), a diferencia de los dioses falsos (Jer 10.11s). Su poder se ha manifestado eminentemente en la resurrección de Jesucristo (1 Co 6.14; Ef 1.20). Dios es santo (Is 6.3; 40.25; Hab 3.3; 1 P 1.16; Ap 4.8), lo que significa que está separado y por encima de todo lo que es ordinario, creado y débil, tanto física como moralmente (Gn 18.27; Job 42.6; Sal 8.5); su santidad se muestra en su justicia (Is 5.6; Ez 28.22), pero también en la fidelidad de su amor (Os 11.9) y en la liberación de su pueblo (Is 41.14; 43.3).

El AMOR de Dios está presente en el Antiguo Testamento referido principalmente a Israel (Is 43.4; 54.5–8; Jer 31.3; Os 3.1; 11.1), pero en el Nuevo Testamento es elevado a una afirmación universal (Jn 3.16) y centrado en la obra de Jesucristo (Ro 5.8; 8.32; 1 Jn 4.9). A tal punto se revela el amor de Dios por todos los hombres (Tit 3.4), que es posible describir a Dios mismo en función del amor (1 Jn 4.8); un amor, sin embargo, que debe entenderse a la luz de la revelación divina y no como la divinidad de cualquier forma de amor.

No han faltado quienes hayan creído ver en la Biblia una variedad de concepciones de Dios: desde un politeísmo primitivo hasta una concepción espiritual y ética. Aunque la comprensión de Dios gana en claridad de una sección a otra, hay una notable unidad a través de toda la Escritura en la afirmación de un Dios único, espiritual, todopoderoso, santo, personal y ético en sus relaciones con el hombre; un Dios juez y redentor. La doctrina de la TRINIDAD no se afirma explícitamente en la Biblia, pero desde el comienzo esta afirma la plenitud y riqueza del ser de Dios, y el Nuevo Testamento amplía las declaraciones sobre la eternidad del VERBO, la preexistencia del HIJO y la divinidad y eternidad del ESPÍRITU.

DIÓTREFES

(EN GRIEGO, ALIMENTADO POR ZEUS).

Arrogante y ambicioso líder (quizás obispo o pastor) de la iglesia (sin duda cerca de Éfeso) de la cual era miembro GAYO.

Era opositor del «anciano» que escribió 3 Juan (vv. 9, 10) y tal vez partidario del GNOSTICISMO naciente.

DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITU

Don del Espíritu Santo que capacita al creyente para determinar si la persona que habla en lenguas lo hace en el Espíritu Santo o guiado por espíritus falsos (1 Co 12.10). El apóstol Pablo sugiere que la persona guiada por el Espíritu Santo se interesa en las cosas que fortalecen la iglesia (1 Co 14.12, 26).

DISCÍPULO

(ALUMNO O APRENDIZ).

Término usado para designar a los seguidores de Juan el Bautista (Mt 22.16), y sobre todo a los de Jesucristo (por ejemplo, Mt 10.24). El discípulo es más que un alumno que se sienta a escuchar; es un aprendiz que sigue a su MAESTRO y aprende a su lado. A veces «discípulo» se refiere en especial a los APÓSTOLES (Mt 10.1; 11.1), pero en otras ocasiones a los creyentes en general (Mt 10.42; Hch 6.1, 2, 7).

DISPERSIÓN

La dispersión o diáspora (del griego) es el nombre que se da al grupo de judíos que por diversas razones, y sobre todo a partir del cautiverio, vivían fuera de Palestina. Algunos de estos judíos habían sido llevados como prisioneros a tierras lejanas, como Babilonia. Pero muchos otros se habían dispersado por razones del comercio, de modo que no puede decirse que la dispersión fuese un fenómeno completamente involuntario. En todo caso, al comenzar la era cristiana había más judíos fuera de Palestina que en ella. Como es natural, con la destrucción de la ciudad en 70 d.C., esta situación se hizo aun más marcada.

Uno de los principales centros de la dispersión era la región de Babilonia. Allí había aproximadamente un millón de judíos. Entre ellos se produjeron varias traducciones del Antiguo Testamento al arameo, que reciben el nombre de TÁRGUMES. Además, allí se creó el TALMUD babilónico, uno de los documentos más importantes en la historia del judaísmo.

El otro lugar en que se concentraban los judíos de la dispersión era Egipto, especialmente la ciudad de ALEJANDRÍA. Se dice que allí también el número de judíos alcanzaba al millón. La presencia de judíos en Egipto es antiquísima, pues el profeta Jeremías se refiere a ellos (Jer 44.1). Tras la fundación de Alejandría, ciudad en que el comercio era muy activo y próspero, el número de judíos en Egipto aumentó grandemente. Los judíos de la dispersión alejandrina contribuyeron a la historia del judaísmo (y aun a la del cristianismo) mediante su versión del Antiguo Testamento al griego, comúnmente conocida como SEPTUAGINTA (LXX). También en Alejandría floreció el filósofo judío Filón, quien trató de armonizar el pensamiento de Platón con la doctrina del Antiguo Testamento, sobre todo mediante la interpretación alegórica de este.

Además, entre los judíos de Alejandría se produjeron varios libros que por largo tiempo estuvieron rondando el canon del Antiguo Testamento.

Además de Babilonia y Egipto, los judíos se encontraban dispersos por todo el Imperio Romano, con un fuerte contingente en Siria y Asia Menor y otros núcleos importantes, aunque menores, en el norte de África y Roma. La importancia de los judíos dispersos en Siria, Asia Menor y Roma fue inmensa para la historia del cristianismo. El libro de Hechos es claro al mostrar cómo los judíos de la SINAGOGA eran el primer punto de contacto que Pablo tenía al llegar a cada nueva ciudad. Mediante la lectura y el estudio del Antiguo Testamento, estos judíos estaban preparados para recibir el evangelio.

Aun cuando Pablo era el apóstol a los gentiles, siempre encontró en medio de la tierra de los gentiles un grupo de personas que al menos compartían con él una tradición religiosa común.

La dispersión fue importante para el desarrollo del judaísmo porque propició el auge de las sinagogas. Distantes del templo, y no pudiendo participar por tanto en la adoración que allí se celebraba, los judíos de la dispersión se reunían en sinagogas para orar y estudiar las Escrituras. Esto no significa en modo alguno que perdieran el contacto con el templo y el judaísmo palestinense. Al contrario, la mayoría de los judíos enviaba una suma anual para sostener el templo. En ocasión de las grandes fiestas religiosas, muchos judíos de la dispersión visitaban a Jerusalén, tal como puede verse en Hch 2.9–11.

Tanto Stg 1.1 como 1 P 1.1 aplican el concepto de la dispersión a los cristianos, ya que estos también son advenedizos en donde residen, gozan de una solidaridad desconocida entre las culturas en que habitan y deben lealtad a la Jerusalén celestial.

DIVORCIO

La disolución legal del MATRIMONIO (ADULTERIO).

En el Antiguo Testamento, Moisés permitió el divorcio por «la dureza de vuestro corazón», según dijo Jesucristo a los judíos (Mt 19.7, 8). No significa que Moisés inventara el divorcio, sino que hizo leyes para reglamentar una práctica que ya existía desenfrenadamente. Fue un paso que protegió el matrimonio más que antes, aunque hoy nos parece demasiado liberal en la Ley Mosaíca. El pasaje clásico es Dt 24.1–4 que dice que si al hombre no le gusta su esposa «por haber hallado en ella alguna cosa indecente», puede darle carta de divorcio y despedirla. Se da por sentado que el divorcio termina el matrimonio, y que los divorciados pueden casarse de nuevo como si fuesen solteros. El nuevo matrimonio no constituye adulterio por cuanto el antiguo ya ha dejado de existir.

La mujer repudiada «podrá ir y casarse con otro hombre» (Dt 24.2).

Jesús dijo: «lo que Dios juntó, no lo separe el hombre» (Mc 10.9), dando a entender que es pecado disolver el matrimonio, aunque la Biblia no enseña que sea del todo imposible disolverlo. La enseñanza de Cristo es mucho más estricta en cuanto a los motivos, pues solamente reconoce el divorcio por causa de la infidelidad sexual (Mt 19.9). (Aquí la palabra FORNICACIÓN debe entenderse como pecado sexual en general, y no en su significado más limitado de relaciones entre solteros.) En cambio, cuando el divorcio es por cualquier otro motivo, el divorciado no debe casarse de nuevo porque ante los ojos de Dios sigue siendo casado. Solamente por causa de ADULTERIO el divorciado tiene libertad de volverse a casar (Mt 19.9).

Sin embargo, el divorcio nunca es obligatorio. Si ha habido arrepentimiento, se debe perdonar al transgresor. El profeta OSEAS se destaca por su capacidad de perdonar. Su paciencia en el matrimonio simbolizaba el amor perdonador y redentor de Dios.

Hay variedad de criterios sobre el llamado «privilegio paulino» como base del divorcio. Primera de Corintios 7.10–16 trata del problema de un creyente casado con una incrédula y viceversa. Si el incrédulo abandona la casa, el creyente «no está sujeto a servidumbre» (1 Co 7.15). Varios comentaristas piensan que este abandono es motivo justo para un divorcio, y que la persona abandonada es libre para divorciarse y casarse de nuevo. Cualesquiera que sean las circunstancias, el divorcio es un asunto grave. Pero la Biblia no indica que sea pecado imperdonable.

DOCTOR

Ver. MAESTRO.

 

DOCTRINA

En el Antiguo Testamento, doctrina significa «lo que es recibido» (Dt 32.2; Job 11.4; Pr 4.2). Dios, como fuente de conocimiento, es llamado «maestro» (Sal 94.10) y su enseñanza se manifiesta en juicios (Dt 4.1), palabras (Dt 4.10) y en su voluntad, fundamentalmente contenida en la Ley. «Enseñar» significa conducir al hombre a la experiencia más íntima con la voluntad divina, puesto que la doctrina afecta tanto al intelecto como a la voluntad humana.

En el Nuevo Testamento se emplean varios términos relacionados con el acto y el contenido de la enseñanza tanto de Jesús (Mt 7.28) como de los apóstoles (Hch 2.42; Ro 6.17). Jesús es el objeto inmediato de la doctrina y la conducta del creyente el resultado (Flp 2.1ss). De aquí las relaciones de la enseñanza con otras actividades tales como «AMONESTAR», «ADVERTIR»,

«EXHORTAR».

En el Nuevo Testamento, la doctrina se califica con las expresiones: «SEGÚN LA PIEDAD» (1 Ti 6.3; Tit 1.1), «BUENA» (1 Ti 4.6) y «SANA» (Tit 2.8), en contraste con los efectos perniciosos de las falsas doctrinas. En las Epístolas pastorales la doctrina aparece formada con más rigidez, restringida al ejercicio de ciertas personas y como señal de ortodoxia ante las HEREJÍAS.

DODANIM

Pueblo descendiente de Javán, hijo de Jafet (Gn 10.4; 1 Cr 1.7). La LXX traduce el nombre hebreo por Rodioi, dando a entender que se refiere a los habitantes de la isla de Rodas.

DOEG

Edomita que administraba los rebaños del rey Saúl. Presenció el auxilio que Ahimelec, sacerdote de Nob, le prestó a David cuando este huía de Saúl (1 S 21).

Tergiversando los hechos, lo denunció a Saúl, quien se encolerizó a tal extremo que ordenó la muerte de Ahimelec y demás sacerdotes de Nob (Sal 52.1). Como sus siervos no osaron cometer semejante atrocidad, Doeg estuvo presto a ejecutar las órdenes del rey.

Mató a ochenta y cinco sacerdotes e hirió, a filo de espada, a todos los moradores de la ciudad de Nob, sin respetar sexo ni edad (1 S 22.18, 19).

DOMINGO

Ver. DÍA DEL SEÑOR.

DOMINIO PROPIO

Capacidad que tiene un individuo de controlarse o de equilibrar sus acciones y emociones. Se puede decir que el dominio propio es el resultado arduo y difícil de un ejercicio de la personalidad. El dominio propio se contrastaba con la conducta destructora y desordenada (cf. Ro 13.13s; 1 Ts 5.6–8; 1 P 1.13).

Varios concepto están estrechamente implicados para designar la moderación con que el líder cristiano debe controlar su vida, utilizar los bienes materiales y de manera especial la comida, la bebida (Ef 5.18; 1 Ti 3.2s) y los apetitos sexuales (1 Co 7.9; 1 Ti 5.14). La templanza es el término que más se aproxima a esta significación. La palabra griega sofrosyne señalaba la discreción y moderación que debía tener un rey en la administración de su imperio. Solo la mansedumbre y el dominio propio por su naturaleza no necesitan arbitrio alguno (Gl 5.23). La cobardía es antitética al dominio propio (2 Ti 1.7). Este es parte de un proceso de esfuerzo humano que se añade a la fe.

Dios ha dado al creyente un espíritu de dominio propio para que este regule su conducta moral.

La palabra enkrateia se usa en la LXX para referirse al control de José sobre sus emociones e impulsos frente sus hermanos (Gn 43.31). En el Nuevo Testamento, el dominio propio es esencialmente un fruto del Espíritu (Gl 5.22s).

DONES ESPIRITUALES

(EN GRIEGO , DERIVADO DE JÁRIS QUE SIGNIFICA GRACIA; ASÍ «DONES DE GRACIA»; CF. EL TÉRMINO TÉCNICO CARISMAS).

En el Nuevo Testamento, aparte de 1 Pedro 4.10, el uso de la palabra se encuentra principalmente en las epístolas paulinas. La aplicación de esta palabra a las diversas funciones que contribuyen a la edificación de la comunidad cristiana y al cumplimiento de su misión es una contribución original del apóstol Pablo. Al considerar una función específica dentro de la vida de la comunidad («el cuerpo») como un «don» o un «carisma», Pablo nos enseña en primer lugar que tal función se desempeña por gracia de Dios y no por derecho ni por mérito propio. Tanto la autoridad como las capacidades para el ejercicio de la función proceden del Espíritu. En segundo lugar, nos enseña que cada función se justifica en la medida en que presta un servicio a la edificación del cuerpo (1 Co 12.7; 14.3–12; Ef 4.12). La función, en cuanto a don del ESPÍRITU, se recibe con el fin de compartirla y así contribuir al desarrollo de la comunidad.

En tres lugares (1 Co 12.4–11, 28–30; Ef 4.7–12 y Ro 12.3–8) Pablo aporta listados de «dones» o «carismas» que por entonces deben haber sido comunes en la experiencia de las primeras comunidades cristianas. De estos pasajes pueden destacarse los siguientes aspectos centrales:

  1. Para el buen desarrollo de la comunidad (cuerpo) es necesario que exista una diversidad de dones (1 Co 12.4–6; Ro 12.4). El símil del cuerpo es una poderosa ilustración de que el desarrollo unilateral de una o más funciones (dones en desmedro de otros) destruye la
  2. Dado que todos los dones, por más diversos entre sí que sean, proceden del «mismo Espíritu» (1 Co 12.4; Ef 4.4–6), la diversidad no destruye la unidad, sino que la hace posible. La unidad se ve amenazada solo cuando una función, en tal caso entendido como derecho y mérito propio, se trata de imponer sobre las demás.
  3. Todo miembro de la comunidad recibe un don (o dones) del Espíritu (1 Co 12.7; Ro 12.3). No existen miembros que carezcan de dones. Por lo tanto, la distinción entre miembros carismáticos y no carismáticos dentro de la comunidad cristiana es

No hay ningún indicio en los textos de que el apóstol Pablo haya considerado estas listas como exhaustivas, y por lo tanto normativas para las comunidades cristianas en todo tiempo. La misma diferencia entre las listas confirma la impresión de que Pablo tomó algunos ejemplos relevantes para las comunidades de su tiempo, con el fin de explicar su enseñanza y mensaje. Por lo tanto, las listas deben entenderse como abiertas: cada comunidad cristiana ha de estar dispuesta a recibir del Espíritu nuevos dones necesarios para responder a los desafíos de su tiempo (Ro 12.2).

Aunque es posible clasificar los dones mencionados en distintas categorías (digamos, relativos al ministerio de la Palabra; relativos al servicio o asistencia a la comunidad; relativos a la administración u organización de la comunidad, etc.), no se puede derivar de los listados del apóstol una especie de jerarquía de dones, de acuerdo a la cual ciertos dones serían calificados como más necesarios o dignos que otros.

Tampoco se puede extraer de estas listas una distinción entre dones considerados «ordinarios» (naturales) y dones considerados «extraordinarios» (sobrenaturales), con el resultado de calificar los últimos más relevantes que los primeros o viceversa. La distinción entre lo ordinario y lo extraordinario varía de una cultura a otra, y por cierto nuestra manera moderna de hacer tal distinción era desconocida en tiempos bíblicos. Al caer tal distinción, se hace también irrelevante el viejo debate acerca de si los carismas son un don permanente para la comunidad cristiana, o si se agotaron al fin de la era apostólica. Un talento tan «ordinario» como la música o la enseñanza puede ser un carisma, en tanto se acepte gozosamente como un don del Espíritu y se ponga al servicio de la vida y misión de la iglesia. Una experiencia como hablar en lenguas o danzar, tan extraordinaria para alguno, puede ser un carisma ordinario para comunicar el gozo indecible de la presencia del Espíritu a una comunidad para cuya cultura las formulaciones intelectuales de la fe carecen de poder comunicativo. Lo que es claro es que para Pablo una iglesia sin diversidad de dones-carismas carece de las condiciones necesarias para existir.

De todas maneras, para el apóstol Pablo, como también para Juan (1 Jn 4.1), todavía queda abierta la pregunta por el discernimiento de espíritus: no basta con pretender que lo que uno hace lo hace en nombre del Espíritu Santo para que realmente sea así. A la pregunta por el criterio o la norma de discernimiento, Pablo responde con su hermoso himno a la preeminencia del amor (1 Co 13), aunque también en este contexto podría citarse su listado de los frutos del Espíritu (Gl 5.22s). Al final, que un determinado talento o una función permanente o temporal sean genuinamente un don o un carisma del Espíritu Santo se muestra al ejercitarlo como un servicio de amor incondicional a la edificación de la iglesia, su unidad, y el cumplimiento de su misión en el mundo.

DONES ESPIRITUALES EN TRES PASAJES CLAVE

DON: Ro 12.3–8; 1 Co 12.4–11, 28–30; Ef 4.7–12

  • Palabra de sabiduría
  • Palabra de ciencia
  • Fe
  • Sanidades (cf. Hch 30)
  • Milagros
  • Profecía (cf. 1 Co 14.3, 24)
  • Discernimiento de espíritus (cf. 1Co 29)
  • Géneros de lenguas (1 Co 14:6ss)
  • Interpretación de lenguas (1 Co 14.5, 16, 19)
  • Apostolado
  • Enseñanza

*Ayuda

  • Administración
  • Servicio
  • Exhortación
  • Repartimiento
  • Presidencia
  • Misericordia
  • Evangelización
  • Pastorado

DOR

Ciudad cananea en la costa de Palestina al sur del monte Carmel, unos ocho kilómetros al norte de Cesarea. El rey de Dor se unió con el de Jabín para pelear contra Josué (Jos 11.2; 12.23). Aunque lo derrotaron, los israelitas no pudieron ocupar la ciudad (Jos 17.11; Jue 1.27). Era una ciudad importante y por tanto muy disputada. Salomón pudo tomarla y uno de los oficiales de la ciudad, Abinadab, se casó con Tafat, hija de aquel (1 R 4.11).

DORMIR

Ver. SUEÑO.

DORCAS

(GACELA; EN ARAMEO, TABITA).

Cristiana caritativa de JOPE, resucitada por Pedro (Hch 9.36–43). Siguiendo el ejemplo de Jesús en la casa de Jairo (Mt 9; Mc 5; Lc 8), Pedro sacó a los que lloraban (unas viudas que quizás se vestían gracias a la caridad de Dorcas) y pronunció una frase casi idéntica a la de Jesús.

Muchas conversiones resultaron de este primer milagro apostólico de resurrección. Dorcas es la única mujer llamada «discípula» en el Nuevo Testamento.

DOTÁN

(DOS POZOS O DOBLE FIESTA).

Ciudad situada al norte de Siquem, en el camino entre Galaad y Egipto. Aquí los ismaelitas compraron a JOSÉ de sus hermanos y lo llevaron a Egipto. Actualmente se llama Tell Dota y cerca del lugar hay cisternas semejantes a aquella donde pusieron a José (Gn 37.17ss).

Dotán es también el lugar donde «Jehová abrió los ojos del criado» de Eliseo para que viera la protección con que Dios guardaba a su amo de los sirios que sitiaban la ciudad (2 R 6.13ss).

DOTE

Regalo que el padre hacía a su hija cuando esta se casaba. Consistía en bienes (Jos 15.17–19; 1 R 9.16) o sirvientas (Gn 29.24). Puesto que la mujer casada era dueña de alguna propiedad, es evidente que el esposo no la compraba como a una esclava. El regalo que el novio le daba al suegro también se llama dote en algunas versiones (por ejemplo, BJ: Gn 34.12; 1 S 18.25). En estos casos la dote compensaba a la familia de la novia y sellaba el pacto entre las dos familias.

DRACMA

Unidad básica de las monedas griegas, representada por una moneda de plata (Lc 15.8s), aproximadamente equivalente al DENARIO (dieciséis centavos de dólar) aunque su poder adquisitivo era mucho mayor: era el precio de una oveja, y un buey valía cinco dracmas.

Circulaban, además, las didracmas (monedas de dos dracmas, Mt 17.24) con que los judíos pagaban el impuesto anual de medio SICLO y, más comúnmente, las tetradracmas (monedas de cuatro dracmas, Mt 17.27), que se llamaban también estateros.

DRAGÓN

Término más empleado en la RV-1909 que en la RV-60. Esta se limita en el Antiguo Testamento a traducir así la voz hebrea tannin, que significa un ser marítimo muy grande y temible (Is 27.1; 51.9; Jer 51.34). El dragón de Ez 29.3; 32.3; 32.2 (que representa a Egipto) se asemeja al cocodrilo. La misma palabra se traduce por «monstruo marino» en Gn 1.21; Job 7.12; Sal 74.13; 148.7, y «culebra» o «serpiente» en Éx 7.9, 10, 12; Dt 32.33. En Sal 91.13 debe ser «serpiente» en vez de «dragón».

En la literatura judía intertestamentaria el dragón ya es una realidad apocalíptica y el de Ap 12; 13; 16; 20 es un animal simbólico que parece tener forma de un gran cocodrilo con alas. Simboliza a Satanás y a su representante el anticristo, como la encarnación de la enemistad contra Dios, y hace recordar la lucha entre Tiamat y Marduk de la mitología babilónica.

La voz hebrea tan, que en RV-1909 y en algunas versiones católicas se traducía por «dragón», se traduce más correctamente por «chacal» en la RV-1960 (Is 13.22; 34.13; 35.7; Mal 1.3).

DRUSILA

Hija menor de Herodes Agripa I y hermana de Agripa II y de Berenice (HERODES). Era poseedora de una gran belleza y debido a esto sufrió la tiranía de Berenice, quien era menos atractiva. Su hermano la dio en matrimonio a Azizos, rey de Emesa, pero el procurador romano Félix, ayudado por el mago judío Atomos de Chipre (relacionado tal vez con el Elimas de Hch 13.8), la convenció de que abandonara a Azizos y se casara con él. Esto era una transgresión de la Ley judía y posiblemente Pablo los exhortó al respecto cuando compareció ante Félix (Hch 24.24ss).

Drusila y Félix tuvieron un hijo, Agripa, que pereció en la erupción del Vesubio, en 79 d.C.

DUELO

Los israelitas, al estilo oriental, manifestaban llamativamente su dolor. En medio de llantos y lamentaciones, el que estaba de duelo, sobre todo por la muerte de un ser querido, desgarraba sus vestidos (Gn 37.29; 2 S 1.11; 13.31; etc.).

Después el afligido se vestía de luto (Gn 37.34; 2 S 14.2; Sal 35.14), o se ceñía los lomos con saco, es decir, con tela basta, oscura, hecha de pelos de cabra o de camello. Iba con la cabeza cubierta y los pies descalzos (2 S 15.30; Is 20.2; Ez 24.17), se cortaba el pelo total o parcialmente (Job 1.20; Is 22.12; Jer 16.6; 48.37; Am 8.10), se afeitaba la barba o, en todo caso, se cubría el mentón (Is 15.2; Jer 41.5). Descuidaba a propósito su aseo personal (Éx 33.4; 2 S 14.2), manchaba con ceniza o con polvo la cabeza y el rostro, y lanzaba al cielo sus lamentaciones (endechas, elegías), revolcándose a veces por tierra (2 S 13.19; Job 2.12; Is 61.3; Jer 6.26; Ez 27.30). La más hermosa de estas lamentaciones es quizás la que cantó David por la muerte de Saúl y Jonatán (2 S 1.19–27), pero a veces el lamento consistía de un simple grito agudo y repetido («¡Ay, hermano mío!», 1 R 13.30).

En algunos casos, la gente se hacía incisiones sangrientas, que la Ley prohibía, o se golpeaban el pecho o los muslos (Is 32.12; Jer 31.19). El AYUNO acompañaba a toda expresión de tristeza (1 S 31.13; 2 S 1.12; 3.35; etc.). Jesús era contrario a toda manifestación ostentosa de duelo (Mt 6.16, 18).

DUMA

(SILENCIO).

Nombre de un hombre y dos lugares en el Antiguo Testamento.

  1. Descendiente de Ismael (Gn 14; 1 Cr 1.30). Varios lugares de Arabia llevan este nombre.
  2. Ciudad en las montañas de Judá (Jos 15.52), la moderna ed-Dome que queda a 17 km al sudoeste de Hebrón.
  3. Lugar mencionado en Is 21.11. Podría ser una referencia simbólica a Edom, puesto que la profecía tiene que ver con

DURA

Llanura en Babilonia donde Nabucodonosor levantó su imagen de oro (Dn 3.1). Ha sido imposible determinar el lugar exacto, pero algunos estudiosos se inclinan a identificarla con una llanura que se encuentra ubicada al sudeste de Babilonia en la que se ha descubierto el pedestal de una gran estatua.

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